Viernes, 29 de julio de 2016 | Hoy
MUSICA › ALFREDO PIRO PUSO EN PAUSA EL TANGO Y ABORDO EL ROCK EN CANCIONES USADAS
Aunque tiene un profuso currículum y el peso de la historia familiar en el 2x4, el cantautor decidió mostrar otro costado de su formación musical: el que descubrió en oscuros sótanos del under rockero argentino de los 80.
Por Cristian Vitale
Le da por el tango. Por cantarlo, como cuando debutó con su madre, Susana Rinaldi, en 1996; se puso al frente de la Filiberto cuando la dirigía su padre, Osvaldo Piro; fue parte del espectáculo Cantor de tangos”, junto al Chino Laborde y el Cardenal Domínguez; invitado del Sexteto Tango; o pata masculina de dúos con Lidia Borda, Dolores Solá y su hermana Ligia. Por producirlo, como hizo con Voy & yo, disco de su madre y Leopoldo Federico que terminó ganando un Gardel en 2011. Por actuarlo, como en el film La cantante de tango, de Diego Martínez Vignatti. Le da por el tango, entonces, pero ahora le dio por el rock: Alfredo Piro acaba de publicar un disco que, bajo el título de Canciones Usadas, consta de nueve versiones libres de un cancionero que lo enamoró, incluso antes que el 2x4. “Los recuerdos se me apilan de manera casi fotográfica”, lanza él, acerca de los primeros cruces con el género que mamó de adolescente, mientras le fluyen recuerdos en consecuencia.
“Me acuerdo de un recital de Don Cornelio y La Zona, en Medio Mundo Varieté, donde al comienzo se escuchaba una misa grabada con un rezo que decía ‘Santa Maria Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, amén...’ y después arrancaban ellos, cual aplanadoras, con ‘Patearte hasta la muerte’. Otro fue el de Todos Tus Muertos en el Parakultural, donde el público terminó escondido en los baños y debajo de las mesas porque había entrado una banda de skinheads. También recuerdo uno de Fricción en el viejo Palladium de la calle Reconquista, que terminó con Gustavo Cerati y Charly García tocando en los bises”, evoca sobre los cimientos vivenciales que dieron impulso al disco, que Piro presentará mañana a las 21.30 en el CAFF (Sánchez de Bustamante 772). “Inolvidable también fue el primer gran recital de mi vida, The Cure en Ferro, bajar del tren y ver toda esa procesión de new romantics con algunos infiltrados de ocasión, e intentar entrar a la cancha, mientras se escuchaban los ecos de La Sobrecarga. Nunca supe cuánto llegaron a tocar ni cómo, nadie me cortó la entrada, terminé en la platea y vi durante todo el concierto la cacería en el campo. Y ese cierre tan complicado con ‘In between days’ y ‘Close to me’...”, sigue evocando Piro.
Aunque haya reminiscencias a The Cure en la versión de “Habitantes” (Daniel Melero), o de “Foxy Lady” (Jimi Hendrix) en “Porque hoy nací” (Manal), no existen temas foráneos, porque se trata de un homenaje muy personal al rock argentino. Sí hay, como sugieren las primeras anécdotas, de Richard Coleman (“A veces llamo”); de Palo Pandolfo (“Una señal en el agua”), y del flaco Spinetta, como indica la que sigue: “Me acuerdo de ver por primera vez a Spinetta en los lagos de ATC y escuchar canciones que después fueron icónicas como ‘Resumen porteño’ o ‘Camafeo’”, rememora el cantautor, que se fue hasta los primeros años de Almendra para transformar a su manera “Ana no duerme”. “Igual, no hay una pretensión revisionista, el disco no paga tributo al rock argentino. Si fuera éste el propósito, faltarían varios imponderables. Reclamarían prioridad otros artistas para el común colectivo y entonces ya sería otro disco. No sería un disco mío. El punto es que habla más de mí porque remite a los artistas que elegí a los 14, 15 años, y que vuelvo a elegir”, justifica.
La génesis de Canciones Usadas también hay que buscarla en ciertas licencias que el cantautor se tomaba en ciertos shows. “En algunos momentos me encontraba solo con mi guitarra, y esto permitía salir de la rutina y cantar algo fuera de la lista de temas”, ratifica él, y tira ejemplos plasmados en el disco como “Amanece en la ruta”, de Suéter. “Al mismo tiempo, esto desembocó en un proyecto que me permite sin tanta infraestructura poder recorrer un montón de lugares que antes, con el sostén de una banda de seis músicos, me era muy difícil”, reconoce Piro quien, entre otras licencias, se tomó la de juntar en un mismo trabajo un tema de Melero con otro de los Redondos (“Ropa sucia”), de Sumo (“Estallando desde el océano”) con Virus (“Pronta entrega”), y a Zavaleta con Spinetta. “Pero ojo que Melero y los Redondos se juntaron en Oktubre mucho antes de que los junte yo”, advierte Piro. “La verdad es que no veo trincheras en la música. Nunca me enganché en la futbolización del rock. Hoy, si hacemos una relectura de aquellos años, claramente hay una vanguardia notable tanto en Sumo como en Virus. Bienvenidos sean todos los cruces posibles, porque nada es puro”, sentencia el músico, que tampoco tiene pruritos en hacer convivir “su” rock con el tango que lleva en los genes.
“Lo que más me interesa del tango como cultura es explorarlo para no recaer en los espacios trillados: buscar nuevos tangos, revisitar lugares poco transitados, abordar nuevos autores y crear mis propios tangos, también”, manifiesta. “Si quiero cantar ‘El choclo’, busco parámetros armónicos y estéticos hasta encontrar mi propia versión. Digo esto porque hay una cosa medio vaga de ciertos intérpretes consagrados para ir a buscar nuevos tangos. Ves los festivales de tango más populares, que no son tantos (el de la ciudad de Buenos Aires, el de La Falda, o el de Justo Daract) y llevan mayormente a los mismos artistas que siguen cantando las mismas canciones, los mismos tangos hace veinte, treinta y cuarenta años. Por supuesto que abogo culturalmente por nuestra memoria cultural, porque sin memoria no hay identidad, pero no podemos circunscribirnos a un repertorio estático. Por suerte, hay al mismo tiempo hay otros festivales que emergen desde los barrios de manera absolutamente autónoma, independiente, donde uno puede ver nuevos artistas y nuevos tangos”.
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