Sábado, 5 de octubre de 2013 | Hoy
CINE › ENTREVISTA AL BELGA JAN FABRE, DIRECTOR DE LA COMPAÑIA TROUBLEYN
Así define el artista su obra El poder de la locura teatral, que se estrenó ayer y continúa hoy en el Teatro Regio: una pieza desafiante, de más de cuatro horas de duración, originalmente estrenada hace treinta años en la ciudad italiana de Venecia.
Por Cecilia Hopkins
Pilas de platos rotos, ranas sueltas por la escena, cuerpos desnudos, pasos de tango y gritos guturales: eso apenas cubre unos pocos minutos del espectáculo de cuatro horas y media que, bajo el nombre de El poder de la locura teatral, se estrenó ayer y repite hoy en el Teatro Regio (Córdoba 6056), dando por comenzada la programación del IX FIBA. Su responsable es el belga Jan Fabre, director de la compañía Troubleyn, creada en 1986. El montaje que trajo es, según aclaró en la conferencia de prensa que brindó el jueves, una reposición de la obra que estrenó en Venecia hace treinta años. Nacido en Amberes, Fabre comenzó su carrera como artista plástico y desde esa perspectiva asegura realizar sus creaciones teatrales. Entre 1976 y 1980, él mismo protagonizó actos performáticos, entre los más recordados la acción de quemar billetes para luego escribir la palabra dinero con las cenizas y la performance que consistió en permanecer tres días encerrado en una pequeña habitación, ocupado en cubrir las paredes con una birome, en una protesta en contra del arte establecido. Polémico y frecuentemente acusado de maltratar animales en sus acciones teatrales, se sabe que los que aparecerán en esta obra no correrán el riesgo de sufrir ningún tipo de lesión: “Soy un amante de los animales –dice el director al respecto–, creo que ellos son los mejores doctores y filósofos que existen”.
Consultado acerca de las razones por las cuales resolvió reponer una obra creada en los ’80, Fabre afirmó que lo hizo a pedido de varios programadores de festivales y, de algún modo, para comprobar si “el mito era más grande que la realidad”, ya que –según subrayó– esta obra aparece en libros de historia teatral como una de las más influyentes de su época porque, entre otras cosas, fue una de las primeras en las cuales se realizaron acciones en tiempo real. “No me había dado cuenta de que había sido tan buena”, confiesa el director que fue su comentario cuando vio los registros fílmicos que le sirvieron de guía para reconstruir paso a paso su propia obra, hoy interpretada por 16 performers surgidos de un casting al que se presentaron mil aspirantes.
“Bello, simple, directo y radical”: con estos adjetivos Fabre se refirió a su espectáculo, el cual hace constante alusión a cuentos de hadas y pinturas de maestros europeos. La indagación sobre la percepción del tiempo (abundan en la obra tiempos lentos y muertos, y muchas secuencias de repetición) es, según dijo, una de las bases de su teatro. Y si en el pasado mucha gente se levantaba y abandonaba la sala, “hoy siento que los espectadores disfrutan del transcurrir del tiempo que propone el espectáculo”, asegura el director, antes de evocar la actitud de quienes vieron la puesta original y no la soportaron, y compararla con los de hoy, que permanecen en sus butacas, abiertos a su propuesta maratónica. Quienes más la disfrutan, según Fabre, “son los más jóvenes, algo que verdaderamente sorprende, si se tiene en cuenta que viven en la velocidad de Internet y Twitter”. Cabe aclarar que quienes vayan al Teatro Regio para ver esta función de 240 minutos podrán entrar y salir de la sala libremente, mostrando, claro, sus entradas.
Fabre está convencido de que “todo lo que se hace sobre un escenario tiene una dimensión política”, y lo dice sabiendo que mucha gente (“especialmente los de extrema derecha”, según subrayó) no ve con buenos ojos sus actitudes desafiantes. Asimismo, admitió haber sido blanco de agresiones verbales y físicas en varias oportunidades a causa de sus posiciones radicales respecto del arte. El artista, que cubrió de escarabajos tornasolados el cielo raso del Palacio Real de Bruselas, recordó también una época suya en la que experimentó con sus propios fluidos (“sangre, lágrimas, esperma, orina, sudor”, según precisó) a la hora de crear sus pinturas. Su próximo estreno, según adelantó, será una performance de 24 horas de duración que será interpretada por performers de diversas edades, desde los 20 hasta los 60 años. De esta producción participarán algunos de los intérpretes de la primera versión de El poder de la locura teatral y los más nuevos, los que participan de la actual, “a modo de preparación y entrenamiento para lo que vendrá”, según afirmó el director.
En cuanto a Preparatio mortis, la otra obra que presentará en el marco del FIBA el martes 8, miércoles 9 y jueves 10 en la sala Casacuberta del Teatro San Martín, Fabre aclaró que se trata de una obra de danza (muy breve en este caso, apenas 50 minutos) interpretada por Annabelle Chambon –bailarina que trabaja desde hace doce años con el artista–, la cual se inspira en los ritos mortuorios tradicionales de su país, así como en imágenes provenientes de la pintura: “Nací en el norte de Bélgica, en la región flamenca, donde desde siempre se puso mucha importancia en la preparación de la muerte, tal como se ve en algunas pinturas de Rubens o de Bosch”, detalló el director. Asimismo, subrayó que esta obra, creada en 2005, forma parte de las reflexiones sobre la vida después de la muerte que le suscitó el hecho de haber estado en coma en dos oportunidades. Así, Fabre considera que “pensar la muerte obliga a adoptar una mirada más completa e intensa de la vida”.
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