Miércoles, 11 de mayo de 2011 | Hoy
CINE › MIGUEL MIRRA ES EL DIRECTOR DE DE ARTISTAS Y DE LOCOS
El cineasta realizó el documental para resaltar la importancia del Frente de Artistas del Borda, creado hace veintisiete años por Alberto Sava, porque les ofrece a los pacientes un espacio de creatividad y, a la vez, promueve la desmanicomialización.
Por Oscar Ranzani
Hace veintisiete años, se abrió una ventana en el Hospital Borda que permite tener luminosidad en un recinto oscuro por naturaleza: en 1984, el psicólogo social y artista Alberto Sava fundó el Frente de Artistas del Borda (FAB) con la idea de que tanto los pacientes internados como externados puedan tener un espacio de creatividad y que sus trabajos puedan alcanzar visibilidad social. Para concretar esto, desde hace tiempo, el FAB viene organizando distintas muestras, exposiciones, puestas teatrales y recitales que son el resultado de sus talleres, para que el resto de la sociedad aprenda a valorar lo que allí se produce y que, a la vez, colabore contra la estigmatización de la locura. Pero el FAB no se queda solo en lo artístico, sino que tiene una ideología muy firme: promueve la desmanicomialización. Es decir, que se termine con los manicomios tal como funcionan en la actualidad y que los pacientes puedan atenderse en hospitales generales con especialidad de salud mental. Esto facilitaría la inclusión social de quienes hoy en día son rehenes de una discusión que no se acaba en los divanes de los analistas. Con la idea de mostrar la importancia del FAB, el director Miguel Mirra realizó el documental De artistas y de locos, que se estrenará mañana a las 20 en el Espacio Incaa KM 0 Gaumont (Rivadavia 1635). El film contó con la colaboración de integrantes del Movimiento de Documentalistas y con la producción de Alicia Caldarone.
De artistas y de locos tiene una estructura narrativa dividida en tres partes: en la primera, hay un debate teórico muy sólido y profundo sobre “manicomio y locura” que protagonizan expertos en la materia como Sava y Alfredo Mo-ffat, entre otros. La segunda parte muestra la experiencia desmanicomializadora del FAB; en la tercera, son los propios talleristas quienes opinan a cámara sobre el valor que tiene para ellos hacer arte y que pueda ser visto por el “afuera”. Si bien el documental señala otras experiencias desmanicomializadoras, se centra básicamente en la del FAB. Esto es porque Mirra considera que la creación de Sava es el ejemplo más vigente. “Tal vez lo es junto con Cooperanza, la experiencia de Moffat en el Borda. Pero actualmente la experiencia del FAB es la más avanzada, por lo menos de lo que pude investigar como documentalista y no como psicólogo ni psiquiatra”, sostiene Mirra.
–¿Cómo observó la cultura manicomial?
–Uf, es complicada. Nosotros no estuvimos en los pabellones porque no era la idea. Teníamos referencias de los artistas que están en el Frente que nos contaron (y en el documental aparece) toda la experiencia de ellos adentro. Y de acuerdo con lo que nos contaron, lo que se ve afuera, en el parque donde está el pabellón del Frente de Artistas, es el día y la noche con el resto. Cuando entrás al pabellón del FAB, está la gente trabajando en grupo, con alegría, podríamos llamarle, mientras que adentro cuentan que todo es oscuridad, depresión, encierro. Las primeras dos o tres veces que fui me impactó mucho el trabajo de los talleristas del Frente, que trabajan como cualquier artista. No vi ninguna diferencia con otros artistas.
–El film tiene análisis de especialistas sobre el manicomio y la locura. ¿Cuál es su opinión en torno a este tema?
–Rescato algunas cosas que aprendí haciendo este documental. El encierro de esta gente es como sacarla del medio porque “no sirve”, “no conviene”. Entonces, en vez de ayudar a su recuperación, la encierran, la aíslan, la ponen ahí como en un depósito. Esas personas quedan ahí como locos crónicos cuando, en realidad, nadie se ocupa de ellos. Mi opinión es que todo eso no puede ser. No se puede sacar a una persona de su familia, de su trabajo... A veces se trata de gente que queda abandonada por su familia. En esos casos, habría que buscar una familia sustituta o grupos. Coincido mucho con lo que dice Moffat: ¿cómo reemplazar el manicomio? Con la comunidad terapéutica, donde todos se ayudan entre sí. Como dice Alberto Sava, el manicomio es un campo de concentración. Lo vi así.
–La discriminación es producto del miedo a la locura, entre otros factores. ¿Cuánto cree que ayuda a combatir el estigma y el prejuicio la desmanicomialización que promueve el FAB?
–El manicomio encierra a las personas y no deja salir lo que pasa. Lo desconocido siempre da temor. La gente se imagina qué hay detrás de esos muros, pero no sabe bien. Y como está todo encerrado y es todo oscuro, como se lo ve desde afuera, eso da miedo. El desconocimiento y la propia existencia del manicomio es lo que hace dar miedo. Si el que padece sufrimiento mental puede interactuar con el afuera, la gente se va a dar cuenta de que es una persona como cualquier otra que tiene un problema. Eso del “loco peligroso”... Probablemente haya algunos casos, pero la gran mayoría de la gente que está internada ahí es más por pobre que por loca. Es gente que no tiene donde ir, a la que la familia la abandonó, que no tiene recursos.
–Sabato decía que la diferencia entre el artista y el loco es que el primero puede transitar por los caminos de la locura pero puede volver. ¿Cómo observa la relación entre arte y locura?
–Y el loco también puede volver a través del arte. Lo que usted dice está perfecto pero, al revés, también funciona: el loco, a través del arte, puede volver de la locura. Y el ejemplo concreto está en el Frente de Artistas del Borda: hay al menos dos coordinadores de talleres que han sido internados en el Borda, que fueron a los talleres, salieron del Borda y siguen estando en el FAB, pero ahora como coordinadores. Entonces, creo que hay una dialéctica entre arte y locura, donde el artista puede entrar y salir, pero el loco, si puede entrar en el arte, puede salir de la locura.
–Eso no significa tomar el taller de arte como terapia, ¿no?
–No, justamente el Frente de Artistas del Borda plantea que los talleres no son terapéuticos, aunque el arte sí lo es. El objetivo de los talleres es la expresión artística. Punto. Sava cuenta que cuando llegó veía que había muchos artistas que pintaban en las paredes, que escribían sus poesías y las ofrecían en los pasillos o que cantaban. Entonces, él dice que, como en todas las personas, hay un interés artístico, y justamente la posibilidad que tengan de hacerlo es una de las mejores formas que puedan salir de la “locura”.
–Faltaba que recibieran del resto de la sociedad una respuesta a lo que ellos crean.
–Así es. Los del FAB no son talleres que se quedan adentro, sino que salen afuera: exponen sus obras de teatro participativo, cuadros, hacen recitales. Entonces, ese contacto permanente del artista con el afuera y la devolución los hace crecer como artistas y como personas. Y es una manera de resistir la discriminación y la opresión a nivel general, porque el Frente de Artistas es un ejemplo, pero se podría extender esto a muchas otras áreas de la vida, de la sociedad. Pero el FAB demuestra que es posible. No va a solucionar el problema de la salud mental, no va a solucionar el problema de la discriminación y el encierro a nivel de toda la sociedad. Pero sí demuestra que es posible.
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