PLASTICA › OPINION
Xul Solar, mago vanguardista
La tradición oculta y hermética recorre como un hilo invisible diversas obras artísticas del siglo XIX y del siglo XX. Basta pensar en Charles Baudelaire, en Leopoldo Lugones, en André Breton. También puede pensarse en los magos o iniciados como Madame Blavatsky o Aleister Crowley, quien conoció a Xul Solar y le encomendó la tarea de reescribir el I-Ching. Crowley no es solamente el personaje excéntrico que aparece en la portada de Sgt. Pepper de Los Beatles y que fue figura de culto del underground, como lo muestra la película de Kenneth Anger con Mick Jagger. Crowley fue un referente para el poeta irlandés W.B. Yeats, quien integró su cofradía, o para Fernando Pessoa, quien corrigió su carta astral e hizo que la Bestia (uno de los apodos de Crowley) viajara a Lisboa para entrevistarse con él. Xul conoció a Crowley en los años ’20 y desde entonces guardó una gran fidelidad hacia él, como lo muestra el retrato que se ve en una de las salas de la exposición realizada en el Malba.
Sin embargo, a diferencia de Yeats, Darío o Lugones, en quienes confluían simbolismo y esoterismo, Xul hace otro tipo de articulación en el que saberes ocultos y prácticas vanguardistas son parte de un mismo gesto. La unidad de la cultura, la búsqueda de la lengua original y el desciframiento del orden misterioso de las cosas se conectan con los tópicos vanguardistas de la renovación de la cultura, la violencia sobre el lenguaje y el carácter antimercantil de la obra. La obra, en Xul, está en el cruce de estas dos coordenadas. Y por eso, si bien las claves de sus imágenes admiten un desciframiento según los códigos astrológicos o zodiacales, siempre hay en su mirada algo bufo, distanciado y caprichoso que hacen de Xul un inventor, alguien que avanza decididamente hacia nuevos lenguajes. En Xul está siempre, desde sus comienzos hasta el final, el color que funda un valor gnoseológico, lúdico y estético.
Una de las obras más ejemplares en este sentido es el panajedrez, juego que Xul creó a partir de una modificación del ajedrez. Si Yoko Ono propuso un ajedrez completamente blanco para criticar la guerra y si la Bauhaus diseñó un juego en el que la forma de la pieza estaba determinada por su función, Xul Solar hizo algo totalmente diferente: inventó un juego en el que el azar no tenía lugar. Juego “de base cósmica”, según sus palabras, está armado sobre el número 12, los planetas, la escritura y los signos del zodíaco. La pretensión de Xul era que el jugador tuviera “gusto, cultura y fantasía”. No sólo se criticaba la ambición de ganar o perder que acompaña al ajedrez, sino su apoyo en la facultad del intelecto en detrimento de otras. Para jugar al panajedrez, para ver la muestra de Xul, necesitamos, sobre todo, eso: gusto, cultura y fantasía.
* Investigador del Conicet y autor del libro Poesía concreta: las vanguardias en la encrucijada modernista.