Jueves, 21 de diciembre de 2006 | Hoy
CINE › “DE PASO”, ESTRENO BRASILEÑO DIRIGIDO POR RICARDO ELIAS
Por Horacio Bernades
Un hijo militar, el otro delincuente. Si querer representar mediante este par a dos posibles Brasil suena esquemático, qué decir de ambas entelequias protagónicas. Ya desde pequeños, Jefferson y Washington (ésos son sus nombres) se revelan uno como respetuoso del orden y sumamente temeroso de todo aquello que pueda alterarlo; el otro, audaz y con muchos menos escrúpulos a la hora de salir de pobres. Por si fuera poco, la estructura narrativa de De paso se ocupa de duplicar el esquematismo de base, confrontando a los hermanos en su infancia y unos diez años más tarde, cuando uno de ellos vuelve a casa, convocado por la presunta muerte del otro. En verdad, si algo no hay es confrontación: de jóvenes, lo único que hacen Jefferson y Washington es confirmar lo que de niños apuntaban a ser.
Opera prima de Ricardo Elias (que ya tiene una segunda, Os 12 trabalhos, premiada en San Sebastián 2006), ganadora de cinco kikitos (así se llama el premio) en el Festival de Gramado 2003, De paso debe su nombre a la intercalación de sendos viajes realizados por los protagonistas, en los dos momentos en que el film los toma. Hay un traslado que Jefferson y Washington hacen de pequeños, llevando un paquete cuya entrega un traficante del barrio les encomendó, y está el que Jefferson y Kennedy hacen de jóvenes para reconocer el cuerpo de Washington, que habría muerto en circunstancias poco claras. Sí, como si no bastara con Jefferson y Washington, también hay un Kennedy, que es el mejor amigo de ambos. Todo sucede en el dilatado conurbano paulista, cuyas monstruosas dimensiones justifican que ambos viajes requieran de varias combinaciones de tren para poder llegar a destino, siendo narrados casi en tiempo real.
No hay nada que funcione bien en De paso. Los actores poseen una expresividad más que limitada, sus personajes son meras funciones del relato y encima las situaciones por las que atraviesan no son sólo episódicas (característica de toda película de recorridos), sino además muy poco significativas. Botón de muestra: durante el viaje de adultos, una chica linda busca insistentemente con la mirada a Jefferson. La escena dura unos cuantos minutos, pero no pasa nada: Jefferson no se anima a hablarle, Kennedy le insiste, la chica se baja y a otra cosa. Enseguida ambos descubren que un tipo los sigue. La situación los lleva a la enamorada de Washington, pero ese desvío termina en la misma indefinición que la anterior (indefinición que en la resolución de la película no hará más que prolongarse al infinito). En el viaje que hacen de chicos, los tres tienen un incidente bien pavo con otro pasajero por un quítame de allí ese asiento, y poco después un policía que los persigue termina pegándose un tiro, culpa de un tropezón casi más narrativo que físico.
Peor todavía, no sólo es totalmente mecánica la estructura de De paso, con su previsible sucesión de flashbacks, sino que para hacer fluido ese pasaje el director se impone recurrir a determinadas transiciones visuales. Transiciones más forzadas todavía. Como cuando el montaje liga un tren en movimiento con... un ómnibus de juguete, que un vendedor ambulante ofrece al pasaje en otro vagón, diez años más tarde. Tal vez le haya faltado a De paso algún Franklin que le proporcionara a la película un rayo de inspiración, tal vez un Roosevelt que la sacara de la Gran Depresión creativa en la que parece debatirse.
4-DE PASO
(De passagem) Brasil, 2003.
Dirección: Ricardo Elias.
Guión: Claudio Yosida y R. Elias.
Intérpretes: Sílvio Guindane, Fábio Nepô, Priscila Dias, Wilma de Souza y Mariana Loureiro.
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