Viernes, 18 de agosto de 2006 | Hoy
VIDEO › “FULLTIME KILLER”
El director Johnny To cuenta la historia de dos asesinos a sueldo, tan antinómicos como tremendos.
Por Horacio Bernades
En su tercera edición del 2001, el Bafici dedicó una mini retrospectiva a Johnny To, realizador hongkonés que, a pesar de filmar con continuidad desde mediados de los ’80, recién por ese momento empezaba a hacerse conocido en Occidente. De ese mismo año es Fulltime Killer, prototípico film de ultra-acción a la hongkonesa, el primero de su autor en tener estreno comercial en Estados Unidos. Ese es el título elegido por el sello SBP para inaugurar una nueva colección de acción oriental, que incluye cerca de una veintena de títulos y puede llegar a generar accesos convulsivos entre los fans del género (ver aparte).
Emigrados a Estados Unidos los adrenalínicos John Woo y Tsui Hark, erráticos otros como Ringo Lam y Ronnie Yu, a mediados de los ’90 Johnny To (n. 1955) apareció como el heredero nato de la tradición de cine hiperkinético, desvergonzado y furibundo que aquéllos fundaron una década antes. To se consagró en 1993, con el dueto fantástico-camp de Executioners y The Heroic Trio. Desde ese momento, siguió filmando a razón de varias películas por año, diversificó su producción entre películas de acción, dramas y comedias, fundó su propia compañía de producción (Milkyway Image) y se dio el gusto de ganarse a la crítica y al circuito de festivales del mundo entero, sin perder público en su país.
Fulltime Killer es una de las varias películas que To escribió, produjo y dirigió junto con su socio Wai Ka-fai. La trama opone a dos asesinos a sueldo. Uno hongkonés, Tok (el astro de acción Andy Lau), y el otro japonés, llamado simplemente O (Takashi Sorimachi). Este es el número 1 en lo suyo, aquél le quiere quitar el puesto y para ello hace de cada encargo una puesta en escena espectacular, cuestión de llamar la atención sobre sí. Como O es un tipo silencioso y reconcentrado, la oposición dramática entre ambos está garantizada. Además, entre los dos hay una chica taiwanesa, empleada de un videoclub especializado en cine de acción (Tok es, entre otras cosas, un asesino cinéfilo, capaz de citar de memoria montones de películas del género) y un agente de Interpol (Simon Yan, muy popular en Hong Kong), que será quien escriba la historia de ambos.
Llena de esas largas y coreográficas secuencias de acción que son como la flor y nata del cine marca HK, Fulltime Killer incluye jeringas asesinas cargadas de nicotina (que el propio Tok destila caseramente), metralletas disimuladas bajo ramos de flores, una increíble escena romántico-criminal –en la que Tok deja por un instante a una chica en la barra de un bar, le dice “Ya vuelvo”, se monta una terrible masacre en la calle y vuelve, nomás, para tomarse unos drinks–, un relato-off alternado entre los tres protagonistas (que recuerda al de Chungking Express), y una escena final en un depósito de fuegos artificiales, donde el previsible infierno se ve refrendado por el beethoveniano “Himno a la Alegría”. En otras palabras, cine de acción hongkonés, en estado puro.
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