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Lunes, 31 de marzo de 2014

TELEVISION › BENOîT JACQUOT HABLA DE SU PELíCULA ADIóS A LA REINA

“Me fascina, pero no me gusta”

El director francés se refiere al personaje de María Antonieta, al que se aproxima cinematográficamente con un tono seco y despojado de artificio. El film muestra el naufragio monárquico a través de los ojos de una empleada de la reina.

 Por Ezequiel Boetti

Benoît Jacquot intimida tanto por su talante señorial y los rasgos felinos de un rostro surcado por los años como por su extensísima trayectoria. Nacido en 1947 y convertido con los años en uno de los realizadores más importantes de su generación, empezó como asistente a mediados de los ’60 para debutar al mando de un film en 1975. Desde entonces dirigió más de una veintena de películas, la penúltima de las cuales (ya tiene lista Trois coeurs) fue Farewell, my Queen, titulada aquí Adiós a la reina. La habitual neurosis de la cartelera argentina puso en jaque el estreno anunciado durante gran parte del segundo semestre de 2012 y 2013, por lo que el par de exhibiciones en el ciclo de cine francés Les Avant-Premières fue una buena oportunidad para ver en cines de qué se trata esta particular aproximación a los últimos días de María Antonieta en el Palacio de Versalles.

Las particularidades comienzan por el punto de vista. Lejos de la mirada ultrapop de Sofia Coppola en María Antonieta o el preciosismo habitual en gran parte de las producciones palaciegas, Jacquot narra el crepúsculo monárquico con un tono seco y despojado de artificio, apropiándose además de la óptica lateral de una de las lectoras de la reina, interpretada por esa nueva estrella del firmamento cinematográfico francés que es Léa Seydoux. Pero con el avance de los minutos se verá que la relación trasciende el vínculo empleador-empleado. “Creo que la protagonista quiere a la reina de una manera incondicional. Pero se trata de relaciones de servidumbre, que son siempre muy complejas y que hacen que uno se entregue totalmente al amo. Me resulta bastante complicado establecer una definición concreta, pero diría que está muy cercana a una suerte de sumisión sentimental atravesada por una carga sexual latente”, afirma el cineasta en una entrevista con Página/12 en el Hotel Louvre parisino, antes de describir los atractivos que encontró en el libro homónimo de Chantal Thomas en el que se basa el film: “Me cautivó la concentración en el tiempo y el espacio, además de la trayectoria de un personaje que por definición no puede saber todo lo que está pasando a su alrededor. Eso es algo que me interesa en general, y que en este libro se desarrollaba de forma tal que de inmediato entreví una película”.

–Usted ahora habla de concentración en tiempo y espacio, y en varias entrevistas durante el estreno en la Berlinale ’12 comparó los sucesos del film con la tragedia del Titanic.

–Sí, con ése y con todos los naufragios posibles. El Palacio de Versalles tenía la misma cantidad de habitantes que los cruceros de hoy en día, entre tres mil y cuatro mil personas, y en esos pocos días esas personas estuvieron literalmente en una situación de naufragio. Además, soy un aficionado a todo lo relacionado con los finales de los reinados, y en este caso en particular marcó un quiebre en la historia de Francia y Europa. Los tres días que muestra la película han sido decisivos. Por eso me interesaba filmar ese clima. El pánico es un excelente objeto cinematográfico.

–¿Por qué?

–Porque es el máximo movimiento posible en el mínimo de tiempo, y ésa es la definición de una buena película. Poder filmar desde el punto de vista de una sola persona inscripta en un espacio cerrado, en este caso el Palacio de Versalles, era sumamente inquietante. La lectora era una persona que estaba muy cerca del poder y de la reina, y al mismo tiempo su función la ubicaba en el rol de mera empleada, casi una esclava que no sabía nada de lo que estaba ocurriendo más allá de que sentía que las cosas no estaban bien. A partir de esa idea, hice una serie de modificaciones en el texto original para que la película fuera mía y no la mera ilustración de una novela ajena.

–Uno de esos cambios es la edad de la protagonista.

–Sí, en la novela tiene 50 años y ahora 20, lo cual cambia muchas cosas. Esta es una mujer que todavía tiene un pie en la adolescencia, por lo que es mucho más permeable y sensible a lo que puede suceder a su alrededor. Una mujer madura, con una experiencia de vida mucho mayor, se siente más protegida respecto del entorno.

–El film se corre del tono más tradicional de las películas de época para convertirse casi en un thriller. ¿Coincide?

–No sé si lo diría en esos términos, pero en la medida en que cualquier reconstitución es una especie de fantasía más o menos vestida de realidad o verosimilitud, traté de hacer la película como si lo que reconstituía ocurriese en el momento que lo filmaba. Es decir, busqué que todos, desde los actores hasta los técnicos, trabajaran desde el presente y no desde la idea de una recreación de un hecho ocurrido hace más de doscientos años. Para mí, lo importante de un guión, más allá de que aborde un período alejado en el tiempo, es poder reflejar todo lo que filmo y, según les pido a los actores, con la mayor cercanía posible a la realidad del espectador actual. Todo lo que es anecdótico y permite hurgar en los personajes y le da una presencia y una vida a las cosas que nos las acercan, por mucho que pasara hace siglos.

–Sofia Coppola hizo su propia versión pop de María Antonieta. Ahora usted la muestra a través de los ojos de una empleada. ¿Está agotada la visión clásica de ese personaje?

–No, no creo que se agote. Se podrían hacer 200 películas sobre ella, siempre y cuando haya un punto de vista singular. Siempre será interesante porque ella lo era. A mí me fascina, pero no me gusta, algo que creo que sí ocurre en el caso de Sofia Coppola.

–Hace varios años forma parte del jurado de ingreso a la escuela de cine de París. ¿Cree que ese contacto con jóvenes y sus miradas influyó en su cine?

–A lo mejor sí, pero como les temo mucho a las influencias, prefiero influenciar a ser influenciado. Y si soy influenciado, prefiero no saber por quién o por qué. Pero de pensarlo, preferiría hacerlo por alguien mucho más joven que por alguien de mi edad.

* Adiós a la reina se emite hoy en HBO Max, a las 21.45.

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“Se podrían hacer 200 películas sobre María Antonieta”, dice Jacquot.
 
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