PLASTICA › ENTREVISTA CON PATRICIA ARTUNDO, LA CURADORA DE LA MUESTRA DE XUL SOLAR EN EL MALBA
“La coherencia de Xul está en el ocultismo”
Desde su inauguración, pasaron más de 70 mil personas por la muestra de Xul Solar, el enigmático personaje de la plástica argentina que creó el neocriollo y la panlingua, que rindió culto a Lao Tsé y al rey Wen e hizo girar su obra alrededor de los misterios. Sobre él habla una especialista.
Por Angel Berlanga
“Urano está en la ocho: se habrá muerto de repente. De un ataque al corazón.”
Eso decía un rato atrás una de las señoras que indagaban en una carta astral exhibida en el tramo final del recorrido propuesto para Visiones y revelaciones, la muestra retrospectiva de Xul Solar que puede verse hasta el 22 de agosto en el Malba, que convocó en un mes y medio a 70 mil personas, que tuvo repercusión en los diarios más importantes de España y Francia, de Alemania y de Estados Unidos, y que, a fines de septiembre, será montada en San Pablo. Las señoras llevan anteojos con mucho aumento y el gráfico, pequeño, está tras una vitrina que también preserva un singular juego de naipes de tarot, unos cuadernos tipo Gloria abigarrados de bosquejos hechos en lápiz, una carta escrita en neocriollo para su esposa. En el recinto, destinado a algunas de las obras que este extrañísimo artista hizo en sus últimos años, predominan los retratos de cinco figuras clave para él: Jesucristo, San Paulo de Tarso, San Ignacio, el ocultista inglés Aleister Crowley y el rey Wen, uno de los autores del Libro de las mutaciones, según la literatura china. “Son parte de un conjunto de 18 o 20 rostros, entre los que también están Lao Tsé y Moisés, con los que Xul formula que ninguna religión o sistema de creencias tiene que ser excluyente, que en esas figuras clave en Oriente y Occidente puede encontrarse alguna verdad formulada”, explica después, en el bar del museo, Patricia Artundo, curadora de la exposición y compiladora de Xul Solar, entrevistas, artículos y textos inéditos, libro que acaba de publicarse. “Elegí enfocar la muestra a partir del ocultismo: cuando uno lo entiende desde ese lugar, todo lo que hizo Xul cobra coherencia y unidad”, asegura.
Aunque frente a Zodíaco, un cuadro de 1953 que presenta en hilera a las doce figuras de los signos, las señoras no dieran pie con bola –“Ese es Escorpio”, y apuntaban a Virgo–, lo de Urano fue certero: Artundo confirma que Xul se murió de repente, muy probablemente de un ataque cardíaco. “La gente suele quedarse frente a las obras, pensando y preguntándose –dice esta doctora en Letras y licenciada en Historia del Arte–. Las pinturas funcionan como textos narrativos en imágenes y, entonces, necesariamente uno sabe que hay un contenido: el tema es tratar de entender qué es lo que Xul quiso decir.” Ahí están las 130 obras pobladas de figuras estilizadas, de escaleras angostas que invitan a subir, de figuras místicas y cruces, de construcciones insólitas y, sobre todo, de palabras y signos; abarcan medio siglo, desde su viaje a Europa hasta su muerte, en 1963. Ahí está su panajedrez y su teclado modificado “para aprender a tocar el piano en la tercera parte del tiempo que lleva estudiarlo”, según aseguraba en 1947. “Soy creador de una lengua universal –la panlingua–, sobre base numérica y astrológica, que tanto contribuiría a que los pueblos se conociesen mejor unos a otros. Soy creador del neocriollo, lengua que reclama el mundo de Latinoamérica”, decía Xul, que gustaba definirse como catrólico: católico-astrológico. “Pero por otra parte no vivía flotando: tenía amigos, relaciones, estrategias”, aclara Artundo, definida por el biógrafo Alvaro Abós como “la principal investigadora” en el mundo de la vida del pintor.
–¿Qué perseguía Xul con esas variantes personales del ajedrez, de lenguaje, del teclado del piano?
