Viernes, 19 de septiembre de 2008 | Hoy
LITERATURA › CARLOS CHERNOV, GANADOR DEL PREMIO DE NOVELA LA OTRA ORILLA
El amante imperfecto fue elegida entre 321 trabajos por el peruano Alfonso Cueto, el mexicano Guillermo Arriaga y el colombiano Juan Gabriel Vásquez, que la definieron como “un comentario lleno de sarcasmo sobre nuestras obsesiones sexuales”.
Por Silvina Friera
Las buenas noticias se anuncian por teléfono. “Ganar premios es tan difícil que me tomó por sorpresa. Ojalá todas las sorpresas fueran como ésta, es una gran alegría”, dice el escritor y psicoanalista Carlos Chernov, ganador de la cuarta edición del premio de novela La Otra Orilla con El amante imperfecto, elegida de modo unánime por el peruano Alfonso Cueto, el mexicano Guillermo Arriaga y el colombiano Juan Gabriel Vásquez, los miembros del jurado de esta edición. “Es una comedia trágica, un comentario lleno de sarcasmo y buen ojo sobre nuestras obsesiones sexuales sociales –plantea Vásquez–. Lo que admiré en particular es la manera en que esa prosa desaparece, se vuelve transparente, sin nunca ceder al simplismo ni a la pobreza. Es una novela construida alrededor de un cliché de telenovela que se las arregla, no sé cómo, para huir de los clichés, para hacer personajes de verdad.” Esta es la tercera vez que un autor argentino se lleva el galardón –30 mil dólares y la publicación simultánea en América latina y en España–, concedido por el grupo Editorial Norma. El teléfono sonó el año pasado en la casa del barrio de Colegiales de Ariel Magnus, y en 2006 Jorge Vázquez Rial, residente en España, se quedó casi sin voz de la emoción.
“No recuerdo cuál fue el disparador, simplemente, tuve ganas de escribir una aventura amorosa desaforada”, cuenta Chernov a PáginaI12. “Es la historia de una obsesión, la de un hombre que se enamora de una chica en la adolescencia y dedica su vida a conquistarla”, anticipa el escritor la trama del El amante imperfecto. “Además de las dificultades para seducir a su amada, el protagonista debe luchar contra su madre viuda que lo asfixia, contra el marido de su amada, un sujeto bastante salvaje, y soportar ser frustrado una y otra vez por su tiránico y caprichoso pene. A pesar de las penurias que atraviesa, el tono de la novela no es trágico; al contrario, enfatiza lo absurdo, y por momentos cómico, de todo amor llevado hasta sus últimas consecuencias”, subraya Chernov, autor de las novelas Anatomía humana (ganadora del premio Planeta de la Argentina 1993), La conspiración china y La pasión de María.
–Su primer libro de cuentos es Amores brutales; el último, Amor propio, y ahora El amante imperfecto. Más allá de la evidencia, desde los títulos, de cierta obsesión con el amor, con la pasión amorosa, ¿qué otros puntos de contacto encuentra? ¿Cómo se conecta el tema del amor entre estos cuentos y la novela ganadora?
–Veo que siempre insisto en escribir sobre los modos de unión entre las personas. Supongo que esta cuestión se puede rastrear en casi todos mis libros. Por su condición de opuestos, el amor y el odio son los modos de unión más visibles. El odio también une; el deseo de venganza puede ligar a una persona con otra de manera perdurable. Sé que así planteado el tema suena demasiado amplio; sucede que el odio y el amor se presentan mezclados, y muchas veces el amor encubre al odio o funciona como su coartada. Bajo el manto del amor, encontramos las relaciones posesivas, los celos, el sadismo o la justificación del asesinato del ser querido. Mientras escribía El amante imperfecto más de una vez pensé: ¿Otra historia de amor?” (risas). Contrariamente a la idea de que no hay nada nuevo bajo el sol, siempre se puede contar una nueva historia de amor o de guerra. Lírica y épica, géneros clásicos. Creo que romper las reglas en el amor y en la guerra genera relatos. Precisamente, por los recursos de la imaginación, por la astucia que deben emplear los guerreros y los amantes para violar las reglas, para fraguar relatos que les permitan realizar sus deseos. Por ese motivo, creo que siempre habrá nuevas historias de amor y de guerra.
–¿La novela ganadora podría ser considerada una parodia contemporánea del mito del Don Juan?
–En verdad, el protagonista es hombre de una sola mujer, la antítesis de un Don Juan. Y perseguirá a su amada a lo largo de toda la novela, desviándose muy poco hacia otras mujeres.
Seleccionada entre 321 provenientes de Argentina, Chile, Colombia, Costa Ricas, Ecuador, El Salvador, España, Estados Unidos, Guatemala, México, Panamá, Perú, Puerto Rico y Venezuela, El amante imperfecto, según Cueto, es una novela de amor y una parodia sobre el amor. “El protagonista se siente sobrepasado, física y sentimentalmente, por su pasión amorosa, que lo posee por entero. La novela encuentra el equilibrio entre las percepciones del amor y del humor a lo largo del libro. El lenguaje es muy suelto, por ratos desenfadado y me parece que se ciñe a las experiencias de los personajes sin querer llamar la atención sobre sí mismo. En la América latina es difícil encontrar novelas donde el humor juega un papel importante, una característica en la que la literatura inglesa siempre se destacó. El amante imperfecto es, en ese sentido, un libro singular.
–Su obra parecería que se desliza más por el terreno de lo opresivo, lo áspero, lo incómodo. En todo caso, el humor aparece más de refilón, de modo oblicuo. ¿El amante... marcaría un punto de inflexión, un giro hacia un nuevo registro? ¿El humor podría ser interpretado como un gesto de mayor amabilidad hacia el lector sin dejar de ser corrosivo?
–No creo que El amante imperfecto sea distinto del resto de mis libros. Tal vez la situación sea más disparatada y la comicidad quede en relieve. Toda pasión llevada hasta sus últimas consecuencias tiene algo de cómico; Pessoa calificaba de ridículos estos “sentimientos esdrújulos”, aunque también decía que más ridículo era el que nunca los había experimentado. Si bien el humor lubrica y permite atravesar con menos angustia ciertas escenas, tampoco ha sido mi intención consciente la de ser amable. En El amante imperfecto el humor no es deliberado; los libros tienen sus propias reglas internas y uno no puede forzarlas sin exponerse a arruinarlos. Además, incomodar, o más bien, inquietar al lector no me parece tan malo.
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