A punto de cumplir 34 años, el hombre más junado de Frías no ha perdido ciertas costumbres. En el fondo de la palermitana Boutique del Libro, muy lejos de aquella pequeña ciudad, luce desparramado sobre un sillón rojo. Son las 4 de la tarde, el frío lastima caras, llovizna, y Raly Barrionuevo –santiagueño de pura cepa– ¡está durmiendo la siesta! El sueño parece profundo y cuesta despertarlo. Transcurren unos veinte minutos hasta que accede a la vigilia. Bosteza, se despereza y le pide a la moza que caliente su café congelado. “Soy macho y me la banco, loco”, es lo primero que dice, cuando tiene que salir afuera para la foto. Apenas tiene una remera y un chaleco sin mangas, pero luce contento. Tal vez sea por el caliente clima interno que lo acompaña en los momentos previos a la presentación de Paisano vivo, mañana en El Teatro de Flores. “Lo que me anima de estas presentaciones es que tocás para gente muy abierta. Está bueno, porque yo cuando era chico no recibía más que chacareras y chacareras”, recuerda.

Paisano vivo es un combo multiforme de géneros populares. Incluye 17 canciones, la mayoría grabadas en sus discos anteriores (Circo criollo, Población milagro, El principio del final), y dos estrenos: la bellísima “Baguala del desengaño”, de Jacinto Piedra, y “Corazón Atamishqueño”, una chacarera con música de Carlos Carabajal y letra de ¡Leo Dan! Las define como retazos de su pequeña historia discográfica y fueron registradas durante siete conciertos. “Fue una odisea grabar en siete lugares diferentes y con públicos diversos. La idea fue que parezca un solo concierto. Para mí es como un símbolo, porque Buenos Aires y Frías merecen el mismo respeto.” Mientras habla, Raly revolea una botella vacía de agua mineral y mira bastante poco a los ojos del otro. Es tímido. Cuenta que a su “hit” rebelde –“Ey Paisano”– le subió un tono y que la versión de “Hasta siempre”, de Carlos Puebla, quedó bien punky. También, que optó por modificar “Te recuerdo Amanda”, de Víctor Jara. Pero la esencia de ellas sigue siendo la misma: las cruza un aura militante. “Con la música puedo participar, acompañar y generar espacios. Las luchas campesinas y la educación popular son mis objetivos. Es cierto que tengo que cantar y tocar bien la guitarra, pero ¿hacia dónde lo encamino después? Tengo esa necesidad. Siempre se construye colectivamente.”

Raly, además de promesa cumplida del nuevo folklore argentino, es uno de los cuadros más notorios del Mocase (Movimiento Campesino de Santiago del Estero) y también está conectado con los diferentes movimientos afines, que están surgiendo en el castigado norte de Córdoba. Asiste a campamentos-asamblea. También a paneles y a los referenciados talleres de formación. “Pertenezco al movimiento por el mandato de los compañeros campesinos. Son espacios en los que necesito estar siempre”, sostiene. Raly tiene pensado motorizar una gira campesina. Tocar en lugares donde se están produciendo desalojos ‘importantes y pesados’. “El objetivo es que las familias recuperen sus tierras. El avance de las grandes empresas con el tema de la soja provoca daños ecológicos y sociales. La expulsión de campesinos de su hábitat hace que sufran discriminación en las ciudades.”

–¿Alguna vez lo amenazaron?

–Algún ser oscuro me llamó y me dijo “dejate de joder con el tema del Mocase”. El feudalismo es común en Santiago. Y el aparato represor de Juárez aún no está desactivado.

–¿Tiene miedo?

–No sé si por efecto de mi imaginación o no, pero me he sentido perseguido. Algún que otro sábado a la tarde me junto a jugar al básquet con mis amigos. La última vez, un auto me persiguió hasta que entré al club. Cuando salí, también lo vi. Y después fui a visitar a unos amigos y también estaba. Capaz que es una coincidencia, pero había gente densa adentro. Esto no quiere decir que yo sea el héroe de la resistencia ni mucho menos. Digo que los aprietes existen.