Domingo, 18 de marzo de 2007 | Hoy
CINE › TERMINO AYER EL FESTIVAL INTERNACIONAL DE MAR DEL PLATA
Los films Ficción, M, Jardins en automne, Come l’ombra y Woman on the Beach fueron galardonados en la muestra.
Por Horacio Bernades
Desde Mar del Plata
Si la vigésimosegunda edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata resultó, en líneas generales, irreprochable, la premiación final le hizo honor. Difícilmente pueda levantarse alguna objeción frente a cualquiera de las más importantes ganadoras de la Competencia Internacional, ya se trate de la española Ficción como de la francorrusa Jardins en automne, la italiana Come l’ombra o la coreana Woman on the Beach. Lo mismo puede decirse del palmarés de la Competencia Latinoamericana, que consagró al documental argentino M, cuya importancia se había realzado en estas mismas páginas. El documental dirigido por el debutante Nicolás Prividera ganó también el Premio de la Crítica en esa misma sección, mientras que las dos representantes locales en Competencia Internacional tuvieron sus consuelos. A falta de premios mayores, Carlos Resta ganó el Astor al Mejor Actor por La peli, mientras que el premio del público recayó en Ciudad en celo, de Hernán Gaffet.
La figuración, en el palmarés marplatense, de nombres como el veterano autor georgiano Otar Io-sseliani (director de Jardins en automne, Premio Especial del Jurado) y del favorito de los festivales internacionales Hong Sang-soo (Premio ex aequo a la Mejor Dirección, junto con la italiana Marina Spada) confirma lo beneficiosas que resultan para este festival las nuevas reglamentaciones en la materia, que permiten que compitan películas que ya pasaron por otros festivales. Así como la soberbia Woman on the Beach había participado de la competencia en la última edición de Venecia, la elegantemente anárquica Jardins en automne estuvo en Rotterdam, y la solidísima Ficción lo había hecho en Toronto. Al mismo tiempo, la casi total ausencia de películas argentinas en la premiación de la Competencia Internacional revela lo débil que fue este año la representación local, que presentó una película ambiciosa pero fallida (La peli, de Gustavo Postiglione) y una comedia popular de estética televisiva (Ciudad en celo, de Hernán Gaffet). Sin embargo, que el público haya elegido a esta última como su favorita del festival puede estar anticipando una carrera comercial exitosísima para Ciudad en celo, que se estrenará el jueves próximo.
Puede ser que el guión de la película germano-georgiana El hombre de la embajada no sea brillante. Pero no hay duda de que es la mejor plataforma para que la película de Dito Tsintsadze sostenga una ambigüedad que le da todo su interés. Veterano de las películas de Postiglione, el rosarino Carlos Resta, protagonista de La peli, es lo más indiscutible de un film lleno de irregularidades, así como el trabajo de la rubia Sandra Hüller en Madonnas (una película que podría haber aspirado a otros premios) es uno de ésos de entrega total, en el papel de una madre soltera que no puede hacerse cargo de sus cinco hijos. Que el jurado de la Competencia Latinoamericana haya entregado el premio Ernesto Che Guevara a M es como el broche de oro para una sección que, en el año en que se hizo competitiva, presentó un alto interés. Que el jurado de la crítica internacional haya otorgado su premio a la propia M, y que la brasileña O ceu de Suely (que obtuvo una mención) haya ganado a su vez el de Mejor Película Latinoamericana 2006, instituido por Fipresci, no hace más que ratificar los méritos de ambas películas. Investigación sobre el destino de una militante secuestrada y desaparecida, realizada por su propio hijo, los dos premios obtenidos no hacen más que reforzar la carrera internacional que se avizoraba para M, y que tendrá su siguiente escalón cuando la película se presente en el Bafici, de aquí a un par de semanas. Fuera de la grilla, este año Mar del Plata se abrió a interesantes actividades especiales, que incluyeron una serie de ponencias sobre Cine y Pensamiento, Cine del Mañana y el llamado Club del Espectador.
Con una programación más que digna, organización impecable y alta asistencia de público (que, según las proyecciones, habría superado las de años anteriores), esta vigésimosegunda edición del FMDP confirma la consolidación de un evento que durante demasiado tiempo navegó a la deriva. No es raro que haya sido éste el año elegido por Miguel Pereira para anunciar su retiro de la dirección del festival, tras un quinquenio en el que supo ordenar y darle sentido a un evento que nadie sabía muy bien ni para qué estaba, ni cómo tenía que funcionar. Queda ahora la pregunta por la sucesión. Teniendo en cuenta que este festival depende del Incaa (y el Incaa, de la Presidencia de la Nación) da toda la sensación de que para responderla habrá que esperar hasta después de octubre. Con lo cual volverá a repetirse la misma escena que el director saliente intentó resolver y no pudo: una vez más, Mar del Plata y el Bafici volverán a estar separados por unos pocos días, entre fines de marzo y comienzos de abril. Lo cual no beneficia a ninguno de los dos festivales.
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