Lunes, 10 de octubre de 2016 | Hoy
LITERATURA › ADRIáN PAENZA TIENE NUEVO LIBRO Y ANTICIPA OTROS DOS
En Estrategias, el divulgador científico y periodista se propone despertar la curiosidad del lector sobre las elecciones que se toman a diario. Además, tiene listos dos volúmenes para chicos, pero anuncia que dejará su programa en la Televisión Pública.
Por Silvina Friera
Vivir en una burbuja, aislado de los problemas de la sociedad, no es algo que pueda practicar Adrián Paenza. Todos sus trabajos están fraguados para interactuar con la realidad, sacar a pastorear los razonamientos de sus lectores y oyentes, sembrar problemas y buscar soluciones posibles. La matemática, como lo viene demostrando desde hace doce años y once libros, tiene mucho para aportar a la hora de enfrentar los problemas de la vida cotidiana. Paenza presentará su último libro, Estrategias (Sudamericana), hoy a las 17 en la Feria del Libro de Berazategui. Como si necesitara azuzar el fueguito de nuevos desafíos, en noviembre llegarán dos títulos para chicos: En Robotilandia pasan cosas raras, con ilustraciones de Pablo Zweig; y El que pierde gana, ilustrado por Max Aguirre. El matemático y periodista de 67 años, Premio Leelavati 2014 al mejor comunicador de matemática del mundo, habla hasta con el movimiento de sus manos, como si estuviera experimentando el pensamiento desde el cuerpo. En la entrevista con Página/12, Paenza anuncia que no hará más el programa Científicos Industria Argentina –que se emite en la Televisión Pública desde 2003 y que ha obtenido cinco Martín Fierro–, y cuestiona el ajuste en ciencia y tecnología que está implementando el macrismo. La reducción del presupuesto 2017 –que pasaría del 0.75 que alcanzó el kirchnerismo a 0.59–, además de un gran retroceso, es “una herida mortal al corazón de lo que puede hacer la ciencia en el país”, afirma.
–¿Por qué no continúa con Científicos Industria Argentina?
–Lo primero que quiero aclarar es que es una decisión personal. Hace quince años que hago este programa y el 6 de febrero del año que viene van a ser 45 años de televisión ininterrumpida. Quiero estar más tranquilo; el programa era muy demandante. Vengo dos veces por año tres semanas y tengo que grabar 25 programas. Y aparte tengo Alterados por Pi, que al principio se hacía en el estudio y después se transformó viajando por las provincias y terminé pagando con mi salud. También es verdad que las condiciones no favorecen...
–Hay una incomodidad con la realidad política que para un programa de ciencia en la Televisión Pública hace ruido, ¿no?
–Sí, hace ruido porque desde el programa no discutíamos el presupuesto para la ciencia sino los proyectos. La cantidad de dinero no es infinita, hacer política es establecer una tabla de prioridades: que el dinero vaya para nanotecnología, para criptografía, para biónica, para satélites, para política comunicacional. Antes todo estaba inmerso en lo que pasaba con Arsat, con las semillas, con las vacunas; el país apuntaba en una dirección en donde la industria nacional y la ciencia nacional estaban dentro de un modelo de país para el cual la ciencia era un engranaje muy importante. Ahora, si el modelo de país cambia y el objetivo es comprar afuera, la ciencia se transforma en una cosa accesoria, casi decorativa, que es mirada como un gasto y no como una inversión. Desde ese lugar, el programa iba a transformarse en una suerte de Día D de la ciencia en lugar de ser los divulgadores de lo que se está produciendo en el país. Tengo que hablar de las dificultades en el presupuesto, de los problemas de los becarios del Conicet y que no va a haber más nombramientos. N puedo hacer un programa científico en una burbuja, como si nada pasara. Formo parte de CyTA, el grupo de Ciencia y Técnica, y estoy comprometido con El Manifiesto Argentino. Más allá de las opiniones, el porcentaje del Producto Bruto Interno destinado a ciencia era 0,4 en 2002 y cuando se fue el kirchnerismo, en diciembre de 2015, llegó a 0,75, casi el doble. Todavía estábamos lejos, pero más cerca del objetivo, si suponemos que ese objetivo es el 1 por ciento. El presupuesto para el año que viene está en 0,59, o sea que en lugar de ir para adelante, vamos para atrás.
–¿Qué significa esta reducción del presupuesto?
