Miércoles, 9 de mayo de 2012 | Hoy
MUSICA › LAS DEL ABASTO Y LA EDICIóN DE UN NUEVO CD-DVD
Desde un lejano debut en la TV de 1999, el grupo hizo un largo recorrido que puede extenderse en breve hasta Corea del Sur.
Por Cristian Vitale
El contexto es una pizzería. Media noche, tres cervezas verdes que giran, una mixta de mozzarella y napolitana. Y amigos. Stella Díaz, algo así como una Tita Merello del tango de hoy, se ríe todo el tiempo. Es el post relajado de un recital en el Maipo Kabaret (parte de un ciclo que continúa el próximo miércoles) y Juan Carlos, un coreano argentinizado, acaba de proponerle a su grupo de ladies tangueras –Las del Abasto– una gira algo exótica por Corea del Sur. “Va esta porción en su honor”, lanza ella. Lo que van a ver los coreanos –si todo marcha bien, claro– es un sexteto de tango femenino veta canyengue que acaba de editar un CD-DVD (Las minas del tango), con el foco puesto en sus congéneres históricos. En Eladia Blázquez, Azucena Maizani, Mercedes Simone y Merello. En, dicho de otra forma, hacerle una gambeta elegante al sino masculino del tango. “No es que lo neguemos, pero está claro que el tango también es cosa de mujeres”, lanza ella. Las trece piezas la ratifican. Hay tangos en tanga, claro, y van por el lado de “Corazón al sur”, “Pero yo sé”, “Cantando”, “Se dice de mí” o el que da nombre al disco, compuesto por Stella y su hermana Ana. Pero también rescates emotivos en calzoncillos. “Ventarrón”, de Maffia y Staffolani; el mismo “Maipo”, de Arolas, o una joya extraída de los confines del tiempo: “Corralera”, del poco visitado Anselmo Aieta. “Todo bien con los varones, pero se borraron de entrada. Cuando yo entré al grupo que después se iba a transformar en Las del Abasto, ya no estaban. Nunca vi al cantante”, puntualiza.
La Díaz está hablando del último año del siglo pasado, y el primero del sexteto. De cuando todo era casi nada, y a pocos se les ocurría que podría proliferar un grupo de tango íntegramente poblado de mujeres. Surgieron como Sexteto del Abasto porque, más allá de la impronta tanguera del barrio, ensayaban en Sánchez de Bustamante y Corrientes y, al año, luego de debutar como teloneras de la banda de Gillespi en el Showcenter de Haedo, subieron tres escalones en uno. Un día Díaz, trabajadora todo terreno, se cruzó con un vecino (Adolfo Castelo), le contó del grupo y al otro día debutaban en Medios Locos, el programa de Canal 7. “¡Castelo!, un divino, se me caía la baba. Fue increíble porque le hablé del grupo y me dijo ‘mañana vienen’. Me acuerdo que nos presentó Mex Urtizberea, otro divino. ‘Ustedes verán –dijo–, detrás de mí, mujeres por aquí, mujeres por allá... estamos con el Sexteto del Abasto, un sexteto de siete ¿matemática moderna, quizá?’ (risas). Todavía estábamos con ese tema de si sumar o no al cantante, de nombrarlo aparte o no... y ahí le pusimos Las del Abasto y chau.”
Así permanecieron. De aquella formación inicial apenas quedaron dos (ella y la versátil vientista Mercedes Musso) y el resto (Olga Talero en violín, Lucrecia Ortiz –que arregló “Celosa” y “Nunca tuvo novio” para el flamante disco– en piano, Paula Guzmán en bandoneón y Amanda Irarrazábal en contrabajo) se fue integrando con los años. Llegaron un disco debut, algunos viajes por América y Europa, y la consolidación de un estilo montado en la voz arrabalera, colorida y personal de Díaz, y la lucidez grupal en arreglos y ejecución del acervo tanguero. “Lo que hacemos, básicamente, es evocar a las minas del tango y consolidar nuestro camino de mujeres dentro de este género que se dice macho. Por eso empezamos a trabajar temas de Eladia, de Maizani, de Simone, de Merello o de Rosita Quiroga, porque ‘Niño bien’ no es de ella, pero lo cantaba todo el tiempo. Los tangos canyengues hechos por mujeres no abundan, pero que los hay los hay.”
–¿Algún conflicto con la impronta sexista del género?
–No. Yo creo que hay tangos totalmente unisex (risas) y nos encanta hacerlos. En el primer disco grabamos “El Choclo” que, por burlón y compadrito, define al género a la perfección. “Desencuentro” también. Y ahora estamos preparando verdaderas joyas como “Apología tanguera”, “Me enamoré una vez” y “Se va la vida”, un tangazo de los ’20 que otra gran mina (María Luisa Carnelli) firmó como Luis Mario...
–¿Azucena, Eladia, Rosita o Tita?
–Mercedes Simone (risas). Y en escena Tita, ¿quién si no?... su impronta, su parada, su presencia... me identifico mucho con ella.
–¿Y de las contemporáneas?
–Lidia Borda. Y, si me deja ir un poco hacia atrás, María Graña y, sobre todo, Susana Rinaldi. El primer disco que me compré fue uno de Eladia Blázquez, y el segundo, uno de ella. Creo que conjuga la presencia de Tita con el canto de Mercedes... es una gran intérprete, y lo recalco porque hay mucha gente que alaba las voces pulcras, livianas, y no es necesariamente así. Quien canta tiene que emocionar, le tenés que creer y Susana se compromete mucho con cada letra, además de notársele que es egresada del Conservatorio de Arte Dramático: mueve ese dedito y con ese dedito que movió, llena un escenario en el que está ella sola. Es una gran trabajadora, una mina comprometida. Un modelo.
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