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Sábado, 26 de febrero de 2011

VIDEO › SCOTT PILGRIM VS. LOS EX DE LA CHICA DE SUS SUEñOS

Ecos de una historieta de culto

Coproducida, coescrita y dirigida por el británico Edgar Wright, la película fusiona dos variantes del manga: la del amor y la angustia adolescente, que se juega en clave realista, y la fantástica-superheroica, a puro rayo sobrenatural.

 Por Horacio Bernades

Primero el manga, después la película. Siete años atrás, Oni Press, pequeña editorial de la ciudad de Portland, publicó el primer volumen de una historieta llamada Scott Pilgrim. En ella el canadiense Brian Lee O’Malley narraba –en blanco y negro, y homenajeando el estilo de los comics japoneses– la vida de un chico más bien tímido, que trabajaba de camarero en un bar de Toronto y tocaba el bajo en un grupo de rock llamado Sex Bomb-omb. Scott Pilgrim no tardó en progresar hasta la condición de culto, publicándose hasta 2009 media docena de volúmenes, a razón de uno por año. La saga no había terminado de salir a la venta, que una película ya estaba en preparación. Coproducida, coescrita y dirigida por el británico Edgar Wright, el protagonista no podía ser otro que Michael Cera, considerablemente popular a partir de Supercool y La joven vida de Juno. Definitiva encarnación contemporánea del adolescente insegurón, Cera cuenta con la ventaja adicional de ser tan canadiense como Pilgrim y O’Malley. Estrenada en agosto del año pasado en Estados Unidos, un par de meses más tarde Scott Pilgrim vs. The World fue parte de la programación del Festival de Mar del Plata, bajo el título Scott Pilgrim vs. los ex de la chica de sus sueños. Con el mismo título, a mediados de la semana próxima, AVH la lanzará en DVD.

Basta que Scott vea la cabellera azul de Ramona Flowers (Mary Elizabeth Winstead, inquietante rubia de minishort en A prueba de muerte, de Tarantino) para plantar a su novia, la oriental Knives Chau. Que Ramona sea una chica supercool, aparentemente inaccesible, pone más inseguro que nunca al bajista. Pero –¡oops!– sin motivo aparente la chica del pelo azul (que más tarde mutará a verde) se lo lleva a la cama. ¿Ganamos? No todavía. Caso límite de celos retrospectivos, a Scott no le resultará sencillo soportar que Ramona haya tenido no un novio antes que él sino siete. ¡Y todos con superpoderes! Siete serán entonces las batallas que Scott deberá librar –a puro cable, cabriola y efecto especial de film asiático de capa y espada– si quiere quedarse con la chica de sus sueños. Entre sus rivales, un indio como de Bollywood, un surfer y actorcito famoso (Chris Evans), un músico agrandadísimo, psíquico y vegetariano (Brandon Routh, último Superman hasta el momento) y el más maligno de todos, el perverso millonario que permite a Jason Schwartzman agregar un dibujito a su galería.

Desparramando paráfrasis, citas y homenajes (un músico de los Sex Bomb-omb se llama Stephen Stils, otro Young Neill), Scott Pilgrim fusiona dos variantes del manga: la de amor y angst adolescente, que se juega en clave realista, y la fantástica-superheroica, a puro rayo sobrenatural. En una de las operaciones de transcripción literal más abrumadoras que se recuerden desde el Hulk de Ang Lee, Edgard Wright –cuyas Shaun of the Dead, paráfrasis en joda de las películas de zombis, y Hott Fuzz, ídem de las comedias de acción, fueron editadas por AVH– inscribe onomatopeyas en el encuadre, al estilo de la serie Batman, mimetiza el espacio cinematográfico con el del videogame (incluyendo puntos, counters y hasta segundas vidas) y tira toda la carne al asador a la hora del wu-xia-pian. Si tanto y tan visible metalenguaje corre el riesgo de tornarse un extenuante jueguito para entendidos, es la expresión de pérdida, la melancolía de ambos protagonistas lo que sostiene de punta a punta el interés de Scott Pilgrim.

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El protagonista no podía ser otro que Michael Cera.
 
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