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Martes, 16 de julio de 2013

CINE › JUAN JOSé CAMPANELLA ESTRENARá ESTE JUEVES METEGOL, SU PRIMERA PELíCULA DE ANIMACIóN

“Mi sello se nota en temas que me gustan e interesan”

El director de El secreto de sus ojos regresa a la pantalla con una fábula en contexto futbolero en la que se habla de superación, amor, amistad y traición. Se trata de la animación más cara de la historia del cine latinoamericano, con 20 millones de dólares de presupuesto.

 Por Oscar Ranzani

Si bien es un director experimentado y reconocido, Juan José Campanella tiene nuevos desafíos con Metegol, su última creación cinematográfica, que se estrenará el próximo jueves. En principio debutará ante un público nuevo con respecto al de sus otros largometrajes: el infantil. A eso se le suma que Metegol es la película de animación 3D más costosa en la historia del cine argentino y latinoamericano: demandó 20 millones de dólares. Por lo tanto tendrá que ser un éxito de taquilla considerable para que las cuentas no queden en rojo. Si se tiene en cuenta que se trata del film que hizo Campanella después de El secreto de sus ojos, casi puede asegurarse que no encontrará grandes escollos para atraer a las familias en vacaciones de invierno, porque hay grandes expectativas. Y por otro lado, también es un desafío que el público que abarrota las boleterías con los grandes productos de Disney-Pixar pueda ver que la película de Campanella no tiene nada que envidiar a los grandes estudios en cuanto a la tecnología empleada, cuyo resultado se trasluce en la historia.

Metegol tiene como protagonista a Amadeo, un chico de personalidad bastante frágil que, sin embargo, tiene un talento especial para jugar al metegol, porque nadie logra vencerlo. Sólo lo inquieta la idea de conquistar a Laura, la chica de la que está enamorado profundamente, pero no logra transformar ese deseo en realidad. Hasta que llega al pueblo un competidor de Amadeo: Grosso, nada menos que el mejor futbolista del planeta. Grosso es un hombre vanidoso, al que no le gusta perder, y regresa con la idea de vengarse de la única derrota que padeció. Pronto, Amadeo descubre, como por arte de magia, que los jugadores de su metegol tienen vida. Y con ellos buscará alcanzar el éxito, aunque atravesará situaciones que le enseñarán el verdadero valor que tiene esa palabra. Metegol está inspirada en el cuento “Memorias de un wing derecho”, del recordado Roberto Fontanarrosa. Pero no llega a ser una adaptación: el cuento sirvió más bien como disparador de la historia que eligió Campanella. “Como dijo Sacheri –coguionista con el cineasta y con Gastón Gorali–, el cuento es una gran idea”, explica Campanella en la entrevista con Página/12. “La verdad, era una idea buenísima. Veía una vuelta de tuerca en el subgénero de los muñecos que cobran vida como Pinocho, El Cascanueces o los de Toy Story. Realmente me parecía muy fresco y muy original”, agrega el realizador.

–¿Es una presión extra que Metegol sea la mayor apuesta en la historia del cine de animación en la Argentina y América latina?

–Es una presión saludable. Era paradójico: todo el día estábamos negociando porque, por un lado, era muy cara y yo quiero que les rinda a las personas que ponen la plata. Pero, a la vez, la manera de que rinda es que esté muy bien hecho el trabajo. Entonces, siempre era la tensión entre pedir más plata y yo diciéndoles: “Pero miren que se las estoy protegiendo, ¿eh? (risas). El gasto extra de ahora va a significar, espero, un mejor rendimiento de la película. Me parece que hay que darle mejor calidad”. Además quería probar que en la Argentina podíamos hacer una película del nivel de Pixar y DreamWorks.

–¿Y el resultado alcanzó lo que aspiraba cuando la bocetaba?

–Lo superó, porque aspirábamos a un nivel un poquito inferior. Lo digo con respecto a la tecnología, no hablo de lo creativo. Aspirábamos a otro nivel de textura, de detalle, de iluminación más sencillos cuando la estábamos bocetando. A lo largo del primer año del proyecto nos dimos cuenta de que podíamos ir con tutti y dijimos: “Vamos”.

–¿Pixar fue un modelo a tener en cuenta a la hora de plantearse la película?

–Admiro a Pixar. Todo lo que es animación digital es hijo de Pixar, porque prácticamente son los que la inventaron. Así que tengo un gran respeto y siempre digo que Toy Story 2 es mi película favorita de los ’90. Pero la verdad es que no sé cómo es su organización del trabajo, así que eso no fue un modelo a seguir. Y en cuanto al contenido de la película, no fue un modelo a seguir, pero no lo rechazo: me gusta cuando ellos lo hacen bien.

–¿Cree, entonces, haber encontrado un sello propio en la animación?

–No sé si en la animación, pero la película tiene un sello mío que se nota en algunos temas que me gustan y me interesan. Tiene algo que no es usual en la animación, como ciertas escenas de un cariz un poco más serio y emotivo que hacen una animación mucho más sutil de lo normal, aun respecto de Pixar y DreamWorks. Sergio Pablos, uno de nuestros directores de animación, fue el creador de Mi villano favorito, director de animación de Disney durante mucho tiempo y un hombre muy experimentado, y con él hablábamos mucho de esa diferencia.

–¿Considera, entonces, que Metegol está en las mismas condiciones de competir por un Oscar que las películas animadas de los grandes estudios?

