Sábado, 1 de octubre de 2016 | Hoy
MUSICA › JORGE SAD LEVI PRESENTA EN VIVO EL MATERIAL DE MUSICA PARA (SERES) PARLANTES
El músico dice “reivindicar de alguna manera la experiencia libertaria del rock de los setenta” con un material que elude a conciencia las caracterizaciones esquemáticas.
Por Cristian Vitale
No es un capricho semántico que, en el título del disco, la palabra “seres” esté entre paréntesis. Sin ella, quedaría “Música para parlantes”; con ella, lo mismo, pero con el plural de ser entre “para” y “parlantes”. Será pues quién lo pensó (Jorge Sad Levi) quien tenga que explicarlo. “Me gustó el juego de hacer algo pensado como una producción rockera, pero de música contemporánea”, desanda este compositor, y el primer ejemplo que se le viene a la cabeza es Before and after Science, de Brian Eno, cuya edición en vinilo trae todas canciones de rock en el lado A, y todas baladas “calmas” en el B. “Lo tomo de modelo en el sentido que las piezas impares de mi disco son electroacústicas, mientras que las pares son mixtas, es decir un instrumento con electrónica”, sigue destrabando este compositor, docente e investigador que presentará su criatura musical hoy a las 20 en el Auditorio Kraft (Florida 681) tras una “girita” que lo paseó por Madrid y Utrecht. “De lo que se trata es de hacer sonar la música contemporánea con la fuerza de un disco de rock”, ratifica Levi.
En efecto, la apertura (“Ave Roc”) no solo está inspirada en el libro de los seres imaginarios en homenaje a Borges, sino también en la banda que armaron Daddy Antogna y Luis Borda en el primer lustro de los setenta (Ave Rock). “Es un guiño a ello y a ciertos recuerdos de músicas escuchadas en esa década, que tenían mucho que ver con lo que quería hacer: música experimental y electroacústica, pero sin olvidar de dónde vengo”, revela Levi, que no escatima palabras en poner como faro al Pink Floyd de Meddle o Ummagumma, a The Beatles o Prince.
“Me parece que hay una cuestión con la sonoridad que me podía servir como referencia al momento de mezclar las piezas para captar el interés del tipo que es curioso, que viene del rock o del jazz, pero que tiene el espíritu abierto. Por eso no puse ninguna valla de formato... al contrario, y creo que no estoy solo en esto”, enfatiza el músico que, luego de la presentación en Buenos Aires, partirá hacia Caracas para participar del Festival Latinoamericano de Música de Venezuela, a fines de octubre. “Entiendo que la música que hago no se puede pasar con facilidad por la radio, porque reivindica de alguna manera la experiencia libertaria del rock de los setenta. Por eso pienso bastante en esa idea del post rock, es decir, el rock por otros medios. Pregunto, ¿qué hubiera pasado si bandas como Gentle Giant o King Crimson hubieran seguido sin cambiar su estética en los ochentas, que es cuando se da el gran quiebre en la historia del rock?”, se pregunta Levi.
–Lo que está diciendo puede resumirse como una estrategia para llamar la atención de mayor cantidad de público sobre una música poco popular, pensando en términos de “cultura de masas”, claro.
–Puede ser. Yo diría que me gusta mucho la idea de pensar la música como un tiempo coloreado, como un timbre, como un sonido que evoluciona en el tiempo, y de repente pienso en cómo entraban Invisible o Pescado Rabioso en la gente: entraban de la misma manera. Recuerdo que, en esa época, nos comprábamos ciertos discos porque la tapa era linda. Hay una cierta idea de que vos tenés un disco, y tenés un todo.
–La imagen como algo que sugiere un “algo más” tentador.
–Un color y un diseño conformando algo que está dentro del consumo popular.
En efecto, la tapa de Musica para (seres) parlantes (de Gustavo De Tanti) muestra tres musas inspiradoras navegando sobre algo que parece ser una canoa llena de instrumentos, escaleras, animales, partituras y otros objetos entremezclados y poco reconocibles, que dan con la idea de Levi. “Es un dibujo un poco psicodélico, sí. Yo diría que sugiere la idea de las musas, pero es difuso, ambiguo, atemporal y, por ende, tentador. Esto en cuanto al contenido, respecto de la forma diría que la puerta de entrada es ‘La guitarra de Macedonio’”, agrega, pensando en un fragmento que explique el todo.
–Pero es el track diez, ¡el que lo cierra!
–(Risas.) Sí, porque es una pieza cuyo proceso de composición partió de una cita que leí hace como treinta años. Creo que era de Gabriel del Mazo, y contaba que habían encontrado a Macedonio Fernández haciendo unos rasgueos, tirado en la cama, y le preguntaron ¿qué es esto?, ¿qué estás haciendo? Y él contestó: “Tengo la convicción de que hay un sonido del que sale toda la música, una célula primordial”. Y yo pensé ¡hay que hacer una obra con esto! Amo a Macedonio...
–El origen de la pieza revela un puente entre la literatura y una música cuyo mensaje tiene poco que ver con la literatura.
–Sí, nexos que dan para plantear una interfase con la escucha de los otros.
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