Sábado, 31 de enero de 2009 | Hoy
VIDEO › PAGINA/12 PRESENTA MAÑANA EL FILM Z, DE CONSTANTIN COSTA-GAVRAS
La película que consagraría internacionalmente al director franco-griego se convirtió en un estandarte y en un modelo de denuncia de los regímenes autoritarios. La colección se completará el 1º de marzo, con la edición de otro clásico de Costa-Gavras: Estado de sitio.
El 22 de mayo de 1963, en un episodio que inicialmente pareció local pero luego demostró tener una amplísima repercusión internacional y consecuencias políticas impredecibles, el diputado griego Gregoris Lambrakis fue agredido brutalmente por fuerzas de choque de la extrema derecha, al salir de un mitin político en Tesalónica, a favor de la paz. Cinco días después murió a causa de los golpes y la conmoción cerebral.
Miembro destacado de la Resistencia durante la Segunda Guerra Mundial, Lambrakis ya era conocido en su país como médico y como atleta (había ganado varias medallas de oro y durante décadas ostentó el record nacional de salto en largo), pero sobre todo como un comprometido militante pacifista. Apenas un mes antes de su muerte, había organizado en Atenas un maratón por la paz, prohibido por la policía, que arrestó a la mayoría de los participantes, entre ellos el compositor Mikis Theodorakis. Protegido por su inmunidad parlamentaria, Lambrakis siguió él solo la marcha portando un estandarte con el símbolo de la paz, hasta que también él fue detenido en la meta. A su muerte, más de medio millón de personas acompañaron el féretro y comenzó a multiplicarse por las muros de las principales ciudades del país un graffiti que sólo mostraba la letra Z, en referencia a la palabra “Zei”, que en griego clásico significa “Vive”.
Esa misma letra sería, poco después, el título de una de las películas más famosas de la historia del cine político, inspirada en las últimas horas de Lambrakis y en el complejo proceso judicial que siguió a su asesinato, determinante para la caída de un gobierno títere de los militares. Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes 1969, cuando Grecia ya había cedido a la dictadura de los coroneles que Lambrakis tanto había combatido, Z –la película que consagraría internacionalmente al director franco-griego Constantin Costa-Gavras– se convirtió en un estandarte y en un modelo de denuncia de los organismos represivos que anidaban en el seno de gobiernos democráticos y que los socavaban desde sus propias instituciones, como había sucedido con Grecia. Página/12 presentará, con su edición de mañana, el DVD Z, mientras que el 1º de marzo publicará otro clásico de Costa-Gavras: Estado de sitio.
Basada en una novela de Vasilis Vasilikos, que adaptó el escritor y guionista español (radicado en Francia) Jorge Semprún, la película de Costa-Gavras –autor de otros thrillers políticos muy recordados, como Estado de sitio– fue filmada en exteriores anónimos de Argelia y no identifica expresamente la ciudad ni el país donde transcurre la acción. Pero irónicamente, en los títulos de apertura, se ocupa de aclarar que “cualquier parecido con hechos reales y personas vivas o muertas no es accidental, es intencionado”.
La música de Z –tanto o más célebre y recordada que la película misma– fue compuesta por Mikis Theodorakis, que a la muerte de Lambrakis fue uno de los fundadores y el primer secretario de la Neolaia Lambraki, un movimiento inspirado en las ideas de paz y libertad del político asesinado. El Lambrakis de la película está interpretado por Yves Montand, en aquel momento todo un símbolo él mismo de integridad y compromiso político. Su viuda en la pantalla es Irene Papas, gran actriz trágica griega y el mayor emblema de la resistencia en el exilio a la dictadura que se había apropiado de su país. Y como el fiscal de instrucción Christos Sartzetakis, que contra la presión de sus superiores y de las fuerzas militares y policiales llevó a cabo una investigación ejemplar (que le valió la prisión cuando los militares se hicieron con el poder), está Jean-Louis Trintignant. El elenco incluye además algunos de los actores secundarios más prominentes del cine francés de aquel momento, como Jacques Perrin (que no sólo interpreta al periodista que cubre el caso sino también participó en la producción), Charles Denner y François Périer.
En los créditos de cierre, sin embargo, en lugar de mostrar el reparto y el equipo de rodaje, se lee una larga lista de prohibiciones establecida por la Junta Militar griega. Entre ellas están: los movimientos pacifistas, el derecho a huelga, los sindicatos, el pelo largo en los hombres, Los Beatles, cualquier otro tipo de música moderna y popular, Sófocles, León Tolstoi, Esquilo, escribir que Sócrates era homosexual, Eugène Ionesco, Jean-Paul Sartre, Antón Chéjov, Mark Twain, Samuel Beckett, la sociología, las enciclopedias y la libertad de prensa. También prohibía la letra Z, que aparece garabateada en la última imagen de la película, como un recordatorio simbólico de que “el espíritu de la resistencia vive”.
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