Viernes, 19 de septiembre de 2008 | Hoy
LITERATURA
Antes de abordar el vuelo, Helenita dedujo que algo violento había sucedido entre Guillermo y su marido. Los había visto meterse juntos en el baño de caballeros; un lugar de artefactos empotrados, salientes y duros, muy apropiado para dirimir cuestiones privadas entre caballeros. En el avión, Helenita notó que un magullón rojo decoraba la frente de Ramón. Supuso que la señal no atestiguaba que su esposo hubiera adquirido la clarividencia del tercer ojo, más bien concordaba con la ferocidad del Cíclope o la marca de Caín. De repente, una imagen la llenó de excitación: los machos se peleaban por ella. Esta revelación infló su vanidad hasta ocupar todo el espacio de su pecho y dejarla sin aire.
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