Sábado, 27 de septiembre de 2008 | Hoy
TELEVISION › EL DOCUMENTAL ES LA ECONOMíA, ¿IDIOTA O CóMPLICE?
El trabajo audiovisual realizado por Emilio Cartoy Díaz y Silvina Rossi posa su mirada sobre la instalación de las plantas trasnacionales de celulosa en América del Sur, analizando sus reales motivaciones y sus consecuencias.
Por Emanuel Respighi
“Amarás a la naturaleza, de la que formas parte; todos los penitentes serán celebrantes y no habrá noche que no sea vivida como si fuera la última, ni día que no sea vivido como si fuera el primero.” La frase, en la voz ronca y cadenciosa de Eduardo Galeano, impacta en la mente de los televidentes con una fortaleza a prueba de despistados, tras los 15 minutos introductorios donde se reiteran distintas imágenes reales de bosques, ríos, aves, tierra, animales y, como fondo a todas esas bellezas naturales, esas fálicas chimeneas humeantes de diferentes pasteras diseminadas por el mundo. Es la primera expresión que se escucha en el documental Es la economía, ¿idiota o cómplice?, un trabajo audiovisual realizado por Emilio Cartoy Díaz, Silvina Rossi y Mansato Producciones que vuelve a posar su aguda mirada sobre la instalación de las plantas trasnacionales de celulosa en diferentes países de América del Sur, abordando sus reales motivaciones y las consecuencias que genera en el medio ambiente y en las economías regionales de cada lugar. Es la economía, ¿idiota o cómplice? se emitirá hoy, a las 18, por Canal 7.
Más que un telefilm aislado, Es la economía... es, en realidad, la segunda parte de un trabajo integral que el mismo equipo comenzó el año pasado con Historia de dos orillas, el documento que recibió un premio especial en el Festival Internacional de Cine de Medio Ambiente de Cataluña. Pero si en aquella primera aproximación a las plantas de celulosa, el foco de la cámara se centraba en el conflicto que se generó entre Uruguay y Argentina por la instalación de Botnia y Ence, estos nuevos 57 minutos se empeñan en mostrar las consecuencias sociales que la globalización de la economía tienen en los países del Cono Sur del continente, tomando la instalación de las trasnacionales celulósicas como ejemplos paradigmáticos que desentrañan el funcionamiento del capitalismo en el siglo XXI.
A partir de los testimonios de periodistas, especialistas ambientales, historiadores, activistas y habitantes y productores de los lugares en el que se instalan las pasteras, Es la economía... no se limita a denunciar los daños ambientales que este tipo de plantas ocasionan en el ecosistema: la propuesta trasciende la “cruzada ecologista” para corroborar la hipótesis de que Sudamérica es elegida estratégicamente por las grandes corporaciones del papel para seguir abasteciendo de materia prima al mundo. La participación de intelectuales y científicos de todo el mundo intenta –y lo logra– traspasar los límites del “reduccionismo ambientalista”, como una forma, aunque revestida de cierta parcialidad (ningún ejecutivo de las pasteras brinda su testimonio), de entender el problema en todas sus dimensiones.
Bajo esa idea, el documental reconstruye el proceso de producción de papel desde la expulsión de la gente de sus lugares, la deforestación de la selva para la implantación del monocultivo de pinos y eucaliptos, con las consecuencias a la biodiversidad que genera, hasta la instalación de las fábricas contaminantes de pasta y las consecuencias económicas y sociales en la región. Para ello, Es la economía... se vale de imágenes filmadas en Argentina (Misiones, Entre Ríos, Buenos Aires), Uruguay (Colonia, Montevideo, Fray Bentos, Nueva Palmira), Brasil (Espíritu Santo, San Mateus, Vitoria, Aracruz), Chile (Valdivia, Mehuin, Santiago), Finlandia (Helsinki, Bosques Sammy) e Inglaterra (Londres).
Pese a las distancias geográficas que separan a esos países, cada uno de los paisajes naturales que devuelven las cámaras se contaminan con las mismas imágenes: chimeneas siempre humeantes, huellas de grandes ríos y arroyos ahora secos, antiguos bosques devenidos en de-siertos y “reservas” de eucaliptos y pinos prontos a ser devastadas por motosierristas a los que las pasteras les prometieron trabajo digno y les pagan 50 centavos de peso por árbol derrumbado y cortado. “En cada lugar donde se instala una planta de celulosa trae pobreza y miseria”, explica el historiador Gonzalo Abella durante el documental. Y el dato de que en Fray Bentos se pasó de una desocupación del 7 por ciento a una que se acerca al 14 en la actualidad pareciera corroborar su afirmación. En medio de quienes piensan que la globalización de los mercados y el desplazamiento de las industrias contaminantes a la periferia, la pérdida de miles de puestos de trabajo a cambio de pocos altamente calificados y el saqueo de los recursos naturales es una nueva forma de “imperialismo”, y quienes en realidad lo perciben como secuencia natural del sistema capitalista, Es la economía... funciona como un interesante trabajo para conocer que el impacto de la instalación de plantas de celulosa en la región es ambiental en la superficie, pero toma sentido político-económico al husmear en la profundidad.
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