Martes, 12 de agosto de 2014 | Hoy
PLASTICA › HOMENAJE A LEóN FERRARI EN SAN PABLO, A UN AñO DE SU MUERTE
Durante su exilio político en la ciudad de San Pablo, el gran artista argentino comenzó a experimentar técnicas y materiales. El Museo de Arte Contemporáneo presenta una muestra con aquella obra de los años ’60 y ’80.
Por Fabián Lebenglik
A un año de la muerte de León Ferrari, en la nueva y enorme sede del Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de San Pablo –que funciona desde hace un año en el complejo arquitectónico diseñado por Oscar Niemeyer en el Parque Ibirapuera, frente al edificio de la Bienal– se presenta en estos días y hasta el 30 de noviembre una exposición que reúne medio centenar de obras –dibujos, esculturas, pinturas, objetos, grabados y obra gráfica– realizadas durante su exilio político en esta ciudad. La exposición, con obra perteneciente a las colecciones del MACUSP, cuenta con la curaduría de Carmen Aranha.
A partir de su llegada a San Pablo a fines de 1976, Ferrari se conectó con un grupo de artistas locales que lo impulsaron a experimentar con materiales y procedimientos, resultado de lo cual el artista argentino decide dedicarse exclusivamente a la práctica artística.
Ferrari retoma entonces en 1977 la escultura en alambre, como continuación, aunque ahora de un modo mucho más complejo de lo que venía haciendo durante la década anterior.
Se trata de una obra de encierro, de paciencia obsesiva y de un grado de barroquismo que en su complejidad se vuelve de una belleza inquietante. Entre estas piezas, una de las que aquí se exhibe, Recuerdo de mi padre, de 1977 (una estructura de alambre con iluminación incorporada en la base), da título a toda la exposición. Como escribió el crítico Fabio Magalhaes en aquel momento, “sensible a los problemas artísticos de su tiempo, León Ferrari produce una obra estrechamente vinculada a la vida que, sin perder su característica esencialmente poética, refleja situaciones de conflicto”.
Es notable el fuerte impacto de León Ferrari en San Pablo, porque a medida que se recorren los grandes museos e instituciones locales, como el MASP (Museo de Arte de San Pablo), la Pinacoteca del Estado (donde ahora se presenta la retrospectiva de Guillermo Kuitca reseñada el martes pasado en esta misma página) o el MACUSP, hay numerosas obras de este artista tanto como parte de su patrimonio como también en exhibición permanente (algunas de gran escala) tanto en esta ciudad como en el resto de Brasil.
“Al escoger la obra de Ferrari como objeto de esta antología, en su nueva sede en proceso de implantación –escribe Tadeu Chiarelli, director del MACUSP–, el museo quiso reconocer no sólo la importancia incontestable de sus trabajos en la actualidad, sino igualmente el hecho de que Ferrari es uno de los artistas internacionales mejor representados en el acervo del museo. A partir de su reciente fallecimiento, el MACUSP transforma tal reconocimiento en un homenaje a este artista que nunca se dejó someter por nada y por nadie que se opusiese al inconformismo que siempre caracterizó su obra.”
Durante su etapa paulista, Ferrari hizo arte con fotocopias, heliografías, arte por correo, libros de artista, microfichas, videotextos y estampas. Su primera muestra en esta ciudad fue organizada en la Pinacoteca, en el verano de 1978.
Una de las obras fuertes de la muestra es la pintura de gran formato sobre la crucifixión (la obra no está fechada), en la que Cristo, en la cruz, es vigilado de cerca por un buitre en actitud de espera. También se destaca la obra gráfica en la que el artista evoca la superpoblación y el crecimiento de la ciudad, a través de laberintos urbanos, calles y autopistas, por las que pululan infinidad de hombrecitos y autos en un tejido ciudadano anónimo que se caracteriza por la proliferación y la circulación tumultuosas. A través de procedimientos repetitivos, la propia repetición se vuelve una fuente de sentido, al mismo tiempo mecánica y ominosa.
Según explican Carmen Aranha y Evandro Nicolau en la presentación de la muestra, “las series La Basílica y Para Herejes, publicadas en forma de libros, marcan el inicio de la discusión de Léon, a partir de 1983, alrededor de los valores éticos y estéticos de la cultura occidental, específicamente, sobre las relaciones de poder y la violencia de los procesos políticos de América latina en los años ’70. Marcan la reflexión sobre la mujer, como símbolo erótico celebrado en la sociedad, y la religión cristiana como la gran rueda propulsora de los estados antiéticos y antiestéticos. La Basílica presenta collages de imágenes y Para Herejes mezcla reproducciones de grabados de Durero, en especial de la serie Apocalipsis, a dibujos eróticos de carácter pagano. Las relaciones pecaminosas pregonadas por el cristianismo, en buena parte de esta producción del artista, sitúan la discusión acerca del dogma católico y de las contradicciones inherentes a la práctica religiosa”.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.