Sábado, 22 de agosto de 2015 | Hoy
MUSICA
Por Carlos Ulanovsky *
Daniel significó lo mismo que significa cada tipo talentoso, inteligente y buena persona que se va. Es una pena enorme, una sombra. Y, efectivamente, conocía a Daniel desde hace muchísimos años. No éramos íntimos amigos, pero nos veíamos tres veces al año, principalmente en los estrenos de Les Luthiers.
Yo tuve la suerte de ser el curador, junto con Sebastián Masana, de la muestra que se hizo en 2007 en el Centro Cultural Recoleta, por el festejo de los 40 años del grupo. Y todos colaboraron muchísimo, ofreciendo desde sus archivos hasta la presencia permanente. Uno de los que más se brindaron para estar presente fue Daniel. Era un todoterreno, un gran comediante. Corrijo: un extraordinario comediante. Llenó centenares de teatros, pero si se hubiera probado en otro tipo de teatro habría demostrado también lo que era. Eso se vio en algunas películas en las que participó, sobre todo en Mi primera boda, en la que trabajó con Marcos Mundstock y Daniel hizo de rabino con una participación muy graciosa.
En el trato, Daniel era un tipo encantandor. Nos escribíamos bastante. El era hincha de Independiente y yo soy de Racing: ese vínculo también daba para chanzas, chicanas e ironías. Primero que nada, de él queda esa cosa impresionante que hicieron en I Musicisti. Y estos casi cincuenta años de un humor de un nivel extraordinario. Realmente, todos los integrantes de Les Luthiers hicieron un trabajo admirable. Y en un país como el nuestro, en el que los grupos nacen para fracturarse rápidamente, ellos hicieron lo necesario como para persistir. Hasta se analizaron juntos: hicieron terapia de grupo.
No caben dudas: es una gran pérdida.
* Periodista.
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