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Jueves, 13 de septiembre de 2007

MUSICA › LEON GIECO Y EL CUMPLEAÑOS DE PAGINA/12 EN EL LUNA PARK

Veinte años de historia, una velada de emociones fuertes

Las Madres de Plaza de Mayo, los chicos del Mundo Alas, los saludos de personalidades de la cultura, los tambores de Rataplán, el documental que recorrió año por año la historia del diario, la música: el estadio lleno dio el marco ideal para un festejo lleno de matices.

 Por Karina Micheletto

La fiesta de cumpleaños de Página/12 en el Luna Park (el martes, gratis para sus lectores) tuvo al mejor anfitrión posible: León Gieco, quien ofreció su extraordinaria actuación de regalo para el diario y sus lectores. Junto a él, una serie de músicos, cantantes y bailarines que brillaron en la primera parte del show. Como ocurre en toda celebración de aniversario redondo –y en algunas fiestas de cumpleaños, cuando se juntan los viejos amigos–, la música y el festejo dieron paso a los recuerdos compartidos y al inevitable balance. A lo largo de casi cuatro horas, además de dos sets de música diferentes, hubo espacio para dar cuenta de la historia del diario y, de paso, de la historia de los últimos veinte años del país. Esa historia que relatan, con belleza, muchas de las canciones de Gieco.

Cerca de las ocho y media de la noche empezaron los primeros aplausos, cuando ingresaron al estadio las Madres de Plaza de Mayo. Junto a ellas, se fueron acomodando los representantes de todos los organismos de derechos humanos y decenas de personalidades de la cultura, el arte, la música, el teatro, el cine y la ciencia que quisieron compartir el festejo con los miles de lectores presentes. Cierto clima de excitación sobrevolaba las plateas y las populares, repletas de fans confesos de Gieco que empezaban a practicar los gritos con los que alentarían toda la noche, como ese ¡Feliz día, maestro!, que largaba, en la fecha precisa, una señora desde lejos. Después de los saludos de algunos lectores célebres de Página/12 (ver aparte), Liliana Daunes (la voz que se escucha en los anuncios de Página/12 presenta...) recordó otro aniversario, dedicando el show “a la memoria de Salvador Allende, y de los hermanos y hermanas caídos en aquel golpe que dolió en todo el continente”. Enseguida llegó Gieco, y cuando otro locutor, Raúl Romero, residente del Pequeño Cotolengo Don Orione, pidió el primer “fuerte ese aplauso” para los artistas que venían, ya se había ganado, él mismo, el primer aplauso fuerte.

La primera parte del show tuvo la marca poderosa de Mundo Alas, el colectivo de artistas que vivió su bautismo de fuego en la fiesta de este diario, punto de partida de su gira nacional. Pancho Chévez, Maxi Lemos, Alejandro Davio, Carina Spina, Carlos Sosa, Antonella Semaan, Eduardo Javier, Raúl Romero y Carlos Mello mostraron lo que puede lograr la música y la danza: contar historias, emocionar, contagiar ganas, revelar mundos, llevar de viaje, hacer soñar, mostrar sueños posibles, y también hacerlos realidad.

La primera en mostrar su voz, profunda y afinada, llena de matices, fue Carina Spina. Junto a la guitarra de Gieco cantó “Todos los días un poco” y “En la frontera”. Le siguió Maxi Lemos, quien no sólo se metió al público en el bolsillo con sus interpretaciones de “Canción para Carito” y “Cinco siglos igual”, también con sus intervenciones de lo más oportunas: “Quisiera poder ayudar con todo esto a que mi pueblito de San Luis no esté tan desastroso como los otros pueblos”, explicó, y aconsejó a Rodríguez Saá: “Yo le digo que renuncie y que no vuelva, en mi pueblo no lo queremos ver más”.

Enseguida Alejandro Davio hizo a dúo con Gieco “La colina de la vida” y “El fantasma de Canterville”, que desató el primer baile entre el público. También se escuchó un poquito de la música que hace este cantante, guitarrista y compositor con cuatro discos editados. “Imagínense ser un caballito de mar, y ver todas las maravillas del mundo marino. Eso me imaginé yo cuando vi un cuadro del océano, que me inspiró para hacer esta canción”, contó el músico. A Alejandro, que vive en el Garrahan desde los 9 años para tratar su hidrocefalia, una pintura lo llevó hasta el fondo del mar. Ahora, su música nos hace sentir sorprendidos visitantes de un mundo que se revela misterioso y fascinante, por el que es bueno deslizarse suavemente, siempre en compañía. Verdaderos caballitos de mar.

Pancho Chévez, que actuó junto a su banda, es el más canchero del equipo en materia de escenarios: tocó con La Renga, La Bersuit, Las Pelotas y Diego Torres, entre otros, además de haber sido invitado de Gieco en varios shows. Mostró temas propios como “Canción para Beto” y “Ay, mi país”, y dedicó su hit “No me voy de acá” “a la gente del Bauen, para que el Gobierno de una vez por todas se ponga las pilas con este tema”.

