Viernes, 5 de junio de 2015 | Hoy
MUSICA › EL CANTANTE Y COMPOSITOR LUCIO MANTEL PRESENTA CONFIN, SU NUEVO CD
En esta nueva etapa, el músico encuentra un equilibrio entre su pasado eléctrico y su búsqueda por una canción acústica y criolla. “Cuando hago un disco no busco una continuidad. En realidad, busco lo contrario: la forma de romper con lo anterior”, destaca.
Por Sergio Sánchez
Hay una serie de rasgos que caracterizan a una camada de músicos identificados con una corriente estética urbana que tiene a Spinetta, Charly García o Fito Páez como sus referentes. Y esos rasgos tienen que ver con mutar en cada disco, poner por delante a la canción y no seguir la zanahoria del mercado –aquella que, por ejemplo, alimenta a los Premios Gardel–. Uno de ellos es Lucio Mantel, un compositor e intérprete treintañero que ya tiene un interesante camino recorrido y que consolida en su cuarto disco, Confín, un modo comprometido y complejo de entender la música. “Cuando hago un disco no busco una continuidad. En realidad, busco lo contrario: la forma de romper con lo anterior. Pero sé que el escape es imposible: uno sigue siendo uno. Trato de distanciarme de los terrenos que ya conozco. Me aburre repetirme. Por eso, todos los discos tienen una variación tímbrica en lo instrumental y también en la forma de componer”, explica Mantel, quien presentará su último trabajo hoy, a las 21, en Caras y Caretas (Sarmiento 2037). “La palabra ‘confín’, en el diccionario de la Real Academia, es el lugar más lejano al que uno puede llegar con la mirada. Y ése es el concepto que rige el disco, tratar de romper con el terreno compositivo que ya transité”, cierra la idea.
En esta nueva etapa, Mantel encuentra un equilibrio entre su pasado eléctrico y su búsqueda por una canción acústica y criolla. Ambos mundos sonoros están presentes en Confín, que propone un universo sonoro barroco, por momentos surrealista y lleno de matices. “Todos los discos tienen algo que los diferencia de los anteriores. Pero éste es el más potente, porque logra involucrar un montón de tipos de instrumentos y sintetiza mis experiencias musicales. La base es una banda de rock, pero sobre eso hay sitar, arpa, theremin, corno francés, tuba, eufonio. Se abre una paleta sonora y a la vez el disco es súper sintético. Durante la presentación, voy a tocar con una instrumentación de banda de rock, un cuarteto de cuerdas, una sección de vientos y piano; para tratar de reflejar lo más fielmente posible las canciones del disco”, cuenta Mantel, quien se encargó de hacer los arreglos orquestales de la mayoría de los temas. “Péndulo” y “Otro sobre el tiempo” estuvieron a cargo de Alejandro Terán.
“Este disco tiene dos temas que hablan de la canción. Una desde el lugar del compositor, que es ‘Péndulo’, que habla de cómo uno empieza a ser atravesado por lo que los otros proyectan sobre lo que uno compone o cómo uno empieza a hacerse sensible a las energías de los demás. Y ‘Morir de ruido’ habla de la búsqueda que todos tenemos por encontrar la canción que cante por nosotros”, repasa Mantel. En esta última, Fito Páez aporta su inconfundible voz. “Le di varias canciones para elegir, pero quería que cantara esa. Es muy significativo haberla grabado con Fito, porque él hizo varias canciones que me hubiera gustado componer. Es un autor fundacional para mí”, confiesa.
Desde lo estrictamente musical, el disco tiene una especie de blues medio psicodélico (“Astronauta”), una melodía que la salida del sol (“Luz de día”, el corte de difusión) y un aire de zamba, “Deshielo”. “Es la primera canción que estuvo terminada, que abrió este disco. Fue la que me marcó una línea estética de trabajo. Habla del acto de llorar, es una especie de elogio del llanto. En una época, no sé por qué lloraba mucho y sentía que me estaba limpiando por dentro. No me sentía especialmente triste, pero necesitaba llorar. Pocas canciones mías representan un momento, en general expresan un estado de cosas que se repite a lo largo del tiempo”, cuenta el compositor. En el concierto, habrá músicos invitados que participaron en el disco, como Gillespi, y otros que por alguna razón conectan con su música, como el siempre actual Palo Pandolfo, y la joven cantante Ana Moli.
–¿En este disco también se consolidó su faceta de cantautor?
–La palabra cantautor me aparece cuando doy reportajes, pero no me siento cantautor. Es entendible que, desde el lugar de oyente, se tenga esa lectura y es correcta, de alguna manera. Pero las canciones no sólo son influenciadas por canciones, sino también por música instrumental, poemas, pinturas, películas, ideas y contextos sociales. Nunca me sentí cómodo en el lugar tradicional de cantautor. Por ejemplo, soy el arreglador orquestal de la mayoría de las canciones del disco. Y ese trabajo no tiene mucho que ver con la figura del cantautor. Tampoco el de productor artístico, tarea que ocupé en este disco junto a Manuel Schaller. Cuando hago un disco pienso mucho en los arreglos. Lo primero que entra por el oído es el color del audio y no es algo que está en la tradición del cantautor. Aunque después agarro la guitarra, toco mis canciones y la palabra y la melodía son las que reinan.
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