Domingo, 1 de diciembre de 2013 | Hoy
LITERATURA › YVES BONNEFOY INAUGURó LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO
El exquisito poeta francés, ganador del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, inauguró un encuentro que contará con tres premios Nobel y una fuerte presencia de autores de la Argentina, que será la invitada de honor del año próximo.
Por Silvina Friera
Desde Guadalajara
Los ojos del mundo miran a Guadalajara, la niña mimada del mundo editorial y literario. Cómo no mirarla cada vez que empieza su descomunal Feria Internacional del Libro (FIL), un espacio donde se reúnen más de 650 escritores de 26 países, 20 mil profesionales del libro y 2000 editoriales de 44 países que exhibirán casi 400 mil títulos durante nueve días. En esta 27ª edición que arrancó ayer con Israel como país invitado de honor y las palabras fundamentales del poeta Yves Bonnefoy, Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, brillan tres premios Nobel: Mario Vargas Llosa, quien dialogará con el narrador israelí David Grossman durante la apertura del Salón Literario; Ada Yonath (Nobel de Química, 2009) y Shimon Peres (Nobel de la Paz, 1994).
Entre los escritores invitados se destacan Alessandro Baricco (Italia), Etgar Keret (Israel), Gonçalo Tavares (Portugal), Colm Tóibín (Irlanda), Jöel Dicker (Suiza), Leonardo Padura (Cuba), Eduardo Lalo (Puerto Rico), último Premio Rómulo Gallegos; Iván Thays (Perú), Edmundo Paz Soldán (Bolivia) y Dani Umpi (Uruguay). A modo de anticipo de lo que será Argentina como país invitado de honor el año que viene, Claudia Piñeiro, María Teresa Andruetto, Ana María Shua, Eduardo Sacheri, Oliverio Coelho, Leopoldo Brizuela, Selva Almada y Leonardo Oyola, entre otros, participarán en charlas y lecturas. Maitena recibirá el Premio La Catrina, destinado a autores destacados internacionalmente en la caricatura y la historieta, reconocimiento que obtuvo Quino en 2003 y Roberto Fontanarrosa en 2006. A esta cita no podían faltar los mexicanos Juan Villoro –Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez–, Elena Poniatowska, flamante Premio Cervantes; Guadalupe Nettel y Alvaro Enrigue, entre otros. “La poesía es el fundamento de la vida en sociedad. La sociedad sucumbirá si la poesía se extingue, poco a poco, en nuestra relación con el mundo”, dijo el poeta, ensayista y traductor francés de 90 años durante la apertura de la FIL.
“¿Por qué es necesario pensar en la poesía? ¿Es quizá porque en ella hay acercamientos a la condición humana más numerosos o más importantes que lo que, por ejemplo, saben reconocer los filósofos de la existencia?”, se preguntó el poeta luego de agradecer el Premio FIL. “Las grandes obras de poesía –las cuales no son sólo poemas y sitúo en primer lugar entre ellas a un Shakespeare o un Cervantes– se arriesgan mucho antes por los laberintos de la conciencia. Es en las dudas angustiadas de Hamlet donde la modernidad del espíritu encontró su suelo más fértil”, subrayó Bonnefoy para luego advertir que no hay que dejarse llevar por la embriaguez fácil de la música verbal. “Hay en la poesía una relación específica y fundamental con el tiempo, que es lo que hace que ella sea el acercamiento más directo con la verdad de la vida. En francés, por ejemplo, debemos a Vilon, a Racine, a Baudelaire, saber percibir los aspectos de la condición humana que nadie como ellos supo reconocer.” ¡Qué placer escuchar cómo hilvana los pensamientos este gigante de la poesía francesa! Sobre el valor de las palabras –portadoras de conceptos que construyen la realidad– se detuvo especialmente como quien intenta identificar una silueta recortada bajo el marco de la puerta. El poeta ponderó el hecho de que la palabra permite el “reencuentro con una realidad viviente” y puso énfasis en los ritmos del poema, donde la palabra “retoma su capacidad de mostrar, de rendir las cosas a su inmediata y plena evidencia”.
El primer escritor en lengua francesa que recibe el Premio FIL celebró la existencia de otras lenguas. “¡Qué maravilla que la Torre de Babel se haya derrumbado! Habríamos sido prisioneros de una lengua única, que nunca habría tomado conciencia de sus límites en el contacto con otra. Fatalmente esa lengua solitaria no habría sido sino un gran sueño, encerrada en una ideología”, exclamó este poeta sencillo, amable y profundo, autor de una magistral obra poética y ensayística integrada por Lo improbable (1959), La segunda simplicidad (1961), El paisaje de atrás (1971), La nube roja (1977), La verdad de la palabra (1988) y Narraciones en sueños (1987), entre otros títulos. “Traducir es también una tarea tan difícil como la invención poética original. Transportar a su lengua las significaciones de un texto escrito en otra es pasar al lado de la poesía, ya que ella misma es precisamente la transgresión de la significación conceptual”, argumentó Bonnefoy. “Cuando encontramos un poema en otra lengua, es necesario revivir la lucha que su autor sostuvo con o en contra de las palabras.”
Bonnefoy (Francia, 1923) lamentó no haber llegado demasiado lejos con el aprendizaje del español. Al término de la Segunda Guerra Mundial, el poeta leyó “con mucha emoción” el Cante Jondo de Federico García Lorca; después se aproximó a Góngora y a otros poetas del Siglo de Oro español. Le debe al español –confesó– buena parte de su pensamiento acerca de la importancia de las palabras y deletreó un puñado de grandes vocablos que considera bellos: la piedra, el viento, el fuego, la sierra, soledad o dolor. “Amo las palabras del español. En aquellos años lejanos de mis lecturas de García Lorca o de Góngora, esas palabras me apoyaron en mi regreso a la práctica poética después de algunas estaciones de ejercicio en la prosa surrealista”, recordó el poeta que entabló amistades perdurables con varios poetas mexicanos como Octavio Paz y Homero Aridjis. “Antes que nada –agregó–, las palabras de la poesía quieren reunir para todos nosotros los grandes aspectos de una tierra que sea poéticamente habitable.”
Raúl Padilla, presidente de la FIL, reconoció la riqueza cultural de Israel y la existencia de una “vigorosa sociedad civil” en ese país. “La compleja situación política de Medio Oriente en ocasiones dificulta visualizar que tanto el gobierno cuanto la sociedad multicultural israelí son claramente democráticos, y lo demuestra en los hechos y en la práctica parlamentaria”, afirmó el presidente y destacó que en el pabellón de Israel se podrán apreciar facsímiles de los rollos del Mar Muerto y manuscritos del físico Albert Einstein, entre otras rarezas que desplegará el país invitado. Por primera vez se destinará un espacio de 153 metros cuadrados al libro electrónico, donde confluirán 20 editores que mostrarán sus catálogos digitales. La fiesta máxima de las letras y los libros anda marchando con ese inaudito arsenal que la caracteriza: alta calidad literaria y diversidad de propuestas. No viene mal evocar una frase de David Grossman: “La experiencia literaria es la única manera posible de conocer la realidad del mundo”. Guadalajara es una gran puerta de acceso al libro latinoamericano donde se celebra el poder transformador, incómodo y revulsivo de las palabras.
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