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Jueves, 6 de septiembre de 2007

MUSICA › EL GRUPO LA OCHAVA Y SU 2X4 CON GUITARRAS ELECTRICAS

Por las fronteras del tango

Osvaldo López, Gastón Puy y Leandro Juárez presentan su primer disco, Tresporfuera, esta noche en el bar Tuñón.

 Por Karina Micheletto

No son las guitarras de Grela, ni quieren serlo. Hacen tango con guitarras... eléctricas. Los tangos que transitan son bien conocidos: “Naranjo en flor”, “Nostalgias”, “Uno”. El oyente podrá seguirlos tarareando la letra, pero suenan diferentes, con cruces y efectos eléctricos importados de otros géneros. Estos tangueros fuera de norma –pero bien plantados como tangueros– son La Ochava Tango, una de las formaciones jóvenes que busca acercarse al género transitando sus fronteras. Este jueves a las 21 presentarán su primer disco, Tresporfuera, en Tuñón (Maipú 849), abordando tangos clásicos desde su particular formación de tres guitarras eléctricas.

Los integrantes del grupo –Osvaldo López, Gastón Puy y Leandro Juárez– tienen entre 28 y 31 años y se conocieron en la Escuela de Música Popular de Avellaneda. Estudiaban jazz, pero también tuvieron maestros como Aníbal Arias: “Juntamos toda la música que escuchamos, más lo que nos enseñaron los maestros de jazz y de tango, y con todo eso hicimos una suerte de ensalada”, grafica López a la hora de describir el origen del grupo. “Del jazz tomamos la parte armónica, todo el juego de la improvisación, y del tango nos fascinamos con todo lo que empezamos a descubrir”, explica.

¿Y qué dice la guardia histórica del tango cuando escucha que le enchufan una guitarra a “La cumparsita”? Los integrantes de La Ochava juran que, en todos los casos, los encuentros fueron alentadores: “Una vez tocamos en el Colegio de Abogados, y todos los que fueron a escucharnos esperaban encontrarse con tango bien típico. Cuando nos vieron caer con las guitarras eléctricas vimos que iban poniendo caras de ¿qué pasa acá?”, recuerda Juárez. “Pero al final nos felicitaron, nos dijeron que era una vuelta nueva para el tango. Es que lo que hacemos podrá gustar o no, pero se entiende que la búsqueda es sincera.” Puig tiene otro ejemplo: “Una noche tocamos en la confitería La Ideal y nos tomamos el atrevimiento de arrimarnos a un par de veteranos tangueros. Realmente no sabíamos lo que nos iban a decir, pero nos dieron el OK. Nos dijeron que le diéramos para adelante porque lo que hacemos es auténtico y tiene fuerza”.

Para hacer tango, los músicos de La Ochava usan una Fender Stratocaster, una guitarra de media caja típica del jazz, y otra tipo Les Paul. Y a la hora de enumerar influencias, los primeros nombres que aparecen no provienen del tango: Bill Evans, Gismonti, Pat Metheny, por ejemplo. “Es que venimos del palo del jazz”, se justifica López. “Pero eso no quiere decir que además no admiremos a los grossos del tango: Piazzolla, Pugliese, Salgán...” En su disco debut, La Ochava Tango recorre un repertorio que va desde la Guardia Vieja al tango de vanguardia de los hermanos Expósito, Cadícamo, Troilo, Razzano y Piazzolla. “Básicamente, empezar a volcar todo nuestro bagaje sobre toda la música que escuchamos en nuestras vidas y nuestras influencias musicales, que vienen más del jazz”, define López el trabajo del trío. “Estudiamos música clásica y venimos de otros palos: del blues, del rock, hasta del heavy. Y más tarde nos fascinamos con el tango. Con todo eso hicimos este disco.” “Además, tres guitarras eléctricas te motivan para dispararte hacia diferentes lugares, buscar una sonoridad más brillante o trabajar con efectos”, completa Puy.

Juárez explica: “Los tres hicimos la carrera de jazz, pero también sumamos lo que escuchamos por fuera de la escuela, que lógicamente está muy marcado por el rock, por una cuestión generacional. La idea es tomar estos elementos de jazz y transitar el tango”. Una de las figuras importantes en la formación de La Ochava Tango fue Aníbal Arias, maestro profesor de los guitarristas. “Las clases de instrumento son individuales, y mostrarle un tema a él, un tipo que tocó con Troilo, con todos, era como rendir examen en cada clase”, cuenta Puig. “Pero él me decía: ‘No, pibe, tocá tranquilo. Tocá como si estuvieras en la cocina de tu casa, pensá que son horas de vuelo. Tenés que hacerte dueño del tema’. Ahora, eso es lo que trato de hacer con cada tango.”

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Los músicos aseguran que la guardia histórica los alienta a experimentar.
Imagen: Bernardino Avila
 
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