Jueves, 13 de abril de 2006 | Hoy
CINE › “FLORES ROTAS”, DE JIM JARMUSCH
Rodeado por actrices de peso, el actor de Perdidos en Tokio vuelve a lucirse.
Por Luciano Monteagudo
Es por lo menos extraño que Flores rotas llegue a su estreno local justo en la misma semana en que empieza el Festival de Cine Independiente porteño, más considerando que el propio Jim Jarmusch y su guionista y esposa Sara Driver fueron alguna vez invitados especiales del Bafici (que este año incluye a su vez Permanent Vacation, su primer largo, en la sección dedicada al cine indie estadounidense). Pero así están las cosas, y además de las cien proyecciones diarias del festival hay que sumarle ahora Broken Flowers, Gran Premio del Jurado de Cannes 05, la flamante ¿comedia? de Jarmusch, protagonizada nada menos que por Bill Murray, rodeado por un rosario de actrices poco común: Sharon Stone, Jessica Lange, Chloë Sevigny, Frances Conroy y Tilda Swinton.
En la ficción imaginada por Jarmusch (con la colaboración de Sara Driver), casi todas ellas fueron alguna vez, en un pasado remoto, parejas estables o amantes fugaces del bueno de Murray, que aquí se llama Don Johnston, un verdadero Don Juan, casi a pesar suyo, como sólo es capaz de encarnar el inefable protagonista de Perdidos en Tokio. Sucede que Don –que nunca se casó y parece haber amasado una importante fortuna con una empresa de computación– está siendo abandonado por su pareja de turno, la francesa Julie Delpy, que le reprocha: “Soy como una de tus amantes, salvo que ni siquiera estás casado”.
Y justo en ese momento recibe una carta misteriosa, sin remitente, en un llamativo sobre rosa y con un sello de franqueo borroso, que hace ilegible su origen. ¿Qué dice la carta, escrita a máquina y sin firma? Que aunque él nunca lo supo, fue padre y que su hijo, un muchacho de 19 años, acaba de fugarse de su casa y seguramente salió en su búsqueda. Lo único a que atina Don es a quedarse sentado inerte frente al televisor, viendo una vieja película en blanco y negro (La vida privada de Don Juan, que en 1936 fue la última de Douglas Fairbanks) hasta quedarse dormido.
No por mucho tiempo. Un amigo y vecino (Jeffrey Wright), afecto a las novelas policiales, le arma un itinerario –con mapas, reservas de avión y alquileres de autos– y lo manda a la ruta, a investigar quién le mandó esa carta y quién es su hijo. Y en ese viaje, en el que se presenta tocando el timbre sin previo aviso, con un ramo de flores en la mano y una sonrisa impávida en la cara, se encontrará con una suerte de Miss Playboy otoñal (Stone), una avinagrada agente inmobiliaria (Conroy, de la serie Six Feet Under), una gurú new age (Lange) y su ambigua secretaria (Sevigny) y una feroz Hell Angel (Swinton), que lo hace echar a trompadas. De su hijo, ni noticias, pero ya no podrá quitárselo de la cabeza...
La nueva road movie del director de Down By Law y Mystery Train se beneficia de una nueva, magnífica actuación de Bill Murray, quizás el único heredero que le quede hoy en día a Buster Keaton, por esa silenciosa capacidad que tiene de causar gracia y, a la vez, transmitir una profunda, indecible melancolía. Su personaje trabaja sobre el vacío, sobre un sentimiento de pérdida, que los sucesivos encuentros con sus ex mujeres no hacen sino profundizar. Ese vacío (el hijo ausente, los amores fracasados) es el centro dramático del film, que sin embargo no puede ocultar su ingeniosa estructura de producción: un único actor rodando escenas de un par de días con cada una de las estrellas de las que Jarmusch lo rodea.
No es que Flores rotas se trate de una mala película. Todo lo contrario: es graciosa, elegante, siempre agradable de ver, con una magnífica banda de sonido de jazz etíope a cargo de Mulatu Astatke. Pero se diría que es, si se quiere, un film menor en la obra de Jarmusch, una película un poco perezosa incluso (como la anterior Coffee and Cigarettes) y donde la estructura episódica no deja de debilitar el conjunto.
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