Mientras la música y la danza transcurrían, a los costados del escenario los artistas plásticos Carlos Sosa y Antonella Semaan, de la Asociación Pintores sin Manos, plasmaban la escena en sus obras, y otras integrantes del proyecto filmaban y tomaban fotos. Todos estos artistas con capacidades especiales conforman un colectivo lleno de talento y manejo del escenario, donde hay espacio para la emoción y el humor. Pronto iniciarán junto a Gieco una gira nacional, y es seguro que los esperan aplausos tan fuertes y sentidos como los que se escucharon el martes en el Luna Park.

Dúo de Giecos

Antes del segundo set de la noche, el grupo percusivo Rataplán llenó de ritmo el intermedio, haciendo bailar a muchos en el estadio. Cuando se abrió el telón por segunda vez, apareció un Gieco de pelo largo y jardinero de jean, cantando “Hombres de hierro” desde los ’70. Tras una entrada sigilosa del Gieco 2007, ocurrió que los presentes vieron a Gieco a dúo con Gieco, sincronizando hasta el “gracias” final. “Ahora que todos los grupos se vuelven a juntar, yo quise estar con este tipo. El se quedó como estaba, yo no, pero al menos cantamos en el mismo tono”, explicó el músico.

Lo que siguió comenzó por un recorrido por las primerísimas canciones de Gieco: “La historia ésta”, “Sólo soy un pobre agujero”, “La rata Laly”, “Todos los caballos blancos”, de su primer disco, que esquivaron con suerte dispar la censura de la época, con una estrategia compositiva ingeniosa: recurrir al mundo animal. “Cuando escuchó este tema el tipo del Comfer, que tenía orejas de burro, dijo que era una canción muy linda”, recordó Gieco, entre risas. La banda (Luis Gurevich, Aníbal Forcada, Dragón Moglia, Marcelo García y el histórico Kubero Díaz) mostró todo su rock and roll con “La mamá de Jimmy”, y dio paso para que Gieco, solo con armónica y guitarra, hiciera su tema “La memoria” con los bailarines Demián Frontera y Sandra González Neri.

Mientras Gieco hacía desfilar la historia social y musical argentina con sus canciones, en cinco pantallas gigantes con el marco de viejos televisores iba desfilando esa misma historia en imágenes: La noche de los bastones largos, El Cordobazo, Trelew, el fusilamiento de Aramburu, Ezeiza, Perón, Videla, Fidel, el Che. Y también Tanguito. Almendra, Vox Dei, Manal o Los Gatos. Imágenes en blanco y negro que, por distintos motivos, interpelan desde el pasado.

20 años...

“Ahora sí comienza mi homenaje a Página/12”, anunció finalmente Gieco, y no se privó de cantar el “cumpleaños feliz” junto a miles de gargantas, como si la noche recién estuviera empezando. Mientras arrancaba un set de canciones más nuevas con “De igual a igual”, y el público coreaba con ganas el estribillo, un video iba mostrando la historia de este diario, desde sus tapas y desde las imágenes de “la cocina” del diario, año por año. Aquella remanida frase criolla de que “veinte años no es nada” comenzó a revelarse falsa cuando un joven pelilargo, actual integrante de la sección Informática del diario, era reconocido en una filmación de 1987. El video fue recordando formas de producción que hoy parecen arcaicas, digitalización de por medio, pero no son tan lejanas en el tiempo: la diagramación manual de las tapas, recortando y pegando fotolitos con títulos e imágenes como en el jardín de infantes, o el revelado manual de fotos. El repaso incluyó tapas históricas de Página, como la que salió en blanco cuando se firmó el indulto, la completamente amarilla, cuando el ex presidente Menem acusó a este diario de hacer esa clase de periodismo o la que salió invertida, con el título “El mundo del revés”, con el Swift Gate. Suena arcaico, pero no es tan lejano en el tiempo.

Mientras tanto, Gieco cantó “Bandidos rurales”, “Los Salieris de Charly”, “Pensar en nada”, “Ojo con los Orozco”. Cantó los temas que le escribió al Padre Mugica, a Pocho Lepratti, a Juan Cabandié, “El último aparecido” cuando se escribió la canción, el nieto recuperado número 77, presente entre el público. Cantó hasta cerca de la 1 de la mañana. Cantó feliz, contó después. El final, con “Sólo le pido a Dios” y todos los artistas de la noche sobre el escenario, cantando a coro con el público, tuvo que ver con eso. Con la felicidad posible cuando la música mete la cola. Un cumpleaños inolvidable.

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León Gieco en escena, en la segunda parte del show, cuando las pantallas dieron cuenta de los veinte años de Página/12.
 
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