Miércoles, 31 de mayo de 2006 | Hoy
TELEVISION
Por E. R.
Ni siquiera en sus sueños podía Inés Estévez imaginar una despedida como la del lunes. Anunciado su alejamiento de la actuación, la prolífica actriz de teatro, cine y TV fue premiada como actriz protagónica de unitario (por Criminal, Botines y Mujeres asesinas) y además se llevó simbólicamente una buena parte del Oro, debido a que ella –junto a Eugenia Tobal– fue la que inauguró el multipremiado Mujeres asesinas. “Fue una noche perfecta porque, más allá de los premios, sentí que recibí el reconocimiento genuino de mis pares”, cuenta en la entrevista tras bambalinas que le concedió a Página/12.
–¿Esperaba tener una noche así?
–Nunca. Es más: a mitad de la ceremonia estaba muy cansada y empecé a sentirme mal. Sólo pensaba en irme a dormir. Y de golpe me encontré arriba del escenario, recibiendo un premio tras otro. Fue una noche muy movida.
–Que no la hace rever su decisión...
–En absoluto. Fueron seis años de pensarlo con tranquilidad y objetividad, poniéndome en situación de lo más deseable que me podía pasar como actriz y aún así sentí que seguir actuando me hacía ruido. Tenía que soltar algo, en este caso la actuación, para animarme a otras cosas.
–¿Deja de actuar por cansancio o por una necesidad de abrirse camino como escritora o directora de teatro?
–Yo no estoy muy segura de lo que voy a hacer en el futuro. Sé que tengo otras capacidades, otras disciplinas artísticas que me atraen... Escribo desde los 12 años, pero nunca le di forma a esa capacidad porque no lo imaginé nunca como medio de vida. Estoy alejándome de un ámbito que me puede facilitar el acceso a la dirección o la escritura. Como le tengo mucho respeto a la gente que sí lo sabe hacer, éste es un tiempo no de concreción sino de tránsito, para ver si puedo hacerlo. Y si no, haré otra cosa que me haga feliz y que no me exponga tanto.
–En los últimos años, ¿la actuación ya no la hacía todo lo feliz que usted deseaba?
–La sensación que tenía respecto de la actuación era de saciedad. Como cuando uno termina de comer y está satisfecho y, por más comida que haya, ya no quiere más. La actuación fue un ciclo cumplido. No necesitaba mostrarme más nada a mí misma. Sentía que no había grandes desafíos. Los trabajos en danza no me significaban una posibilidad de devolución.
–¿Es impensado suponer que puede ser protagonista de su propia obra?
–Intenté hacer las dos cosas, pero como soy muy obsesiva, me terminaba abocando un ciento por ciento a la actuación y no me daba el tiempo para lo otro. Tenía que hacer el vacío para ver de qué se llena. Y estoy viendo de qué se llena. Seguramente va a ser una actividad creativa y artística, pero no quiero pensarlo desde la cabeza. Quiero hacer lo que me indica el corazón, que no se equivoca.
–Dejando de lado, incluso, su trayectoria profesional.
–Fueron veinte años de caminar un sendero maravilloso, que me dio mucho y también me expuso. Quiero sembrar otra cosa y estar al servicio de ideas propias. Quiero desarrollar artísticamente mi manera de ver el mundo. De hecho, tanto Criminal como Mujeres asesinas y Botines fueron programas cruzados por una violencia con la que no estoy de acuerdo. Quiero hacer lo mío.
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