–Son versiones personales que se inscriben dentro de una corriente. En algún momento yo también planteaba a Xul como un creador multifacético, con múltiples intereses; pero luego encontré que esa diversificación, su trabajo con la kabala, con las lenguas artificiales, con el I-Ching, con la clarividencia y con la astrología, forma parte de las raíces del ocultismo, constituyen un corpus de saberes común a todos los grupos ocultistas. Son saberes básicos para entrar. Xul creó dos lenguas artificiales, la panlengua y el neocriollo; esta última parte de dos lenguas preexistentes, el español y el portugués. Al principio, un texto en neocriollo era transparente, pero luego va modificándolo hasta que casi es imposible leerlo. Esta evolución también puede verse en sus pinturas, y esto es interesante de destacar: en sus últimas obras, particularmente en las grafías, hay una exigencia al lector-espectador, un trabajo adicional que está previsto por Xul. Luego viene la decisión del que asiste a eso: puede abordarlo o darse media vuelta e irse.
–¿Para qué quería Xul que el espectador “trabajase”?
–El estaba convencido de que cuando uno decide emprender un camino de superación, de los aspectos más terrenales del individuo, para poder ascender hacia un estado espiritual mucho más puro y más en contacto con la divinidad, sea la que fuera, todo eso exige un trabajo. Xul estuvo en contacto con Crowley, que en un testimonio plantea que le dijo que su objetivo más fuerte, su verdadera voluntad, era unificar América latina sobre bases espirituales. En el libro de entrevistas se detecta que él dice mucho, pero también oculta; en la imagen que él mismo construye de sí, sabe que hay cosas que no se dicen habitualmente y quedan en el marco privado o de determinada comunidad. Entonces él formula neocriollo como una nueva lengua para los habitantes de Latinoamérica, con el agregado importante de incorporar al Brasil: es el único proyecto de la vanguardia, en los años ’20, que lo tiene en cuenta. Dice que será la nueva lengua que hablará este nuevo hombre. Esta intención se ve en cuadros como Drago. Pero uno dice: ¿por qué América del Sur? Al ahondar en el tema de la teosofía, de las siete razas madre, del lugar donde iba a aparecer la última raza, la más elevada en desarrollo y conocimiento, encuentra que eso iba a tener lugar aquí.
–¿Por qué Xul trabaja, en general, con acuarela o témpera?
–Es así; sus pinturas al óleo, los zodíacos, o las pinturas sobre vidrios, es casi excepcional. La acuarela y la témpera implican un proceso mucho más rápido y el óleo, en cambio, tiene requerimientos, tiempos de secado entre una capa y otra. En los cuadernos con bocetos, todos con una cuadrícula armada, uno puede ver su forma de trabajo, su capacidad para proyectar muchas obras en función, también, del tiempo de ejecución.
–¿Y cómo evoluciona el desarrollo de sus imágenes?
–Hay artistas muy violentos en cuanto a los giros que producen: Berni, por ejemplo. En el caso de Xul los cortes no son tan violentos, pero existen, tanto desde lo formal, su resolución plástica, hasta aquello que él está eligiendo transmitir a través de sus obras.
–Una primera –falsa– impresión puede conectar con cierta “inocencia” en sus imágenes.
–A la gente que no lo conoce puede sucederle eso: son cuadros que en apariencia no son conflictivos. Entonces uno se anima y entra. Pero que no sea conflictivo no implica que no sea complejo. Hay gente que por ahí puede quedarse simplemente con los colores lindos, y otro tipo de público que se anima y hace el esfuerzo que te exige, el trabajo adicional que pide la obra de Xul. Muchos se aproximan desde los lugares que conocen, la astrología, el tarot o el I-Ching. Y además es un artista que, aunque no se entienda, propone un tipo de imagen absolutamente distinto.
–Xul tiene una intención macro, universalizadora, pero al mismo tiempo sigue resultando bastante críptico.
–En un diario de 1910-1912 ya habla, en un párrafo, de “fundar una religión para mí y para mis seguidores”. Tiene esa idea desde el principio, y la va a seguir a lo largo de su vida. En sus grafías de los últimos años, incluso, da pautas en clave para quienes lo quieran seguir. El siempre manifestó esta voluntad de universalizar los saberes, facilitar el conocimiento, multiplicar los aprendizajes. Tal vez sea arriesgado decirlo, pero de hecho es lo que pienso. En 1939 da una primera idea depanclub, ese lugar de reunión universal donde compartiría actividades culturales y religiosas, porque pensaba que un aspecto completaba al otro: la cultura, que una persona se forme y tenga acceso a determinadas obras literarias que lo enriquezcan, era para él una forma de acceder a la espiritualidad.