La idea de que detrás de la mayor normalidad puede anidar la total monstruosidad es una de las más persistentes de las últimas décadas del cine contemporáneo, desde Mujer soltera busca hasta Ha-ppiness, pasando por Misery y El silencio de los inocentes. Un film canadiense reactualiza esta sospecha o certeza. 5150 Rue des Ormes es el título original, y el sello SBP acaba de lanzarla como La casa al final del callejón. Nominada un par de años atrás a cinco Génie Awards (equivalente canadiense del Oscar), la película dirigida por Eric Tessier presenta a un estudiante de cine de ojos asombrados, circunstancialmente extraviado en una ciudad que no conoce, a quien un amable vecino ofrece refugio. ¿Caperucita roja en versión masculina? Siempre y cuando pueda imaginarse al lobo acompañado de su familia. En La casa al final del callejón, las más banales rutinas familiares coexisten con la locura y el horror naturalizados. Papá es un mesiánico de bigotes, resuelto a hacer justicia con pederastas y otras lacras morales, mamá es una regordeta chupacirios y la hija adolescente, una verdadera “perrita”. Hija de lobo...