Miércoles, 21 de noviembre de 2012 | Hoy
MUSICA › DíA D PRESENTARá SU áLBUM DEBUT, LECHIGUANAS, MAñANA EN EL PODESTá
Surgieron en el ’82 como pioneros del punk y el post punk local, renacieron como Cienfuegos junto a Sergio Rotman y, tras la disolución de esa banda, hace poco volvieron a su primer nombre. Y finalmente tienen un muy buen disco para mostrar.
Por Roque Casciero
El día del debut de Día D, el entonces trío no pudo terminar de tocar su primera canción. Al parecer, al director del colegio al que iban los integrantes de la banda no le resultó muy adecuado que, en pleno 1982, estos quinceañeros cantaran un tema llamado “Evangelina, te la ponen con vaselina”. Pero ese día fue crucial para Martín Aloé (voz y bajo), Hernán Bazzano (voz y guitarra) y Fernando Ricciardi (batería), porque en ese festival en el patio escolar conocieron a Bocha Gutiérrez –más tarde manager de Todos Tus Muertos–, quien los llevó a un ensayo de la banda punk Control. Eso les abrió las puertas de la mínima pero llamativa escena. “Conocimos a Gamexane y a Fidel, que tenía cresta...”, recuerda el mayor de los Aloé (Diego, cantante y guitarrista, completa Día D). “Y a través de ellos, a Pil Trafa y a Hari B (de Los Violadores), que para nosotros eran nuestros papás: nos llevaban ocho años, y a esa edad la diferencia es enorme. Pil ya caía en cana, nosotros no porque éramos menores.” La historia de Día D, entonces, es la de una bandita de secundaria, que tocaba cuando podía en un momento difícil, que se disgregó, se reconvirtió en otra llamada Cienfuegos (con Sergio Rotman en la voz líder), y que a ¡treinta años! de aquel concierto inicial e iniciático tiene un álbum debut, Lechiguanas. La presentación del disco será mañana a las 23 en El Podestá, Armenia 1740.
Pero en la tarde calurosa en la que los cuatro Día D hablan con Página/12 surgen las anécdotas y aparecen nombres como Sumo, Los Laxantes, el Einstein... “Como éramos menores, Omar (Chabán) no nos dejaba entrar, pero nosotros íbamos a garronearle que nos dejara tocar tres temas antes de Sumo”, recuerda Martín Aloé, quien también toca en Dancing Mood. “Se había incorporado Yiyo (Guillermo González) en guitarra y seguíamos tocando, pero casi no había shows. Tocaba el que tenía un poco de aguante para ir a encarar a los lugares, nosotros éramos unos nenes. En el ’83, la cana seguía llevándote por averiguación de antecedentes, incluso el aparato represivo siguió ya en democracia.” Y su hermano apoya: “A mí me llevaron tres o cuatro veces por ir a verlos a ellos”.
A falta de shows estaban los ensayos en casa de Ricciardi, todos los sábados, desde las 3 de la tarde y hasta que llegaran los vecinos a reclamarles que pararan. “Como ensayábamos en la pieza y se armaba el pogo, ¡me rompieron la cama! Estuve tres meses durmiendo con el elástico partido, quedaba como si fuese una hamaca paraguaya”, recuerda el baterista, que también toca en Los Fabulosos Cadillacs, Mimi Maura y El Siempreterno. “En un punto nosotros dejamos de coparnos con la movida punk y empezamos a escuchar y hacer otras cosas. Nosotros éramos más del lado Clash, de mente más abierta que los punks del sur. En una época entró Sergio (Rotman) y ya tocábamos hasta ska, nos íbamos abriendo.”
–¿En qué momento se terminó esa primera encarnación de Día D?
Hernán Bazzano: –Cuando Nando y Sergio se fueron a los Cadillacs.
Fernando Ricciardi: –No, en realidad, primero nos separamos y después nosotros nos fuimos a los Cadillacs.
