Si hay un tabú en cine es el tema de la muerte. No el tema, en realidad (la muerte es mucho más habitual en el cine que en la vida cotidiana de cualquier espectador) sino el dolor que conlleva. La pena, el duelo. Se supone que son contados los espectadores dispuestos a afrontar esa clase de sentimientos cuando van al cine, por lo cual difícilmente se hagan películas que los expongan. Una excepción está en cartel: la recién estrenada Los descendientes se anima a dejarse atravesar por esa circunstancia, sin banalizarla ni sublimarla. La otra acaba de salir en DVD y trata el asunto con una falta de golpes bajos, histerias y lecciones tan infrecuente como semejante a lo que sucede en la película con George Clooney. Beginners cuenta con un atractivo extra: se estima que Christopher Plummer, nominado al Oscar por ella, tiene todas las de ganar el próximo domingo 26, cuando en el Kodak Theatre anuncien la estatuilla para mejor actor secundario. A pesar de esa fija, y de lo buena que es la película, en la Argentina Beginners no se estrena en cines sino en el living. El sello AVH acaba de editarla, agregándole al título original un apéndice que dice Así se siente el amor.

“Cuatro años después de anunciarme que era gay, se murió”, cuenta en los primeros tramos el protagonista de Beginners. Ambas noticias no están relacionadas: el papá de Oliver muere de cáncer de pulmón, a una edad en la que la gente suele morirse. Lo más inusual es eso de confesarle al hijo que uno es gay, cuando se tienen 75 años. Historiador del arte retirado, Hal Fields (Plummer) esperó a enviudar para salir del closet: “Durante cuarenta años lo disimulé, por amor a tu madre”. OK, muy creíble no es. Mucho más creíble es la decisión con que el hombre trata de quemar, en cuatro años, los cartuchos que guardó en el armario durante cuarenta. Y eso que a los 75 no es fácil hacerlo. “Nadie quiere levantarse a un gay de la tercera edad”, se lamenta Hal tras volver a casa solo, después de una salida nocturna. Pero Beginners no es una película depresiva. Tristona sí, tratando el tema que trata. Pero no depresiva: los cuatro últimos años de Hal son pura vitalidad, incluso con internación y sondas de por medio.

No es Hal el único vital en la película. Está su novio, que se la pasa de fiesta (el croata Goran Visnjic, conocido por la serie E.R.). Y está Anna, la actriz a la que Oliver conoce en una mascarada, y con la que hace una suerte de clic automático. Oliver es Ewan McGregor, que hace de hijo de Hal y es el protagonista de la película. Anna es la parisina Mélanie Laurent, menos conocida por su nombre que por el papel de vengadora cinéfila, en la Francia ocupada de Bastardos sin gloria. En la película de Tarantino se mostraba dura y seca. Aquí, Laurent está absolutamente radiante, planteándole al melancólico Oliver una relación hecha de juegos desde el momento mismo en que se conocen, los dos disfrazados (él de Freud, ella de muchachito). Puede lucir algo infantil Anna, pero hay un fondo de tristeza en esa mirada que hace de ella el emblema de la película. Opus 2 de un señor llamado Mike Mills (la anterior, Thumbsucker, también había salido en DVD unos años atrás), Beginners también es, como Anna, tristona y chispeante. Combina planos meditativos, silenciosamente apesadumbrados, con una gran libertad temporal y formal. Así como va y viene en el tiempo y los personajes, se anima a inserciones documentales, con fotos fijas o ilustraciones y una narración deliberadamente “objetivista”, que hacen pensar en Mills como pariente californiano del argentino Mariano Llinás.