Jueves, 30 de agosto de 2007 | Hoy
TELEVISION › COMO FUE EL DEBUT DE LA TIRA “LALOLA” EN AMERICA
Carla Peterson se lució en el papel de un varón misógino devenido en mujer tras un hechizo, en una tira que se destaca por su calidad de imagen y las buenas actuaciones.
Por Emanuel Respighi
En su capítulo de presentación en la pantalla de América, Lalola se convirtió en el primer programa televisivo globalizado. Pensada desde el comienzo para abrirse paso en el mercado internacional, la telenovela logró demostrar sin contratiempos que es posible hacer un programa de corte global sin caer en el absurdo de los tonos neutros y las problemáticas universales. Con una propuesta ágil, la telenovela –producida por Underground Contenidos y Dori Media Group– demostró que valió la pena esperar más de la cuenta para su aterrizaje en la pantalla chica. Dentro de una estructura que prioriza el dinamismo a la espesura, Lalola supo plasmar al aire una propuesta moderna a nivel narrativo y estético, que no ahorra recursos tecnológicos a la hora de aportar a la fluidez de una historia simple: un programa de televisión en el que la forma se impone sobre el contenido, logrando disimular la superficialidad de la trama pensada para toda la familia.
Sin rasgos costumbristas de ningún tipo, ni atisbo de argentinidad alguno, la historia de Lalola (de lunes a viernes a las 22.15) no evidencia arraigo a una nación o cultura determinada: es, en este sentido, el programa argentino más universal de la historia desde su gestación y realización. No obstante, ese sentido cosmopolita de la puesta en escena no funcionó en el capítulo estreno como un factor disonante para el televidente argentino. Y tal parece que tampoco para el mercado internacional: la comedia protagonizada por Carla Peterson y Luciano Castro logró venderse antes de su estreno local a más de 15 países alrededor del mundo.
En clave de comedia, que deambuló entre el grotesco y el humor de situación, Lalola cuenta la transformación que sufre uno de esos machos misóginos, mujeriegos y exitosos (Lalo, en la piel de Juan Gil Navarro) cuando una amante despechada decide acudir al embrujo de una bruja (Rita Cortese) para convertirlo en una exuberante rubia (Carla Peterson). A partir de esa metamorfosis, resuelta a la perfección con un simple efecto especial, Lalo/Lola intenta resolver un dilema tan increíble como traumático para su machismo: ver cómo se hace presente la disociación que existe entre su mente de hombre y su cuerpo femenino. En el camino, deberá lidiar con los “vicios” laborales que él mismo se había encargado de diseminar entre sus compañeros de trabajo (todos yuppies varones) y tratar de desencantar el maleficio. El problema es que, en el camino, Lola comenzará a sentirse atraída por Facundo (Luciano Castro), el director artístico de la revista masculina Don en la que trabaja.
Valiéndose de recursos técnicos inhabituales para una tira diaria, en el debut supo utilizar el trabajo de posproducción en función de la historia, sin empalagar al televidente con “retoques” excesivos. El uso de la velocidad cuadro por cuadro, la pausa de la imagen, el fast forward y los efectos especiales fluyeron naturalmente con las situaciones que imponía la trama, acompañada de una musicalización impecable que, incluso, por momentos sirvió de fondo ideal para la historia. La voz en off –herencia de El tiempo no para, también de la factoría de Sebastián Ortega– con la que los productores eligieron descubrir las características de los personajes y el cuadro de relaciones fue otro acierto para la rápida asimilación de los televidentes de los futuros conflictos que se desarrollarán a lo largo de los 150 capítulos estipulados inicialmente.
Sobre una historia simple y de personajes estereotipados en el marco de una organización (al mejor estilo de The office), el disparador de la trama, sin embargo, sirvió para el lucimiento del vasto elenco actoral que conforma Lalola, incluyendo a Luciano Castro, Lola Berthet, Rafael Ferro, Luis Ziembrowsky, Pablo Cedrón hasta llegar a Violeta Urtizberea y Sandra Ballesteros. Pero, sin duda, la que sobresale en esa sucesión de personajes más o menos delirantes es Carla Peterson, que en la piel del transformado Lalo da sobradas muestras de crédito a quienes apostaron a su capacidad actoral para ofrecerle su primer protagónico. Es que aun cuando puede parecer sobreactuada, la composición que hace de Lalo en cuerpo de Lola hace honor a la incongruencia y gracia que genera la mente y los modismos masculinos en envase femenino. El acostumbramiento al físico femenino, seguramente, irá refinando el vulgar andar de Lola. Con el interrogante de saber si a medida que avance la historia Lalola podrá mantener el nivel estético y narrativo del primer episodio, el programa representa una bocanada de aire fresco en una televisión realityzada como nunca antes. Y, parece, la gente aceptó el convite: el debut de la ficción promedió 8,1 puntos, duplicando la media en el horario de América e, incluso, resintiendo las marcas habituales de ShowMatch y Caiga quien Caiga. En buena hora.
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