Jueves, 28 de abril de 2016 | Hoy
MUSICA › LIDIA BORDA ACTUARá ESTA NOCHE Y EL PRóXIMO JUEVES EN CAFé VINILO
La cantante interpretará un repertorio distinto del habitual, con versiones de temas de Charly García y Chico Buarque, entre otros. Además de tangos, claro. “Me gusta lo distinto”, dice.
Por Cristian Vitale
No son los tangos habituales. Lidia Borda aprovecha los abundantes recursos de su voz para cantar “Total Interferencia”, de Charly García, o “Parlami d’amore, Mariú”, la pieza de Cesare Bixio y Ennio Neri que Mercedes Simone cantaba en castellano hace mil, pero ella prefiere respetarla en italiano. Es aún la prueba de sonido y ya conmociona. Remueve sentidos. Está acompañada por un pianista que es un Maradona de las teclas (Daniel Godfrid), y que será su sola compañía durante el ciclo de conciertos que prosigue hoy y el próximo jueves siempre a las 21, en el Café Vinilo (Gorriti 3780). “No todo, pero sí varias canciones no son tangos. El ciclo tiene que ver con agregar un espectro sonoro de canciones, además de lo que venía haciendo. Y esto provoca un contraste interesante”, señala ella, en la previa del primero de los conciertos. Un concepto que refrendará cuando la prueba de sonido mute en recital “en serio” y ella meche un “Necesito”, de Sui Generis con una chacarera (“Dejame que me vaya”). O un tangazo como “Mano a mano” con una extraordinaria pieza de Chico Buarque cantada en portugués: “Geni y el zeppelin”, más los nombrados y un puñado de canciones más, para todos los paladares. “Me gusta lo distinto, porque te permite trabajar con la voz, con los arreglos, posibilita una cosa refrescante. Algo que no es siempre una misma paleta”, refuerza ella, durante el break entre la prueba de sonido y el concierto.
–¿Esto tiene que ver con un antojo, con un “capricho” o con una decisión de no querer quedar muy pegada al tango?
–La verdad es que yo comencé profesionalmente por el tango porque cuando empecé a cantar era medio imposible presentar un repertorio más ecléctico. La gente necesitaba saber que eso que estaba apareciendo tenía forma de algo... costaba bastante la cosa más amplia, más heterogénea.
Borda, nacida hace cincuenta años en la localidad de San Martín, se refiere no a sus comienzos como cantante de jazz y blues junto al grupo los Moyanos (mediados de los ochenta), sino a una etapa inmediatamente posterior, vinculada al 2 por 4. La época del espectáculo Glorias Porteñas; de su disco debut publicado en 1997 (Entre sueños). Y de los subsiguientes (Patio de tango, Será una noche, Ramito de Cedrón, Manzi, caminos de barro y pampa y Tal vez será su voz), que la fueron posicionando como una de las mejores cantantes de tango –si no la mejor– en lo que va de este siglo. “La verdad es que tenía pensado dedicarme al tango uno o dos años, pero me atrapó, porque había muchas cosas para hacer con este género, y las sigue habiendo. De hecho, nosotros no tenemos una mirada clásica sobre los arreglos, y buscamos otras formas, otras aristas... sería como una síntesis de algo que se cortó como evolución”, explica Borda, cuyo último disco a la fecha es el más extratango de su discografía: Canciones de Atahualpa Yupanqui.
–¿Se refiere a la “decadencia” del género en los años setenta?
–Sí, desde el momento en que se corta su auge poético, compositivo e interpretativo. Eso se estancó y luego tomaron la posta otros estilos, otras canciones. El tango había sido el representante de varias generaciones, cuando la juventud no estaba considerada como independiente, digamos. Cualquier pibe, en los 40 o los 50, silbaba un tango por la calle porque era su música. Era lo que le gustaba. Después, eso cambió mucho cuando las generaciones se empezaron a separar, a distanciar, y aparecieron otras búsquedas en el qué y en el cómo decir a través del rock, del bolero, de otras músicas.
La cantante ancla en aquella época parteaguas que, de alguna manera, originó el nombre del ciclo (“Caramelos Surtidos”) y, de paso, la define como emergente de tal transición. “Para mí, el tango y todo lo que vino después es una mezcla que tengo desde que nací”, sentencia ella, que tuvo el privilegio de inaugurar la Ballena Azul del Centro Cultural Kirchner junto a la Orquesta El Arranque y Diego Schissi. “Es cierto que cuando era chica escuchaba muchísimo tango porque mis viejos eran súper tangueros, pero también tenía un hermano (Alejandro) que me hacía escuchar Pink Floyd y otro (el guitarrista Luis Borda) que tocaba en el grupo progresivo Ave Rock y también le gustaba mucho el jazz. Tenemos una diferencia de edad que, cuando yo era chica, era muy notable. Por ejemplo, yo tenía siete años cuando Luis tocaba en Ave Rock... él ya estaba construyendo una cosa con la música, con el sonido y yo todavía era una nena. Pero a la vez, todo eso era parte de mi alimento musical, junto con Floyd o Los Beatles, grupos que me hacía escuchar Alejandro. Y todo eso, además, mezclado con las canciones infantiles, porque también escuchaba a María Elena Walsh”, orienta Borda, sobre su génesis musical.
–Un mosaico estético que impregnó muy temprano su sensibilidad...
–Y es bellísimo, porque quiero a casi toda la música popular. Salvo excepciones, me parece que siempre tiene una respuesta a algo. Entonces, lo que estamos haciendo ahora, casi sin pensarlo, es justamente reflejar ese cruce generacional. Me parece que esta es la novedad. Mezclar cosas de Charly García con otras de Homero Manzi tiene que ver con esto, con lo novedoso. Y esto no es cantar cualquier cosa. A mí me resulta necesario desde lo vocal y expresivo, porque el tango es muy tirano, como lo son todos los géneros que tienen un encuadre tan concreto ¿no?, y entonces tiene un límite a través de lo que se dice en cuanto a las letras, o a lo que una puede trabajar vocalmente.
–Como “Parlami d’amore, Mariú”, la que cantaba Mercedes Simone.
–Un encuadre que me encanta, sí. Yo tengo muchas partituras viejas en casa, y entre ellas había una de esta pieza en italiano, y la verdad es que me gustó más hacerla en ese idioma que en castellano.
–¿Tienen destino de disco estos “caramelos surtidos”?
–Sí, porque no son solo de chocolate y dulce de leche (risas). Están estos nuevos conceptos, y también tangos que venimos tocando desde hace mucho tiempo, y que no los tenemos grabados. La idea es hacer un disco doble, uno de tangos y otro con estos caramelos, que incluye el resto de nuestros gustos.
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