“Debo reconocer que me gusta el rol de presentador porque es más divertido que el de espectador, sobre todo en una gala de estas características”, dice Santiago Segura en rueda de prensa con Página/12 y otros medios. A pesar de que hace unos días falleció su padre, el actor y director español demostró el domingo por la noche su profesionalismo cuando le tocó ser el encargado de darles alegría a los asistentes en el Centro de Convenciones de Punta del Este durante la tercera entrega de los Premios Platino. Segura fue el presentador y animador junto a Natalia Oreiro y Adal Ramones, quienes no estuvieron a su altura.

El encuentro con el creador de Torrente, la saga más taquillera del cine español, fue un momento oportuno para hablar también de Supermax, la primera coproducción en español entre la TV Pública Argentina y la cadena brasileña Globo orientada al mercado hispano, que relata a modo de reality show la convivencia de ocho personajes desconocidos entre sí en una cárcel de alta seguridad. Supermax cuenta con la dirección del cineasta argentino Daniel Burman y se estrenará en 2017. “Ha sido una maravilla. He disfrutado mucho haciéndola. La serie de Burman es lo que pienso que deben ser los Premios Platino: una especie de colaboración para conocernos todos un poco mejor y que disfrutemos de nuestros acentos. Y que esa idiosincrasia no signifique que estemos aislados, porque en esta serie había cinco argentinos, un actor uruguayo, un cubano, un mexicano, una brasileña y estaba yo, que soy español”, confiesa Segura.

–Su personaje Torrente es el prototipo de hombre fascista y homofóbico, pero Burman tiene una estética distinta: la del cine intimista. ¿Cómo fue el proceso?

–Bueno, de todas formas para Burman también era una primera vez, porque aquí hay un componente muy grande de thriller, o sea que es una serie muy diferente a sus películas. Me gusta porque él arriesga y experimenta. Creo que un actor debe amoldarse a todo. Y siguiendo lo que decía de los Premios Platino, tenemos que empezar a trabajar seriamente en nuestro star system: que haya más gente como Ricardo Darín, que abre una película en Brasil, en España, que en México es un nombre. Es una estrella internacional y no ha tenido que pasar por Hollywood para hacerlo. Por desgracia, a veces el peaje es que si no estás en Hollywood nunca vas a ser una estrella conocida en todo el mundo. Me gustaría que en la gala 15º de los Premios Platino haya muchos Ricardo Darín. Una película colombiana a lo mejor no se ve en Venezuela; una película chilena no tiene el mismo éxito en la Argentina que en su país. Viaja muy poco nuestro cine.

–Le debe haber pasado que muchas veces la gente lo confunda con su personaje de Torrente. ¿Eso es algo que le molesta o es el riesgo del actor?

–Me molesta hasta cierto punto. Por otra parte pienso: “¡Qué gran actor soy! O sea, este tipo ha conseguido creer que yo soy del Aleti o que llego a casa y me emborracho, dejo a mi mujer y mis hijos”. Cuando hice El día de la bestia, la gente en las fiestas me daba drogas. Como el personaje era toxicómano, me daban cocaína, ácidos, y yo los guardaba para otros amigos que consumían por no desperdiciarlos (risas). Pero decía: “Es un personaje. ¿No se dan cuenta?” Iba a las radios y me ponían música heavy metal. Es recalcitrante, porque me gustan Dean Martin, Frank Sinatra. Me decían: “No, me estás cagando todo, pongamos Iron Maiden” (risas). Por eso hay que tener mucho cuidado: si haces un personaje de asesino de niños, tal vez te tiren piedras.

–¿Es cierto que si no fuera actor ni cineasta sería taxista?

–No, gigoló (risas). Taxista no me motiva porque tienes que estar conduciendo y aguantando al cliente. En cambio, gigoló es una cosa bonita porque haces felices a las señoras.

–¿No seguiría con el cómic porno tampoco?

–No, no, me gustó en su momento, pero dibujar está muy mal pago. Creo que lo de gigoló está bien, pero no tengo físico.