Viernes, 29 de julio de 2016 | Hoy
MUSICA › NICOLAS RALLIS SE PRESENTA EN MEDITERRANEA CAFE
Por Cristian Vitale
La mayor parte de las canciones que pueblan el disco de Nicolás Rallis surgió cuando la su madre partió hacia el más allá, hace casi tres años, y de ahí viene el título: Estábamos tan tristes que no podíamos cantar. “Entiendo que es algo curioso porque en realidad nunca dejamos de cantar, la música estuvo y está siempre presente, acompañando”, intenta explicar el multiinstrumentista del Ensamble Chancho a Cuerda, que mostrará su flamante trabajo hoy a las 21.30 en el Mediterránea Café, de Tucumán al 3300. “La relación con la infancia en el disco fue un descubrimiento y no tanto una decisión. Las canciones me fueron llevando, porque empecé a hacer un disco sobre la vida y los duelos”, dice Rallis, que le dedicó el álbum a su madre: “Pensar su partida y pensar este tiempo sin ella fue el eje de este disco. Y lo de la dedicatoria es algo raro, porque una de las conclusiones más tristes fue darme cuenta de que no importaba si a mi mamá le hubiese gustado, porque ella no iba a poder escucharlo”.
Rallis pega el grito primal en “Cantor”, donde exhala en clave de copla que aprendió a ese oficio en la panza de su madre. “‘Canto y te nombro, Lucía, desde el fondo ‘e mis entrañas’… más claro, imposible”, profundiza acerca de la vía central de su tercer trabajo solista. Allí, además de ocho piezas nacidas de su pluma, integra versiones de María Elena Walsh (“Canción del jacarandá”); Lautaro Matute (“Multitud”); Joan Manuel Serrat (“Mediterráneo”) y Lennon-McCartney /(“Lucy in the sky with diamonds”). “Serrat y Walsh, cómo Mercedes Sosa y Cecilia Todd, me remiten a la infancia, porque son músicas que se escuchaban en casa. El legado que nos dejó Walsh es gigante, sus canciones son muy poderosas y siguen emocionando hoy. En cambio, con Lennon y los Beatles la relación es muy reciente. La idea de versionarlo fue una propuesta para un festival que armó la sala Vuela El Pez y tomé el desafío. Fue muy lindo traer esas imágenes psicodélicas y resignificarlas”, cuenta el cantor y guitarrista.
El disco grabado fue entre la madrugada y el amanecer del 1º de noviembre de 2015, en una casa de Villa Gesell, frente al mar. “Los pájaros nos molestaban, pero terminamos abriendo las ventanas para que fueran parte. Se logró un sonido crudo, en el que se escucha de fondo el mar y mi voz tal cómo es. Por momentos afinada, por momentos no, y bastante cansada por la exigencia de la jornada”, admite Rallis. “La idea fue recurrir al canto cómo algo sanador, ritual y totalmente alejado de la idea de escenario-público. Algo que tenemos que defender como sociedad, porque pareciera que la música solo esta reservada para `los artistas` y en los conciertos”. El material, entonces, no tiene sobregrabaciones, ediciones ni correcciones. “En lo sonoro, es mucho más jugado que mis otros discos, porque pone en evidencia mi propia voz al frente, como parte de la identidad. Por primera vez grabé enteramente en vivo. No hay forma de corregir, y tampoco hay motivos para hacerlo”, sostiene el músico.
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