Miércoles, 30 de mayo de 2007 | Hoy
LITERATURA › EL FESTIVAL LATINOAMERICANO “SALIDA AL MAR”, EN FILOSOFIA Y LETRAS DE LA UBA
Cristián De Nápoli e Inés de Mendonça, organizadores del encuentro, analizan el estado de la poesía argentina actual y lanzan una pregunta: “¿Qué pasa si seguimos ramificando?”.
Por Silvina Friera
Un trabajo muy fino, “de ingeniería sin recursos”. Así define el poeta Cristián De Nápoli al IV Festival Latinoamericano de Poesía Salida al Mar, que comienza mañana a las 19, por primera vez en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (Puán 480), y que contará con la participación, entre otros, del poeta chileno José Angel Cuevas, el uruguayo Eduardo Espina, la brasileña Angélica Freitas, el mexicano Fabio Morábito y los argentinos Jorge Fondebrider, Daniel Samoilovich, Martín Prieto, Irene Gruss y Juana Bignozzi. Esta edición del festival, siempre con entrada libre y gratuita, se desarrollará en tres sedes: además de la Facultad de Letras, habrá lecturas de poemas en la Casa de la Poesía y en Marineros Finlandeses (ver aparte). El encuentro también se realizará en Rosario, el próximo 8 y 9 de junio. Organizado por poetas y editores independientes, el festival, que se propone recomponer el valor público de la poesía, incluye una feria de publicaciones con materiales de las distintas editoriales y revistas de poesía del continente.
De Nápoli, uno de los organizadores del festival desde su primera edición, cuenta que hay un trabajo previo de investigación y lectura hasta que eligen a los poetas invitados. “En eso somos estrictos: invitamos a los poetas que nos gustan. No tenemos presupuesto, pero nada está atado con alambre”, dice a Página/12. La idea de este encuentro es impulsar el intercambio concreto de experiencias entre poetas de distintas ciudades, que difícilmente podrían contactarse unos a otros en el ancho y “desconcertado mundo de la divulgación escrita”. Y precisamente una de las novedades es la conexión que faltaba con el mundo académico. En esta edición se sumaron a la organización los miembros de la agrupación Encuentro de Estudiantes de Letras, fundadores e integrantes de la revista digital El interpretador, como Juan Diego Incardona, Sebastián Hernaiz e Inés de Mendonça. “Nos interesa hacer un festival medianamente masivo, tratar de captar a la gente que no lee poesía y también preguntarnos por qué no la lee”, agrega De Nápoli.
–¿Tiene alguna respuesta de por qué se lee poca poesía?
–Es un tema que me preocupa mucho. La gente que no lee poesía tiene una visión del trabajo del poeta como una persona que está todo el tiempo en un estado de exaltación medio veleta, que ve un pajarito, lo sublima y pasa a otra cosa. Pero la poesía no es eso. En líneas generales, e independientemente de varias estéticas, hoy la poesía pasa por formas claras para preocupaciones constantes que cada poeta tiene, a diferencia justamente de otras esferas de la vida y de los discursos donde sí hay mucho más sinsentido, particularmente en la esfera de la política y del entretenimiento. En la poesía argentina de los últimos veinte años lo que más se nota es el libro unitario, desde Daniel Durán a Martín Rodríguez, donde hay un personaje o un tema que vuelve todo el tiempo. Esa es una función que tiene la poesía, además de la estética, de regular todo lo que hay de exaltación, de sinsentido. La poesía nunca sigue el juego, y hoy por hoy no seguir el juego implica ser un poco más sistemático en un tema que te preocupa.