–Lo primero que marca es que estábamos yendo hacia una dirección y ahora estamos yendo en otra. El kirchnerismo era un movimiento popular con ganas de incluir, claro que con muchísimos errores, pero no hay ningún movimiento humano que no contenga injusticias y errores. Obviamente que estoy contra los episodios de corrupción, pero tampoco quisiera que quede esto tan marcado. Evidentemente, hubo hechos de corrupción en ése y en otros gobiernos porque es histórico y es endémico. Pero no solamente en la política nacional, sino en general. A Al Capone no lo inventamos nosotros; apareció en Estados Unidos y no pudo ser juzgado por lo que hacía como gángster, sino que lo llevaron preso por evadir impuestos. O sea que las trampas legales existen en todas partes. Lo que no me parece bien es emparentar doce años de kirchnerismo con “son todos corruptos” y el “que se vayan todos” del 2001, porque no es así. Estoy de acuerdo con un modelo que tiende a incluir, donde el Estado tiene que tener una presencia fuerte, reguladora, donde la gente interesa. Ahora estamos viviendo en otro modelo, donde el Estado es un estorbo y el objetivo es endeudarse. Llevó mucho sufrimiento y mucho tiempo desendeudarse. Ahora, en diez meses nos volvimos a endeudar y esa deuda no la va a pagar este gobierno, sino que la vamos a pagar otra vez todos los argentinos. Las personas que gobiernan, que están en el poder Ejecutivo, toman este tipo de decisiones. ¿Me preguntás que significa esta reducción del presupuesto? Significa que proyectos como Arsat 3 no se van a llevar a cabo, que lo que se hacía en Fabricaciones Militares no se va a llevar a cabo, que no va a haber más ingresos en la carrera del Conicet, que mucha gente que estamos preparando se va a ir al exterior... O sea, se invierte la pendiente: íbamos en una pendiente hacia arriba, ahora vamos en una pendiente hacia abajo. Dentro del modelo que plantea el macrismo, esto les cierra. A mí no.
–¿Por qué Lino Barañao sigue siendo el ministro de Ciencia y Tecnología ante este retroceso? Aunque suene demasiado “inocente”, él debería estar al frente de los reclamos por más presupuesto y no aceptar recortes.
–No es que seas inocente: el problema no puede estar reducido a las discusiones personales. Lo que importa es cuáles son las políticas. Posiblemente Lino hoy no pueda hacer nada respecto del presupuesto. El podría ir a las cámaras de senadores y diputados, y mostrar por qué si ellos votan este presupuesto va a ser una herida mortal al corazón de lo que puede hacer la ciencia en el país. Lino puede irse o quedarse, pero él no va a ser el que tome las decisiones sobre el presupuesto. ¿Podría ponerse al frente? Sí, podría, pero evidentemente ya no lo va a hacer porque eligió otro camino. No sé, no tengo contacto con él.
–¿Lo decepcionó Barañao?
–Sí, pero avanzar sobre esto es poner el énfasis en algo que es irrelevante, porque los problemas personales lo único que hacen es alimentar el morbo de que “yo lo banqué y ahora no lo banco”; que estaba en condiciones de ser un gran ministro y ahora no. Todo eso a lo mejor es cierto, pero cuando terminamos de analizarlo queda reducido a una discusión entre dos personas.
–Pero hay un trasfondo político que es más importante: Barañao asumió con un proyecto y ahora está avalando políticamente al macrismo, que está afectando el avance científico en el país.
–Sí, pero eso es algo que tiene que contestar él. Yo no puedo contestar... ¿Si me defraudó? Sí, claro que me defraudó. Habrá tenido sus razones, pero no puedo entenderlo. No es que él cambio ahora, a lo mejor fue todo el tiempo esto y yo no me di cuenta. Nunca pensé que el macrismo tendría oportunidad de ganar en elecciones y sin embargo ganó. Más allá de si ganó por mucho o por poco, ganó con más de la mitad de los votos.
–Muchos menospreciaron la capacidad de Macri de poder acceder a gobernar el país, ¿no?
–Sí. Pero además no se percibió que la gente estaba harta de determinadas formas que tenía el kirchnerismo, que a mí particularmente no me molestaban.
–¿En Estados Unidos no se está menospreciando demasiado a Donald Trump como acá se hizo con Macri?
–Si. Y posiblemente por eso gane...
–¿Trump es peor que Macri?
