Gabriela Martínez, la ya histórica bajista de Las Pelotas, suelta el bajo por un momento y se frota intensamente las manos. Lleva puestos unos guantes de lana con las puntas cortadas para que los dedos se deslicen sin problemas por las cuerdas. La sensación térmica alcanza los 5 grados bajo cero y el frío gana cada vez más protagonismo. Se nota también en la vestimenta de todos los músicos que pasan por el escenario: bufandas, guantes, gorritos y camperas térmicas se tornan ine-vitables. Es la noche del sábado y la 44ª edición de la Fiesta Nacional de la Nieve, en San Carlos de Bariloche, transita su penúltima jornada. Al día siguiente, el domingo, Soledad Pastorutti y Benito Cerati serán los encargados de cerrar esta fiesta popular. La celebración contó con una gran convocatoria de público, pese a las bajas temperaturas –los conciertos eran al aire libre– y a la lluvia del sábado, que trajo como consecuencia la reprogramación de algunas actividades típicas. De esta manera, la elección de las Reina de la Nieve se realizó en la jornada de cierre y la tradicional carrera de mozos, el desfile y el concurso de hacheros se pospuso para el fin de semana próximo.

Bariloche es aún más cosmopolita en invierno. Sus calles céntricas se pueblan de turistas provenientes principalmente de Brasil –allí hay hermosas playas, pero ningún cerro nevado– y Europa. Y, claro, la tranquilidad pueblerina termina de romperse con la llegada de cientos de pibes y pibas que eligen la ciudad patagónica para realizar su viaje de egresados. En ese marco, miles de jóvenes y familias disfrutaron de conciertos y actividades gratuitas durante seis días. El evento fue organizado por el municipio local y contó con un fuerte apoyo de la Secretaría de Políticas Socioculturales del Ministerio de Cultura de la Nación y del Plan Nacional Igualdad Cultural, impulsado por los ministerios de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios y Cultura de Nación. “Es una fiesta que tiene un doble sentido: la participación e identificación de la comunidad y la promoción a nivel nacional y latinoamericano”, resaltó a Página/12 Fabián Szewczuk, secretario de Turismo municipal. Más allá de la gran convocatoria, algunos lugareños sostienen que la fiesta perdió un poco su esencia “familiar y local”. “Tenemos que recuperar la participación de antes”, cuenta un taxista. Sin embargo, destacan que la gestión comunal actual está haciendo buenos esfuerzos para recuperar el espíritu de antaño.

“Nos interesa que la artística refleje todo el abanico: los gustos de las familias, los adolescentes y los grandes”, explicó Szewczuk. En la programación musical, al menos, hubo lugar para todos los gustos. El miércoles y el jueves, la parte musical se realizó en el Cerro Catedral, y el viernes, sábado y domingo tuvo lugar en el Centro Cívico, típica posta turística de Bariloche. El viernes, los sanjuaninos Raíz y Canto, la cordobesa Suna Rocha y Los Alonsitos, directo desde Corrientes, aportaron la cuota justa de folklore a la fiesta. “Tienen una hermosa provincia. No tiene precio. Cuídenla”, dijo después del concierto Eliana Domínguez, la cantante de Raíz y Canto, uno de los grupos ganadores del concurso federal de bandas juveniles Maravillosa Música, organizado por Cultura de la Nación. Detrás de ella, el lago Nahuel Huapi y los cerros nevados confirmaban sus palabras.

Luego, Suna Rocha demostró toda su experiencia escénica. Se lució con una lista de clásicos, en la que nunca falta Yupanqui (“Honrar la vida”, “Canción con todos”, “La sachapera”, “América”, “Chacarera de las piedras” y “Guitarra dímelo tú”), e inauguró la pista de baile abajo y arriba del escenario. Los Alonsitos, sobre el final de la jornada, entregaron una necesaria dosis de color litoraleño y calor correntino. Al ritmo del chamamé, el grupo improvisó un concurso de baile y arengó al público para que se animara a gritar algún que otro sapucái. El clásico de su repertorio “Un chamamé y un carnaval” y los infaltables “Puerto Tirol” y “Kilómetro 11” –con duelo de acordeones y todo– hicieron olvidar el frío por un instante. Durante la fiesta participaron 24 artistas locales y 12 bandas nacionales.

El sábado fue el turno del rock. Por el escenario pasaron The Beetups, Alai, Christian Basso (ex La Portuaria), Nada Más y Nada Menos y Las Pelotas. Sin duda, la gran sorpresa fue la actuación de los santafesinos Nada Más y Nada Menos, otro de los ganadores de Maravillosa Música. El grupo, con músicos que no superan los 21 años, se puso al público en el bolsillo con un recital poderoso, prolijo y compacto en el que primaron la composiciones propias y un anclaje en el grunge y el nü metal. Pese a su experiencia y a su interesante proyecto musical, Christian Basso no tuvo una buena recepción del público. Tal vez, su propuesta conceptual y vanguardista no era muy propicia para la ocasión. Quienes sí recibieron el calor de la gente fueron los músicos de Las Pelotas, la banda más esperada de la jornada. Miles de pibes y pibas con remeras rockeras y algunas banderas convirtieron el Centro Cívico en un reducto rockero.

Durante casi dos horas, Las Pelotas entregó canciones de sus últimos dos discos –Despierta (2009) y Cerca de las nubes (2012)– y repasó lo mejor de su repertorio. “Vamos a dedicarle esta canción al Bocha (Sokol)”, dijo Daffunchio antes de interpretar la cálida “¿Para qué?”. El ex Sumo también recordó a Jorge Julio López a la hora de tocar “Desaparecido” y despertó el silbido generalizado con “Capitán América”. El concierto, como la banda ya tiene acostumbrado a su público, combinó una selección de reggaes (“Tucán”, “Saltando”, “Hola qué tal” y “Si supieras”), canciones para el fogón (“Será” y “No me acompañes”) y para activar el pogo (“Shine”, “Esperando el milagro”, “La clave del éxito” y “El ojo blindado”, de Sumo).