Martes, 1 de agosto de 2006 | Hoy
CINE › ENTREVISTA A MARIBEL VERDU
La actriz española vino a rodar El niño de barro, de Jorge Algora, sobre los crímenes del Petiso Orejudo. Un nuevo episodio para una filmografía con más de treinta títulos, que incluye a un puñado de grandes directores.
Por Emanuel Respighi
La relación de Maribel Verdú y el cine lejos está de asentarse en un lazo innato, de aquellos en los que la vocación por la actuación se manifiesta desde temprana edad, como muchos actores suelen declarar para ficcionalizar aún más su vida. De hecho, la actriz española cuenta que su incursión en la actuación se dio más por azar que por cualquier otra razón. De alguna manera, en su acercamiento al teatro, la TV y el cine, Verdú le debe mucho a su compatriota Victoria Abril. “Yo no busqué para nada entrar en esta profesión. Fue la profesión la que me buscó a mí”, admite la actriz en la entrevista con Página/12. “Tenía 13 años –recuerda la protagonista de Y tu mamá también– cuando en una cafetería me vieron unos productores de una serie llamada ‘Las huellas del crimen’. Ellos necesitaban a alguien que hiciera de hermana menor del personaje que interpretaba Victoria Abril en la serie de Vicente Aranda. Y como yo tenía un aire a Abril, me convocaron. Era una niña que no tenía ni idea de qué hacer con mi vida, por lo que creo que me habrá seducido la posibilidad de ser famosa o de jugar a actuar, ya no recuerdo bien.”
La excusa de la entrevista con la bella actriz es la finalización del rodaje de El niño de barro, la película inspirada en los crímenes de Cayetano Santos Godino, alias “El Petiso Orejudo”, el asesino serial de diez años que agitó Buenos Aires a comienzos del siglo pasado, al matar a cinco niños e intentar lo mismo con otros siete. Coproducción argentino-española, la película cuenta la historia de Mateo, un niño de 12 años al que se le aparecen imágenes mentales de los asesinatos de Santos Godino en el mismo momento en que se producen. Un trauma que atormenta al niño y del que se valdrán los investigadores para hallar al verdadero responsable de los crímenes. Un thriller psicológico que por su intriga criminal recuerda a Jack el Destripador y por las tormentosas visiones del niño a Sexto sentido.
La española, que durante más de dos meses estuvo filmando la película en Buenos Aires, aclara que El niño de barro no es una biografía ficcionalizada de Santos Godino, sino que sólo utiliza sus crímenes como disparador. “Es una historia sobrecogedora, muy terrible, en la que interpreto a una madre desesperada que no sabe qué le pasa a su hijo, debido a que éste visualiza los asesinatos cuando están ocurriendo, pero pese a ello no puede hacer nada para impedirlos. Lo interesante de la película es que desde el primer minuto de cinta mantiene un nivel de tensión muy alto en el espectador”, señala la actriz sobre el film dirigido por el español Jorge Algora y en cuyo elenco conviven actores argentinos y españoles (Diego Peretti, Isabel Blanco, Roly Serrano, Daniel Freire). “Los españoles y los argentinos somos muy cercanos, tanto en personalidad como en costumbres. A mí me pasa que cuando estoy aquí no siento que estoy a 12 mil kilómetros de distancia. Y creo que a vosotros les pasa lo mismo cuando están en España”, analiza.
De 36 años y una belleza única, Verdú posee una vasta carrera cinematográfica, que incluye trabajos con directores de la talla de Fernando Trueba, Alfonso Cuarón, Bigas Luna, Carlos Saura y José Luis Garci. “Es increíble que haya hecho tantas películas, tantos papeles, que haya trabajado con tan buenos directores habiendo cogido la vocación de actuar una vez que descubrí la profesión adentro”, cuenta la protagonista de Belle époque, que en 1993 ganó el Oscar como film extranjero.
–A lo largo de su carrera interpretó diversos personajes, por lo general signados por la sensualidad y la atracción física. ¿Cómo se lleva con eso?
–Afortunadamente, ya no sólo me convocan para ese tipo de personajes. Igualmente, también he hecho a muchachas en los que no se me ha visto ni un tobillo. Lo que ocurre es que suele arraigarse con mayor fuerza los personajes que sugieren. He hecho más de treinta películas. Lo que puede ayudar a alimentar ese imaginario es que Belle époque o Y tu mamá también fueron muy conocidas, y otras en las que no muestro nada, como Amantes, La buena estrella o El laberinto del Fauno, apenas si se vieron por estas tierras. Quien vaya a ver El niño de barro pensando en que voy a insinuar algo se va a quedar con las ganas, lamento decirlo...
–Trabajó con reconocidos directores españoles, pero sin embargo nunca participó de un film de Pedro Almodóvar. ¿Es un karma para usted no ser “una chica Almodóvar”?
–Pues no, ¡por favor! Uno trabaja con los directores que lo convocan y tiene que estar feliz por eso, porque alguien pensó en uno. Pedro no me ha llamado nunca, es verdad. Pero yo estoy muy contenta con mi carrera, creo que no ha podido ser mejor. Quiero decir: si un día me llama, estupendo. De lo contrario, no pasa nada.
–¿Pero no se trata de una cuenta pendiente para usted?
–No. Si un día me llama estaré encantada, pero si no seguiré viviendo tan feliz como hasta ahora. He trabajado con Saura, Trueba, Bigas Luna, Cuarón y estoy muy contenta con mi carrera. ¿Por qué me preguntas eso?
–Porque desde aquí uno supone que a partir del reconocimiento que el cine de Almodóvar tuvo en el mundo, las actrices españoles más destacadas desean trabajar con él.
–Quienes piensen que todas las actrices españolas tienen el sueño de trabajar con Pedro y que si no lo hacen es como que su carrera no existe, están equivocados. No es cierto. Hay muchas actrices importantísimas en nuestro país que, como yo, no hemos trabajado con él y no ha pasado nada. Lo único que quiero es trabajar con directores fantásticos. Y Pedro es uno de ellos.
–Entre los que se encuentra Fernando Trueba, con quien trabajó en Belle époque...
–Con Fernando hice una de mis primeras películas, El año de las luces, y luego hice Belle époque. Trabajar con él es una de las mejores cosas que le pueden pasar a una actriz, ya que se trata de un tipo que además de ser inteligente es muy divertido. Más allá de su virtuosismo y sensibilidad para marcar las escenas y colocar las cámaras, creo que sus películas son tan maravillosas porque en los rodajes crea un ambiente sensacional, que libera a actores y equipo.
–Muchos señalan que ese film fue el que le abrió las puertas de Hollywood al cine hispanohablante.
–Probablemente, ya que además de haber tenido proyección internacional, fue un film sensacional. A mí me parece que la apertura de Estados Unidos a los hispanohablantes es estupenda para aquellos que tienen como propósito llegar a “la Meca del cine”. Cada uno debe quedarse y trabajar en el cine que quiere.
–Que, en su caso, no es el de Hollywood...
–A raíz de Y tu mamá también tuve todas las oportunidades del mundo de trabajar en Estados Unidos y no las quise o no las supe aprovechar por mi carácter y falta de ambición de trabajar allí. Yo me siento simplemente más cercana a un cine iberoamericano que al estadounidense... Creo que nuestro cine narra historias más intimistas, humildes y humanas. Además, me encanta el cine independiente. Pero ojo: tampoco es que me ha llamado Woody Allen. No me interesaron las propuestas como para irme a trabajar siete meses a Los Angeles y dejar mi vida de lado.
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