H. B.: –Bueno, vamos a ponerle que haya sido así...
Martín Aloé: –Vamos a terminar separándonos por segunda vez por discutir por qué nos separamos la primera (risas).
F. R.: –No, bueno, es que estábamos un poco limados en ese momento. Era la época adolescente medio torturada y teníamos nuestros rollos y nuestro caos. Así que teníamos nuestros roces...
H. B.: –Ya de chiquitos teníamos roces (risas).
M. A.: –Yo ya tocaba en Los Pillos... Cada uno empezó a tomar su camino con bandas en las que se empezaba a generar algo, no sólo el under de tocar y tocar. Ahí dejamos de tocar hasta que se armó Cienfuegos.
–¿Por qué Cienfuegos no se llamó Día D?
H. B.: –Era lo mismo... Salvo que Yiyo estaba en España y entró Diego. No había una gran diferencia, salvo que Yiyo era bárbaro y Diego toca como el ojete (carcajadas).
M. A.: –Aunque no tuviéramos proyectos en conjunto, siempre seguimos viéndonos. Y cada vez que nos juntamos, no volvimos a tocar las canciones viejas.
Diego Aloé: –Ahora quisimos grabar una y no la metimos en el disco.
F. R.: –En esa primera época llegamos a grabar unos demos, pero eran para nosotros.
–¿Y por qué esta vez fue distinto?
M. A.: –No es tan distinto, ¿eh? Sigue siendo para nosotros... No es que vamos a tocar cincuenta veces por año, ni la idea es salir de gira durante seis meses. Cuando nos juntamos, la idea fue: “A ver, ¿qué hay?” Teníamos un montón de canciones nuevas, elegimos algunas, las grabamos y nos pusimos como meta tocar seis veces por año, pero que sean seis buenas fechas sin limarse.
F. R.: –Uno lo hace por una necesidad interna, porque nos sentimos bien tocando juntos. La idea apareció por Diego...
D. A.: –El backline de Cienfuegos había quedado en casa durante mucho tiempo y... ¿por qué no? Habían quedado canciones para un futuro disco de Cienfuegos que nunca llegaron a grabarse, entonces planteé que nos juntáramos a ver qué onda. Ya había algo como para arrancar. Cuando dijimos: “Bueno, ensayamos los viernes”, empezaron a salir más cosas.
F. R.: –Fue ver cómo crecía algo desde una idea, porque en ese momento ni siquiera estaba planeado hacer un disco. En realidad, uno nunca sabe adónde va a ir con una banda... Pero es algo que está creciendo y yo tengo ganas de que crezca. No es como el hobby que tengo el fin de semana. Para mí es importante porque hicimos un trabajo y estoy muy orgulloso de decir: “Mirá, acá está el disco de Día D”, porque no siempre pasa eso. A todos nosotros nos conformó el resultado final, me parece que es una buena carta de presentación para la banda. Después veremos cómo crece...
M. A.: –Claro, pero hasta ahora tampoco podíamos pretender demasiado. Pudimos organizar tres fechas que salieron bien, pero sin el disco con lo único que podíamos robar era con “los ex Cienfuegos” (carcajadas).
–En los shows de El Siempreterno, la banda de Rotman, todo el mundo pide la vuelta de Cienfuegos.
M. A.: –A nosotros también nos piden... La gente es así: cuando el grupo no existe, reclama por él; cuando existe, no lo va a ver nadie. A los últimos shows de Cienfuegos iban veinte personas. Y ahora se desgarran las vestiduras (risas). El Siempreterno toca temas de Cienfuegos y nosotros también, con eso ya hay una cuota suficiente...
–Y hay una banda tributo a Cienfuegos y se prepara un disco homenaje con versiones a cargo de muchos grupos.
H. B.: –Este país tiene una generosidad... (risas).
F. R.: –Es cierto que con Cienfuegos hicimos un camino dentro de la escena; sacamos tres discos y uno en vivo. Es un reconocimiento, además, y por ese lado está bueno. Pero creo que va a ir más gente a ver a la banda tributo que al último show de Cienfuegos...
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