Martes, 16 de julio de 2013 | Hoy
CINE › SUBSIDIOS A LA CULTURA
Metegol, la primera superproducción nacional en 3D con proyección internacional, tuvo un costo aproximado de 20 millones de dólares. Un presupuesto superlativo para la industria argentina, pero ínfimo si se considera que cualquier película de Disney-Pixar o DreamWorks tiene un costo que varía entre los 160 y 200 millones de dólares. El film, que se estrenará con un mínimo de 240 salas de todo el país, fue financiado básicamente por empresarios privados, más el aporte de un crédito del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) de 2 millones de pesos, según lo comunicado por el organismo en el balance de 2011. Presidente de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Argentina, Campanella es una referencia dentro de la industria local. En momentos en el que desde algunos sectores se cuestionó la política cultural estatal, el director de cine y TV también tomó su posición. Hace una semana, su productora, 100 Bares, decidió renunciar a la Cámara Argentina de Productoras Pymes Audiovisuales (Cappa), por no haber sido consultada en la elaboración y difusión de un comunicado que apoyaba la política cultural del gobierno nacional y criticaba el informe emitido en Periodismo Para Todos.
“Su objetivo (por Cappa) no era ser parte en el divorcio Gobierno-Clarín, sino trascenderlo. Su carta reciente modificó este contrato, de modo inconsulto”, tuiteó el director ganador de un Oscar al momento de explicar su renuncia. Sin embargo, ayer, en declaraciones radiales, Campanella dejó en claro que no está en contra de que el Estado promueva la cultura. “Hay que desembarrar la cancha. Estoy a favor de la ley del cine, tenemos que defenderla y sacarla de la pelea política, porque es de 1994. Hay que aclarar, además, que la plata del cine no se la saca a los hospitales; sale del 10 por ciento de la venta de entradas y de la publicidad”, señaló al programa Detrás de lo que vemos, de Radio del Plata. A su vez, el director de El secreto de sus ojos afirmó que quienes hacen cine deben hacer un debate interno para no embarrar la cancha: “Nadie hace una película con la intención de que no la vea nadie, y es verdad que se hacen muchas películas, pero no nos ponemos de acuerdo en las que hay que dejar de hacer”. Y aclaró: “En la sociedad, el debate que hay que dar es si vale la pena que el Estado subsidie el cine y la cultura o no. Yo creo que sí”.
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