CINE › “EL LOBO”, THRILLER POLITICO ESPAÑOL
El infiltrado como idealista
Por H. B.
Que este thriller político haya sido una de las películas españolas de más éxito en la temporada pasada es algo que seguramente habla peor sobre el estado de conciencia de la sociedad española actual que sobre el gusto del espectador medio. El Lobo se basa en el caso real de Mikel Lejarza, agente de los servicios secretos que en las postrimerías del franquismo logró infiltrar la ETA y terminó prácticamente descabezándola. No tiene nada de malo que su director, el francés Miguel Courtois, haya decidido contar la historia de Lejarza en formato de thriller. El problema son no sólo los gruesos descuidos de construcción dramática sino la insólita justificación del accionar del protagonista, convertido en héroe por arte de magia de guión, casting y dirección.
Tal vez el realizador haya pensado que ser hijo de madre española legitimaba su intervención en una de las cuestiones políticas más sensibles de los últimos años de historia de ese país. Lo que difícilmente pueda justificarse es su visión del infiltrado como idealista. Sobre todo teniendo en cuenta que al comienzo, el carilindo Eduardo Noriega (que, asombrosamente, se apresta a encarnar nada menos que al Che Guevara) acepta el ofrecimiento del jefe de los servicios por el craso cruce entre apremio económico y la clásica “oferta que no puede rechazarse”. Al perder su trabajo y tras haber sido contactado por sus mandantes, podría pensarse que no le queda otra alternativa a este joven padre de familia que agarrar viaje con la propuesta de ganarse la confianza de la plana mayor de la ETA. Ya se sabe lo que representaría un “no” en estas circunstancias. Ahora, que una vez que cumplió con creces su cometido y sus “superiores” lo exceptúan del servicio, Txema quiera seguir adelante por pura convicción ya es otro asunto.
Asunto bastante más siniestro, en tanto lo que mueve al bueno de Txema (los ojos celestes de Noriega son tan transparentes) es su fe en la necesidad de aniquilación de la organización. Es como si de la noche a la mañana Astiz se convirtiera en San Martín. Pero no sólo su repulsivo mensaje político hace de El Lobo una película descartable. La obediencia a la ley de las coproducciones determina que buena parte de la jerarquía de ETA sea vasco-francesa, con la morochita Mélanie Doutey (vista en La flor del mal, de Chabrol) casi como chica Bond, en una escena en la que –partiendo de la suposición de que a la hora de la lingerie, las militantes prefieren el rojo– su cuerpo es recorrido en lúbricos planos detalle. Tratándose de la película que es, no extraña que los dirigentes de ETA resuelvan sus diferencias asesinando a los compañeros por la espalda. Pero incluso en un film como éste suena a barrabasada que un servis deposite una bomba a la puerta del cuartel central de la organización, sin que un mísero campana se lo impida.
5-EL LOBO
España/Francia, 2004.
Dirección: Miguel Courtois.
Guión: Antonio Onetti.
Intérpretes: Eduardo Noriega, José Coronado, Mélanie Doutey, Silvia Abascal, Santiago Ramos, Patrick Bruel y Jorge Sanz.