Jueves, 21 de diciembre de 2006 | Hoy
TELEVISION › ENRIQUE ESTEVANEZ, PRODUCTOR Y DIRECTOR
Responsable de La ley del amor, asegura ser “el único productor realmente independiente de la TV argentina”. Las novelas son el principal sostén del rating general de Telefé.
Por Emanuel Respighi
Buena parte del liderazgo en la audiencia que desde hace años posee Telefé en la TV argentina descansa en esa suerte de nuevo prime time que el canal manejado por Claudio Villarruel creó durante la primera tarde, a partir de un bloque de telenovelas argentinas y latinoamericanas. De hecho, ante la arremetida final de Canal 13, que se impone desde hace unos meses en el prime time nocturno, el principal sostén del rating general de Telefé son las telenovelas de la tarde. Allí, entre extrañas telenovelas colombianas, brasileñas y mexicanas, siempre hay un culebrón argentino que funciona como sostén. En los últimos años, Amor en custodia y la recientemente finalizada Se dice amor, se encargaron de apuntalar desde el mediodía el bloque. Y en 2007 la que tendrá esa responsabilidad será La ley del amor, que esta semana estrenó Telefé y que, como las dos anteriores, también está producida y escrita por Enrique Estevanez.
Productor independiente desde 1997, Estevanez dice ser “el único productor realmente independiente de la TV argentina”. “Es que soy el único que no está asociado a ningún canal: me la tengo que bancar solito”, dispara. Con Soledad Silveyra, Raúl Taibo, Sebastián Estevanez y Sabrina Garciarena como protagonistas, La ley del amor cuenta la historia de una importante jueza que detrás de su imagen imperturbable y recta esconde un oscuro pasado que vuelve repentinamente. Una historia que intenta recuperar la audiencia que Se dice amor perdió en los últimos capítulos. “Se dice amor promedió más de 16 puntos durante todo el año. Le fue muy bien. Lo que pasa que la gente se acostumbró a los 22 puntos que promedió Amor en custodia, pero ésa es una cifra espectacular para el horario, más que la norma”, se defiende Estevanez en la entrevista con Página/12.
–¿Por qué funciona tan bien el bloque de la tarde en Telefé?
–El público es un animal de costumbre y Telefé tuvo la costumbre de incluir un bloque de telenovelas en la primera tarde desde hace años. El público que quiere ver una telenovela sabe que si sintoniza Telefé va a encontrar alguna y que se la van a respetar hasta el final. No la van a levantar antes de su finalización. Hoy, Telefé es el canal de la telenovela de la tarde, así como hace años era el 9, durante la época de Alejandro Romay. Telefé está disfrutando hoy las mieles de apoyar y cuidar el género. De hecho, ni siquiera en el verano ese bloque cae en calidad. Por eso se estrena La ley... en diciembre, siguiendo una línea de pensamiento coherente desde hace un par de años.
–Sin embargo, aun con el riesgo y la baja de encendido estacional que el verano trae, el bloque sigue manteniendo sus niveles de audiencia...
–Es que mientras antes a esa hora y durante el verano se ponía cualquier tipo de programación de relleno, ahora se lo valoriza por su poder de atracción, tanto de audiencia como de publicidad. Igualmente, es normal en este país que las novelas tengan altibajos, porque lo ideal es hacer 120 capítulos, no los más de 200 que hacemos acá.
–Pero pareciera que sus novelas ya están “instaladas”, con un público cautivo. La ley del amor ya mide más de 16 puntos de rating...
–Me siento muy contento porque estoy en una pantalla recaliente. Creo que las cuatro patas para que un programa triunfe se cumplen: hay un buen canal, un excelente elenco, una sólida producción y un libro atrapante. Sin embargo, tengo claro que en la TV nadie está instalado ni tiene el lugar asegurado.
–Menos aún si, como usted hizo en Amor en custodia, donde contó la historia de amor de una pareja madura, se plantean temas por fuera de las fórmulas probadas.
–Yo creo fervientemente en el clásico culebrón como estructura, pero al que le agrego ciertos condimentos modernos de comicidad y de realismo. A mí me gusta que las novelas tengan relación con la realidad: yo no pienso el triángulo amoroso como una licencia del género, sino que lo hago porque existe en la vida. A las novelas les pongo las cosas que me pasan en mi vida o que les ocurren a otros. La ley del amor se mantiene dentro de los cánones del culebrón, pero se anima a enfrentar la realidad desde la ficción. En este sentido, creo que las novelas cada vez son menos fantasiosas.
–¿Y eso a qué se debe? ¿Responde a una búsqueda propia de los autores o a que los sucesos de la realidad se asemejan a los de la ficción?
–Creo que ambas son causa y consecuencia de la misma tendencia. Mi modelo de telenovela es algo así como comprar un antiguo departamento, reciclarlo y agregarle elementos minimalistas y modernos en su decoración. Este tipo de telenovelas cuestionan los conceptos de credibilidad y de fantasía.
–Por lo visto en los primeros capítulos, La ley del amor modifica la estructura narrativa “coral” de los últimos años.
–Las novelas que hice en los últimos años eran mucho más abiertas, con más historias. Yo luché siempre con las novelas corales, porque cuando uno es productor independiente el único salvavida que se tiene es poder virar la historia para otros rumbos. En cambio, cuando la plata la pone otro, si algo no funciona no te importa tanto. En este caso, en cambio, preferí concentrarme más en los protagonistas.
–¿Por qué?
–Sentí que tenía que cambiar un poco y que había que concentrarse en menos historias. Como el de las telenovelas de la tarde es un público muy fiel, uno no puede repetir fórmulas permanentemente porque la audiencia se cansa. La ley... arranca con pocas historias para poder comprender bien por dónde va la trama central. Creo que si la trama no se puede contar en una línea, no sirve. Hacer telenovelas no es ninguna ciencia oculta. Quienes quieren hacer creer lo contrario, son unos embaucadores que, en realidad, están intentando cuidar su quintita.
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