–Sí, y esperamos ir por eso. Metegol es una de la doce grandes películas de animación de este año que espera todo el mundo. Esto lo hemos hablado mucho y sabemos que este año, en particular, hay buenas posibilidades. Pero fundamentalmente se necesita distribución norteamericana.

–¿Y cuándo se piensa estrenar en Estados Unidos?

–Recién se está hablando.

–¿Metegol puede funcionar como un estímulo para hacer cine de animación en la Argentina?

–Espero. Más allá de la película, que es mi primera preocupación, mi segunda preocupación y muy cerquita es poder empezar una industria de animación en serio, porque todo el talento está. Nada más hay que cortar ese prejuicio de que la animación de este nivel sólo la puede hacer Hollywood. No hay una película de este nivel que no se haya hecho con dinero de Hollywood. Mi villano favorito se hizo en Francia, pero contó con plata de Hollywood. Es una película norteamericana y las voces originales eran norteamericanas. Entonces, si logramos quebrar ese prejuicio y la película tiene éxito afuera, creo que abriría muchas puertas. Y ya podríamos hablar de los elementos de una industria en serio. Por ejemplo, tendría que haber reuniones con el sindicato para hacer un reglamento justo y nuevo para todos, porque las necesidades no son las mismas que las de una película en vivo. Yo daría mi opinión. Lo mío sigue siendo el cine en vivo, pero ojalá que se cree una industria porque hay mucha gente de talento cuyas alternativas son irse o envejecer haciendo frilos. Y es una pena.

–La película va a tener un público diferente al de sus anteriores films, porque la van a ir a ver los chicos. ¿Pensó en cómo puede disfrutarla un adulto y cómo un niño?

–Esa era la preocupación mayor y la dificultad agregada a los otros proyectos, donde yo era el único juez de lo que escribíamos. En este caso, teníamos que tratar de ponernos en la mente de un chico. Estaba preocupado en pensar cuánto era para adultos y el 90 por ciento de las cosas que se me ocurrían era para adultos. Me preguntaba: “¿Lo entenderá un chico?”. Por otro lado, como soy padre que lleva sus hijos al cine y me gusta mucho la animación, quería también que sea una película con la que también se rían y disfruten los adultos. Creo que salió así.

–El juego metegol, ¿funciona como una metáfora del partido que la gente tiene que jugar en su vida?

–En realidad, la película es sobre alguien que quiere dejar de ser un perdedor de una manera distinta a la real. Se da cuenta de que ganó de la manera menos pensada, que él no buscaba. Pero todos tenemos nuestros deseos internos y externos. Todo lo que hacemos es para satisfacer un deseo interno y, a veces, eso externo que buscamos no es lo que, en definitiva, nos a va a satisfacer lo interno que queremos. Y vamos detrás de algo falso. Habla un poquito de eso, pero también habla de la relación del individuo con la comunidad, que es algo que a mí me interesa mucho.

–En ese punto tiene una conexión con Luna de Avellaneda...

–Mucho. No consciente, pero me di cuenta, en algún momento del proceso de Metegol, de que parece que estoy diciendo un poco lo mismo en una película distinta. No fue escrita así, pero está mucho el espíritu de Luna...

–¿Cuál es su postura frente al éxito y cómo buscó reflejarlo en la historia?

–Estuve hasta avanzada edad con fracasos puros. Recién a los 42 años tuve lo que se llama “éxito”. Pero me di cuenta de que era la misma persona. ¿Por qué sufría tanto? No tendría que haberlo tomado así porque, además, ese “éxito”, entre comillas, no es el que me dio felicidad. La felicidad me la da mi familia, mi hijo. El cine me da alegría, satisfacción y las ganas de trabajar en algo que me gusta.

–¿Qué valores busca transmitir la película al mundo de la infancia?

–Algo que noto mucho en los chicos de hoy es que está el énfasis en ganar. La palabra loser como insulto no existía cuando yo era chico. Ni loser, ni “perdedor”, obviamente. Hoy escucho chicos que dicen “quiero ser famoso”, ya ni siquiera es “quiero ser actor”. Están muy basados en el resultado del partido, digamos. Y quise transmitir que el resultado del partido no es lo importante.

–¿Cómo se modifica el proceso creativo en una película de animación con respecto al de un film tradicional?

–Eso es para una nota entera. Es totalmente al revés. Se empieza con el montaje en vez de terminar con él. Las decisiones que uno está acostumbrado a tomar, al final debe tomarlas al principio, y va haciendo la película sin verla. Todavía no la vi en 3D. Vi todo, pero nunca todo junto y de un saque.

–¿Y cómo es el trabajo del cineasta al no tener que dirigir actores en escena?

–Es lo mismo, porque tenés que dirigir a los animadores, que son actores. Son titiriteros. Imaginate que son actores que, en vez de mover sus músculos, mueven los músculos de otros. Pero son actores. Muchos tienen un espejito al lado de la computadora y se miran qué es lo que mueven, se filman constantemente.

–El fútbol tiene amor y pasión, igual que Metegol. Sin embargo, usted dijo que no es una película sobre fútbol. ¿Por qué?

–No es una película sobre fútbol. Es una película sobre un montón de cosas: de superación, hay una historia de amor, una de amistad, hay traiciones. Podemos decir que es tan de fútbol como Rocky de boxeo o Casablanca de guerra. Es el contexto en el que transcurre.

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Imagen: Pablo Piovano
 
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