Viernes, 22 de noviembre de 2013 | Hoy
MUSICA › TERCERA VISITA A LA ARGENTINA DE NANA MOUSKOURI
La gran voz de la canción de autor internacional dice que vive aprendiendo todo el tiempo, “empezando cada vez desde el principio”. Su notable trayectoria incluye también su trabajo como embajadora de la Unicef y como eurodiputada.
Por Karina Micheletto
Nana Mouskouri dice que ésta es su gira despedida, que el año que viene cumple 80 y chau a los escenarios: de ahora en más, se dedicará a sus tres nietos. Lo que podría ser la reflexión de una abuela como tantas se desvanece apenas esta hermosa mujer comienza a hablar con serena pasión de sus décadas de carrera, de la felicidad que le provoca cantar, de la búsqueda de esa felicidad. Dice también Mouskouri que un par de años atrás ya había intentado dejar los escenarios. Logró mantener el retiro durante cinco años, hasta que hizo un concierto, que trajo otro y otro. “Me di cuenta de que cantar me hacía feliz”, concluye, con una sonrisa que resalta en su rostro de cutis envidiable. Y dice que puede que quien no termine de creerle esto de la “gira despedida” a lo mejor no esté del todo errado. La gran voz de la canción de autor internacional se presenta hoy a las 21.30 en el teatro Gran Rex y mañana en Espacio Quality de Córdoba, en medio de una gira que incluye shows en Uruguay, Chile y Brasil.
Esta es la tercera visita de la cantante griega a la Argentina; la última fue veinte años atrás. A pesar de no frecuentar el país y de que los muchísimos discos que grabó –varios de ellos, en español– no fueron editados ni reeditados aquí en el último tiempo, las entradas para el concierto porteño ya están prácticamente agotadas. Su brillo, que viene desde décadas atrás, es el de una figura internacional de la canción de autor: se trata de una cantante que ha recorrido prácticamente todos los géneros, siempre con un especial cuidado en la selección de los poetas que incluye en su repertorio. En los conciertos que dará aquí, anuncia que incluirá temas en español: “Yolanda”, de Pablo Milanés, por ejemplo –“una de las canciones más bellas que conozco”, la define–, o “Alfonsina y el mar”, con la participación de su hija Lenou.
“Para mí es un honor esta bienvenida”, agradece primero en español, uno de los varios idiomas que habla. Necesita practicar su español, explica, para ponerlo en práctica en escena. “Si hablo varias lenguas no es para mostrarme”, aclara, ya en un más fluido inglés. “Es muy importante para mí aprender sobre la cultura de cada lugar, y para eso necesito la lengua. La música, claro, me ayuda a hacerlo, por eso la amo tanto. La música es el gran puente a la diversidad. Es lo que te hace ir a buscar siempre más, lo que te impulsa a aprender. Yo empecé descubriendo las diferencias entre la música clásica y la música griega tradicional, es decir, lo que tienen de diferente y lo que tienen en común. Y luego seguí aprendiendo más géneros y más diferencias y más cosas en común en la música. En cada país al que voy trato de aprender más de su lenguaje, su cultura, su música. Siento que vivo aprendiendo todo el tiempo, como empezando cada vez desde el principio. No hay otro modo: el que deja de aprender no se está quedando quieto, está yendo para atrás. Yo voy a la escuela todos los días.”
Nana Mouskouri nació en 1934 en la isla de Creta y creció en Atenas, donde tuvo una formación clásica en voz y piano. “Descubierta” como vocalista del grupo Los Atenienses, dio el salto lógico de mudarse a París, donde profundizó en la música francesa, incluyendo a Edith Piaf, que tuvo profundo impacto en ella, y a quien se convertiría en uno de sus grandes amigos, Jaques Brel. Hoy es una de las solistas femeninas que más discos ha vendido en el mundo –unos 400 millones, “a la altura de Madonna y Céline Dion”, subraya su promoción–. Además de su carrera como cantante, se dedicó a su trabajo como embajadora de la Unicef, y fue también eurodiputada (representó a Grecia en el Parlamento Europeo por el partido conservador Nueva Democracia entre 1995 y 1999). Renunció a la pensión vitalicia que recibía por ese cargo hasta que su país “salga de la crisis”. “Es un deber a mi patria”, explicó. “Yo vengo de la generación que pasó la Segunda Guerra Mundial. En Grecia luego tuvimos una guerra civil, y después una dictadura, y finalmente llegó la democracia. Todo eso hemos pasado y hemos salido adelante. La mala política nos llevó adonde estamos hoy en mi país, pero ya saldremos. Soy optimista”, es lo que dice ahora sobre el presente de su país.
–En la música argentina, ¿hay alguna figura que considere especial?
–Mercedes Sosa, claro. Aún hoy, ella en Grecia es una diosa. Quiero decir, aun las nuevas generaciones que no llegaron a conocerla la aman. Grabé con ella en un disco de duetos, pero sin reunirnos físicamente, fue una pena. En su repertorio encuentro esa misma búsqueda de honestidad que para mí tiene que tener cada canción para elegirla, y para amarla.
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