Miércoles, 3 de diciembre de 2014 | Hoy
DISCOS › ROCK OR BUST, EL NUEVO DISCO DE AC/DC
Este año, la legendaria banda debió lidiar con la demencia de Malcolm Young y la complicada situación de Phil Rudd. Como en la muerte de Bon Scott, lo resolvieron huyendo hacia adelante y con un disco en el que la potencia y el encanto están intactos.
Por Eduardo Fabregat
¿Acaso alguien esperaba que AC/DC lanzara un disco de valses vieneses? La banda que hizo temblar –literalmente– el barrio de Núñez en diciembre de 2009 está de regreso, y las once canciones de Rock or bust tienen todo lo que debe tener el disco de una auténtica leyenda del rock and roll. El título del decimoquinto álbum de estudio del quinteto podría ser traducido como “rockear o fracasar”, y no es un mal resumen para los tiempos que viven. Aun para los estándares de AC/DC, que ha debido capear tragedias e inconvenientes de toda clase, su primera producción en esta década (además del formidable disco doble en vivo Live at River Plate) viene jalonada por toda una serie de problemas que descorazonarían a más de uno.
Pero a Angus Young, Brian Johnson y compañía les sobra corazón y no tienen planes de bajar los brazos. Y eso que han tenido razones para tirar la toalla: a mediados de este año, el guitarrista Malcolm Young, uno de los pilares del grupo, debió ser ingresado en un centro de atención 24 horas, víctima de demencia. El violero rítmico que un día trajo a ensayar a su hermanito con uniforme escolar no sólo no recuerda sus riffs. Ya ni siquiera recuerda que alguna vez tocó la guitarra y olvida quién estuvo en su habitación apenas cinco minutos antes. Fue un golpe tremendo para el grupo y especialmente para Angus, aunque no fue sorpresivo: según contó el hermano menor, ya en la gira Black Ice que pasó por aquí Malcolm tenía síntomas que se mantenían a raya con medicación. Pero la banda, que ante la muerte de su cantante Bon Scott, en 1980, decidió huir hacia adelante con la incorporación de Johnson y el lanzamiento del soberbio Back in Black –su disco más vendedor a la fecha–, decidió ir a registrar sus nuevas canciones en Vancouver, en mayo de este año, con Stevie Young ocupando el lugar de su tío. Además del vínculo familiar, Stevie (que suena a “sobrinito”, pero en realidad tiene 58 años) no es ajeno al rol: ya en 1988 lo ocupó para el tour estadounidense Blow up your video, mientras Malcolm se encargaba de su adicción al alcohol.
Pero la jubilación obligatoria de Malcolm Young no fue el único problema con el que AC/DC debió lidiar. El día que debían comenzar las sesiones canadienses estaban todos... todos menos el baterista Phil Rudd. La banda comenzó a trabajar, pero pasó una semana sin mayores novedades. “Nos puso en un lugar donde no podíamos avanzar”, explicó Angus hace poco al diario USA Today. “Un día iba a venir, otro día no... ¿iba a aparecer? Y cuando apareciera, ¿iba a estar en buena forma? Siempre fuimos una unidad sólida y confiable. Finalmente, nuestro productor Brendan O’Brien fijó un límite: ‘Si el viernes Phil no está en el estudio, habrá otra persona sentada a la batería’. Phil por fin llegó e hizo su trabajo, y lo hizo bien, pero ciertamente lo hemos visto en mejor forma. No es el Phil que conocimos en el pasado.”
Las palabras del guitarrista, claro, buscan echar luz sobre la noticia que rebotó por todas partes hace poco más de un mes: la detención de Rudd en Nueva Zelanda por su supuesta participación en un complot para asesinar a dos personas, y el hallazgo en su hogar de cannabis y metanfetamina, ponen al músico en una situación por demás difícil con vistas a la gira que en 2015 presentará Rock or bust, y que es de esperar que pase por la Argentina. “Ni el disco ni la gira del año próximo están en riesgo, pero el tema de la batería es un gran interrogante –planteó Angus en la misma entrevista–. Los problemas de Phil comenzaron antes de esta situación, y él parece haberse dejado estar. Pero lo nuestro es seguir adelante.” Rudd no apareció en la sesión de fotos para la promoción del nuevo disco, ni para la filmación de los clips de “Rock or bust” y “Play ball”, y el año próximo deberá presentarse a un juicio: parecería que su destino está sellado.
Y entonces: ¿la ausencia de dos miembros históricos convierte a AC/DC en un pato rengo? La respuesta es un rotundo, enorme, sonoro NO. No se necesitan más pruebas que darle play a Rock or bust, el disco que apareció ayer en todo el mundo. Las dos canciones que se convirtieron en clips son el perfecto uno-dos para abrir un nuevo paquete de canciones que hace honor a la historia de la bestia australiano-escocesa, y que exhibe el nervio y la garra que los caracteriza. Los aguafiestas de costumbre retornarán con la cantinela de “AC/DC hace siempre lo mismo”; ante tal afirmación se recomienda volver a la pregunta del comienzo. La Gibson SG al palo de Angus, la base granítica de Rudd y Cliff Williams, la voz de lija del fierrero Johnson, una labor de Stevie impecable en eso de hacerle la segunda al violero estrella: AC/DC hace lo que tiene que hacer, poner al rojo los parlantes sin perder nunca el groove rockero que los distingue. Y desgranar canciones de inmediato efecto adrenalínico como “Miss adventure” (con sus coros épicos), esos midtempo tremendamente gancheros como “Get some rock & roll thunder”, “Sweet candy” o “Hard times”, pulsos frenéticos como “Baptism by fire”, contrapuntos filosos como el de “Rock the house”, que conducen al glorioso cierre de “Emission control”, que hacen que todo pase como un suspiro –un suspiro potente– y exija una inmediata repetición.
AC/DC es una apuesta segura, y como otros ejemplos recientes (Robert Plant, Black Sabbath, Neil Young, Paul McCartney), se ha añejado muy bien. Rock or bust es la demostración. Es una soberbia y disfrutable patada eléctrica en el cuerpo del oyente. Es el final feliz de la apuesta que, contra todos los problemas, canta Brian Johnson en el tema del título: “En el rock confiamos, es rockear o fracasar”. Ganaron.
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