–Sí, Macri al lado de Trump es (Winston) Churchill (risas). Ser el presidente de la Argentina tiene un significado internacional relativo. Ser el comandante en jefe de las fuerzas armadas norteamericanas, cuando tiene un botón que puede apretar sin la legitimación del congreso y puede hacer desaparecer media humanidad, darle esa responsabilidad a alguien como Trump, es un problema. Macri puede apretar botones que van a afectar la vida de un grupo de personas no menor de la Argentina y no somos pocos...
–Después de doce años y once libros, ¿Por qué escribió Estrategias?
–Le propuse a Glenda Vieites, la editora de todos mis libros en Sudamericana, escribir un libro para mostrar cómo elaborar una estrategia también forma parte de la matemática. Un ejemplo es cómo embarcar, que es un problema abierto. De hecho, las aerolíneas no han podido encontrar una solución al problema. Yo escribí sobre estrategia para elegir dos equipos de fútbol: se elige a los mejores dos jugadores y estos van a ser los capitanes de cada uno de los equipos. Ellos se ponen a una distancia que no está fija y empiezan a pisar, hasta que en un momento determinado uno llega primero y le toca el pie al otro. El que llega primero elige primero. Esa estrategia es la que seguí toda la vida hasta que el otro día vi que se podía hacer de otra manera. Si quedaran veinte jugadores y los ordenáramos de 1 a 20, entonces si elegís el 1 y el 4, quiere decir que entre los dos sumaste 5. Si yo elijo el 2 y el 3, también tengo 5, lo estamos haciendo más parejo. En cambio si elegís el 1 y el 3, tenés 4. Y si elijo el 2 y el 4, tengo 6. Pero cuanto más tenés es peor, porque cuantos más puntos tenés es porque elegiste a los peores. Esta es una estrategia que iguala para arriba. Ahora, al fútbol se ha jugado históricamente y a nadie le preocupó esto. También escribí sobre las subastas. Me pareció muy interesante que gane el que apuesta más, pero paga lo que ofreció el segundo. La vida continúa sin que nadie tenga que leer un libro de matemática para elaborar una estrategia, pero es bueno estar preparado. Me interesa despertar la curiosidad y que digan: “pucha, esto también es matemática”.
–¿Cómo incide en la estrategia el hecho de que haya competencia?
–En situaciones de la vida cotidiana hay que hacer una elección; entonces estás compitiendo con alguien que está en las mismas condiciones. Uno asume que los competidores tienen acceso a la misma información y tienen la misma capacidad lógica. ¿Qué conviene hacer en tal juego: empezar o ser segundo? En el truco, por ejemplo, en algún momento se necesita que el rival te encuentre mintiendo, que digas envido cuando no tenés, si no van a saber que cada vez que gritás es porque tenés. Necesitás sembrarle la duda al otro para que él no sepa cuándo le estás mintiendo. En el mundial de fútbol en 2006, que se jugó en Alemania, llegaron a cuartos de final la Argentina y Alemania. El partido terminó empatado, jugaron otros treinta minutos y terminó empatado. Entonces patearon penales. El arquero alemán (Jens) Lehmann metió la mano dentro de la media y sacó un papelito, lo leyó y lo volvió a guardar. El tipo hizo lo mismo cada vez que un jugador argentino pateaba un penal. Y atajó dos de los cinco penales. Mucho tiempo después, el arquero alemán dijo que no tenía nada escrito en el papel, que tenía un papel en blanco. Fue una estrategia que le salió bien porque pasó Alemania y la Argentina quedó afuera.
–Se vienen dos libros para chicos en noviembre. ¿Qué desafíos implica escribir para los más chicos?
–Me resulta interesante después de once libros, lo cual no significa que no vaya a escribir más para adultos. Nunca tuve que prestarle tanta atención a las ilustraciones y al lenguaje, también. Tengo una buena relación con los chicos, disfruto mucho de mi trato con ellos. No quiero dejar de jugar cuando me canso; tiene que ser por consentimiento mutuo que dejamos de jugar. Me trae una pizca de tristeza recordar que cuando Soledad (la hija de Tití Fernández) era chiquita, yo jugaba con ella: la agarraba de las axilas y me decía “macame” en vez de “hamacame”. En un momento, tuve que decirle “Soledad, me cansé”... Ella me miraba y me decía: “Pero yo no”. Eso siempre me marcó... Me gusta relacionarme con los chicos y escucharlos.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.