Martes, 2 de agosto de 2016 | Hoy
PLASTICA › PLASTICA > XII SALóN NACIONAL DE ARTE DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMáN
El concurso de arte contemporáneo, que ya es tradición, tiene carácter nacional y permite a los artistas tucumanos y de todo el país participar de un premio prestigioso para integrar el patrimonio universitario.
Por Fabián Lebenglik
Hasta fines de agosto se presenta el XII Salón Nacional de Arte Contemporáneo de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), en el Museo de la UNT, bajo la dirección de Elina Valladares.
Quien firma estas líneas, cuando integró el jurado del Salón por primera vez hace nueve años, dijo que “Tucumán es un polo del arte contemporáneo en todo el país, y no tiene nada que envidiarle a lo que se hace en otras regiones… Este Salón abre el juego porque pone diferentes estéticas en relación y en diálogo, y además porque vimos que tanto pueden participar, sin restricciones, un alumno y un docente, y nadie se ofende por eso, ni le parece extraño. Esto, que es muy sano, no pasa mucho en otras partes”.
Lo mismo puede decirse ahora, cuando a este cronista y crítico de arte le tocó nuevamente ser jurado, en este caso, de la XIIª Edición. El salón se concursa en una categoría única y muy amplia, que incluye pintura, grabado, escultura, dibujo, instalación, objeto, fotografía, arte textil, videoarte y arte digital impreso.
El contexto es significativo: porque desde la universidad pública tucumana (más allá de los avatares de una institución que sufre problemas de financiamiento y fuertes tensiones políticas), ya es tradición, se genera no solo la formación de alto nivel para quienes aspiran a ser artistas visuales, docentes e investigadores, sino también se ofrece la posibilidad de concursar por un premio prestigioso para que sus obras pasen a integrar el patrimonio universitario y puedan circular por el país, como sucede, por ejemplo, en el caso de la reciente exposición que realizó el Museo de Bellas Artes de Salta con el patrimonio del MUNT surgido de estos salones de arte contemporáneo.
El otro efecto de esta apuesta es la señalada en 2007: aquí se abre el juego al diálogo y la relación entre la producción artística contemporánea tucumana, con la de los artistas de todo el país, porque el concurso tiene carácter nacional.
En esta edición se presentaron se 232 obras de 160 artistas del país (se podía competir con hasta 2 obras por envío) por una suma de $60.000 en premios adquisición para la Universidad de $30.000 el primero, $18.000 el segundo y $12.000 el tercero.
Me tocó ser jurado junto a dos profesionales locales, el doctor en Artes Jorge Figueroa y al arquitecto Gabriel Varsanyi (véase aparte la síntesis que ofrece sobre la selección).
Entre los tres seleccionamos cuarenta obras y dentro de este conjunto elegimos los tres premios, las tres menciones y una distinción especial (véase aparte la selección y los premios).
La obra ganadora, una impecable fotografía de Pablo Ziccarello, por una parte luce como una pieza geométrica, pero inmediatamente convoca una hiperrealidad: se trata de una cortina metálica negra, tomada con tal grado de detalle que permite ver todos los accidentes que la recorren, sutiles reflejos y rayaduras, algún color subrepticio. Como se trata de una cortina cerrada podría pensarse que se evoca una clausura, un cierre, tal vez una imagen que sugiere el estado actual o quizás las expectativas del mundo del trabajo y el comercio.
El segundo y tercer premio, una pintura de María Virginia Serrano y una obra textil de Cecilia Villafuerte, trabajan con gran libertad en una oscilación que va del homenaje a la crítica, con el imaginario femenino en los términos que en nota aparte analiza Gabriel Varsanyi.
La exposición cuenta con la curaduría de Cecilia Quinteros Macció. (En el MUNT, San Martín 1545, Tucumán, hasta fines de agosto).
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