“No sé cuánta poesía se lee entre los estudiantes de Letras”, plantea Inés de Mendonça. “Si bien los estudiantes y graduados leen poesía como parte de sus prácticas personales, entendemos que falta reflexión sistemática en relación con lo que sucede con la poesía en el sistema literario. En realidad, creemos que es imposible pensar la literatura argentina sin incluir la poesía. Nuestra carrera tiene personas heroicas que la incorporan, pero masivamente la formación no trabaja con la poesía, más allá de que los estudiantes, los graduados y los profesores, como individuos, lo hagan.” De Nápoli confiesa que es muy optimista respecto del futuro. “Hoy los narradores están con un ojo puesto en la poesía, y eso nunca había pasado, porque cada vez más la poesía tiende a cierta claridad y constancia. No digo que se va a volver masiva de repente, pero me parece que va encaminándose hacia eso.” De Mendonça sostiene que en los ‘90 la poesía fue armando su propia red. “Tenemos que saber aprovechar y explotar esa red. ¿Qué pasa si seguimos ramificando por fuera?”
Para los organizadores de Salida al Mar, el criterio que nunca se negocia es la mezcla generacional, que en una misma lectura coincidan, por ejemplo, la joven Sol Prieto con Daniel Samoilovich, Sonia Scarabelli con Jorge Fondebrider o la joven brasileña Angélica Freitas con Juana Bignozzi. “Tratamos de poner el ojo en la poesía posterior a los noventa. Este año no están las ‘estrellas’ de la poesía de los ’90, como Cucurto, Durán, Casas, Gambarotta. La generación de los ’90 se acostumbró a estar en el centro del debate y la reflexión poética. A ellos ahora les tocará venir para oír a sus hermanos menores. Vamos a ver si no les hiere ser público”, bromea De Nápoli. “Aunque los poetas de los posnoventa toman muchas cosas de la generación anterior, también me parece que plantean un gran hartazgo en lo que hace a la exhibición de una cotidianidad demasiado despojada.” De Mendonça, para no perder de vista el contexto en el que escribieron los poetas del ’90, señala que en una década en la cual todo era explosivo y grandilocuente en el afuera, “era bastante lógico y elocuente que se volviera a lo íntimo, a lo pequeño, cargándolo de significado”.
A propósito del tema de la única mesa redonda del festival, “Poesía y academia”, Página/12 sugiere que daría la impresión de que ambas transitan por dos sendas que rara vez se cruzan. “Lo gracioso –observa De Mendonça– es que muchas veces es la misma persona que salta de una senda a la otra. Hay grandes críticos argentinos que han hecho huella en la narrativa, como Viñas, Sarlo, Jitrik, pero pocos en la poesía. Quizás una excepción sea Martín Prieto, que ha generado un punto de quiebre con su Breve historia de la literatura argentina, incorporando la poesía como una de las columnas vertebrales del libro.” De Nápoli dice que no se atrevería a afirmar que la poesía y el pensamiento académico hayan transitado por carriles separados. “Los grandes movimientos poéticos a lo largo de la historia siempre estuvieron acompañados por intelectuales. Maiakovski (poeta iniciador del futurismo ruso) trabajó codo a codo con los teóricos de la literatura rusa de la época. Me parece que a la poesía argentina le falta un pensamiento teórico-literario que la acompañe. Pero creo que se va a dar naturalmente, y de hecho me parece que se está empezando a dar. Dentro de diez o quince años se verá claramente que los mejores textos de esta época están en la poesía”, afirma el poeta.
–Beatriz Sarlo señaló en una entrevista que los novelistas argentinos hoy salen de la universidad pública. ¿Los poetas también?
Cristián De Nápoli: –Creo que no. Sarlo hace un recorte y menciona a una serie de escritores vinculados con sus intereses teóricos.
Inés de Mendonça: –La mentira era creer que antes no sucedía que un escritor pudiera salir de la carrera de Letras. En la movida de los ’80, tan antiacadémica, muchos de los escritores habían pasado por la facultad. No sé si los escritores salen de la facultad, lo pienso al revés: la facultad se nutre de gente que tiene intereses literarios y en algún punto se cruzan con más o menos potencia. La facultad es un lugar donde se encuentran intereses literarios comunes. Pero no es el único lugar, para nada.
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