Trece décadas. 13 historias. Una misma casona en el delta del Tigre que esconde infinitos secretos y misterios. La idea, de fondo, de que los lugares trascienden a las personas. Esos son los ejes en los que se monta La Casa, la ficción que esta noche a las 23 (y de martes a jueves a las 22.30) estrena Canal 7. Bajo la dirección del cineasta Diego Lerman (Tan de repente, Refugiado), la serie unitaria se propone devolverle a la ficción argentina las historias de género y también las de época, dos aspectos que por diversas cuestiones no suelen ser explorados por la producción local. “Es una serie de trece mediometrajes en la que los verdaderos protagonistas son el lugar y el tiempo que pasa, tomando una historia por época, cambiando de géneros, registros y personajes”, le cuenta a Página/12 el cineasta y guionista de La casa, la ficción de elenco rotativo que desde hoy se suma al prime time.

Cristina Banegas y Gonzalo Heredia, Mercedes Morán y Alberto Ajaka, Julieta Díaz y Fabián Vena, Mirta Busnelli y Alberto Ajaka, Vera Spinetta y Luis Ziembrowski, Claudio Tolcachir y Belén Blanco. Algunos de los actores y actrices que se animaron a perderse en toda clase de personajes del pasado y del futuro de una casa que alberga historias que transcurren entre 1929 y 2029. Surgida de los concursos de fomento para el prime time organizados por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales y el Ministerio de Planificación, La casa es una creación del director de La mirada invisible y Refugiado, entre otras películas. La idea le surgió desde su propia historia personal. “Compré una casa del 1900 que empecé a refaccionar y, cuando estábamos en medio de la obra, un albañil encontró un pozo enorme bajo la cocina, que era casi una habitación con todo tipo de objetos antiguos. Eso me hizo pensar en la cantidad de historias que están inscriptas en las paredes de cada hogar”, cuenta Lerman, que filmó esta serie a lo largo de 2013.

En búsqueda de esas historias que se esconden en cada casa a través de las distintas generaciones y familias que las habitan a lo largo del tiempo, de esos fantasmas que permanecen entre los pasillos y los recovecos, se vale la ficción producida por Campo Cine. Hay historias dramáticas, otras que transitan la comedia, un par que se animan a lo fantasioso, y hasta algunas que plantean un futuro distópico. Aprovechando el formato unitario, y el paso del tiempo como protagonista condicionante de cada episodio, La casa experimenta con distintos géneros y lenguajes. De hecho, si bien en todos los libros participan Lerman y Mara Pescio, cada capítulo cuenta con un guionista diferente que se suma a la dupla, en función de las necesidades históricas y temáticas que se aborden en cada trama. Un modelo de escritura y reescritura de guión que es poco frecuente en la industria televisiva argentina actual, y que se propone mejorar la calidad de los libros televisivos.

Mercedes Morán protagoniza uno de los episodios de la serie. En “Evangelizadora”, la actriz interpreta a una mujer mística que retorna a la casa en búsqueda de un secreto que sólo ella conoce, pero que en el camino se topa con que el lugar en el que alguna vez –durante su infancia– pasó unas vacaciones estaba ocupado por un grupo de facinerosos. “Me atrajo la convocatoria del director, porque me encanta cómo trabaja Diego. Me acercó tres guiones, todos me gustaron, y terminé eligiendo en función del personaje que sentía que era más diferente de lo que venía haciendo. Me pareció que era un personaje interesantísimo, lleno de misterio y de locura”, cuenta la actriz.

Conocedora del género como pocas, con el aval de la enorme cantidad de programas que protagonizó a lo largo de su carrera, Morán celebra la posibilidad de que haya ficciones como La casa. En un momento en el que el escaso margen para el género se traduce en un menor riesgo creativo, la actriz destaca formatos en los que el contenido no esté atado a los vaivenes del rating. En efecto, la totalidad de los episodios de La casa se filmó en 2013, por lo que los trece episodios con los que se completa esta temporada fueron trabajados en función exclusivamente de su concepción artística, sin dejarse condicionar por factores exógenos que suelen afectar el de- sarrollo de las ficciones.

“Siempre he observado –analiza Morán– que el espacio que la TV argentina le da a la ficción es acotado. La TV es, básicamente, un lugar en el que se trata de entretener y vender publicidad. La ficción requiere de creatividad, asumir mayores riesgos, poner en circulación historias que transmiten mensajes y valores. No abunda. Pero entre los emprendimientos privados y estos estatales, juntos, se suman y amplían la posibilidad de trabajar de los actores. Me parece genial que estos proyectos permitan la incursión en la TV de directores de cine, con guiones trabajados y cerrados como en la pantalla grande. Son proyectos que no son vulnerables a algunas leyes de la TV que sí inciden en otras ficciones, como el rating, o que los libros vayan cambiando sobre la marcha según el patrón de la audiencia. Son obras terminadas y que luego se emiten, sin posibilidad de cambio. Eso enriquece la coherencia conceptual de toda obra televisiva.”