CINE › NOSOTROS, ELLOS Y YO, RELATO DE APRENDIZAJE EN PRIMERA PERSONA
En su ópera prima, Nicolás Avruj narra su estadía de casi tres meses en Medio Oriente y se plantea interrogantes acerca del conflicto entre israelíes y palestinos. Así, el documental es un videodiario grabado en una zona en la que lo político no para de arder.
“Yo no vine a hacer una investigación periodística ni histórica”, aclara en off Nicolás Avruj. Eso es justamente lo que da su mayor interés a Nosotros, ellos y yo, documental en primera persona sobre su estadía de casi tres meses en Medio Oriente. La ópera prima de Avruj –productor cuyos créditos incluyen películas como La mirada invisible, Refugiado y la inminente Mi amiga del parque– es un relato de aprendizaje durante el cual el protagonista hace aquello que no se había propuesto. Avruj viaja para encontrarse con su primo, no lo logra (el desencuentro, tópico básico de todo relato de viajes), y termina cruzando de ida y vuelta la frontera entre Israel y los territorios palestinos. En ese trayecto, en ese tiempo, el héroe de este bildungsroman no para de hacerse preguntas que tal vez nunca antes se había planteado. No así, al menos. Preguntas sobre el conflicto entre israelíes y palestinos, sobre la utopía sionista y sus consecuencias reales, sobre la posibilidad de convivencia entre vecinos con intereses enfrentados, sobre el lugar del Otro en la construcción de una identidad nacional.
“El viaje anterior había sido como uno de fin de curso”, dice Avruj sobre imágenes de sus amigos a bordo de un crucero, gritando “¡Descontrol, descontrol!”. Dos viajes hace el narrador a Medio Oriente, invirtiendo aquel aforismo de Marx sobre la repetición, la Historia, la tragedia y la farsa. Para el caso, el que importa es el segundo periplo, hecho en el año 2000. ¿Quedó viejo el material? Lamentablemente, no: hoy en día, israelíes y palestinos lucen tan irreconciliables como quince años atrás. O sesenta y siete, cuando Gran Bretaña otorgó a los israelíes una estrecha franja de Palestina para fundar allí, tras siglos y siglos sin país, un Estado y un hogar. Incluido en la programación del último Bafici, el de Avruj no es un documental explícitamente político. Es un videodiario, grabado en una zona en la que lo político no para de arder.
Es por esa condición que Nosotros, ellos y yo (lo de NEY suena a intento algo fuera de lugar de ponerle un acrónimo a un título que no da) no empieza y termina con imágenes de topadoras, o de tiros, o de piedras, o del Muro de Separación, sino de la abuela del protagonista. En la escena inicial, la abuela, fundadora del movimiento Mujeres Argentinas Sionistas, pregunta al nieto cómo funciona la cámara. Lo último que se oye es de nuevo la abuela, en un mensaje telefónico en el que menciona lo bien que la habrá pasado el nieto en el viaje. Las imágenes inmediatamente previas son las más bélicas de Nosotros, ellos y yo: noche cerrada sobre Gaza, apagón intencional, tremendo ataque aéreo israelí en represalia por el linchamiento de dos combatientes. No parece la clase de viaje en la que se lo pasa bien. No a la larga. Tal vez por eso Avruj se filma a sí mismo sonriendo en los primeros tramos, contagiado de seriedad en su última toma.
“Todavía detesto que me pregunten si soy pro-israelí o pro-palestino”, dice Avruj ya regresado. De allí el título. “¿Por qué tienen que ser unos u otros?”, intenta hacer pensar al muchacho palestino que acaba de afirmar, literalmente, “amo la guerra”. ¿Es ingenuo el esfuerzo del héroe? La respuesta depende de cuánto se crea en la posibilidad de conformación de dos estados vecinos, que acepten la convivencia del otro. En su viaje, Avruj no encuentra mucho de eso. Como el protagonista no es periodista, con quienes habla del tema no es con desconocidos sino con aquellos con quienes se cruza. Como cualquier viajero.
Su primer anfitrión, argentino jasídico instalado hace tiempo en Jerusalén, le explica que la luz del shamash iluminará al mundo entero. Ya en Gaza, adonde el héroe cruza con cierta irresponsabilidad de forastero, un palestino, sobreviviente de torturas, explica qué se siente colgado como una res, cabeza abajo. Para ingresar en el edificio de la Universidad local es necesario pisar la bandera israelí, pintada en el piso. Hamed, segundo anfitrión de Avruj, reclama que los israelíes “se vuelvan a sus países”, antes de recordar que los judíos son mala gente. El viajero presencia el apedreo de una casa palestina por parte de colonos de asentamientos israelíes, en territorio palestino. Oye el relato de un campesino, de cuando el ejército israelí taló sus doscientos árboles. Observa el agujero que un misilazo acaba de dejar en la pared de la habitación de dos niños palestinos, y observa también el video de un
programa llamado El club de los niños, en el que chicos de 8 o 9 años cantan que marcharán con los guerreros de la jihad, arrojando a los israelíes al mar.
El mensaje de la abuela en el contestador, preguntando por el lindo viaje, no tiene respuesta.
Argentina/Israel/Palestina, 2015.
Dirección: Nicolás Avruj.
Guión: N. Avruj, con la colaboración de Andrea Kleinman y Alejandro Dujovne.
Edición: Andrea Kleinman.
Duración: 85 minutos.
Estreno en Arte Multiplex Belgrano y Bama Cine Arte.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux