–¿Ya está preparando su próximo álbum de estudio?

–Es lo que estamos elaborando en este año, juntándonos con Luis (Gurevich) para preparar, de a poco, un disco con canciones nuevas. Que es algo que se pone cada vez más difícil. Pero bueno, todos los discos son difíciles.

–¿Cuál sería el motivo de esa dificultad?

–No hay que repetirse, yo odio el autoplagio, tanto de letra como de música. Quiero hablar de temas nuevos. Y no quiero hacer canciones así nomás. Cada tema es como una pequeña historia y no algo que se utiliza para poner de relleno en un disco. Además, cada vez uno es más grande, y sabe que no pasa desapercibido, que la gente espera mucho de un disco nuevo. En este momento estamos concibiendo la idea general del trabajo.

–¿Esas ideas ya apuntan en alguna dirección?

–Una de las claves que me impulsan a hacer un disco son los músicos que están en Estados Unidos, con los cuales quiero grabar. Uno es Jim Keltner, un baterista al que estoy siguiendo desde hace muchos años. Casi grabo con él Por Favor, perdón y gracias, pero al final no pudo. Igualmente me mandó un chabón bravo también, David Kemper, el baterista de Bob Dylan. Entonces, tengo que idear el formato de las canciones como para grabar con (el guitarrista) Dean Parks, con Jim Keltner, con Jimmy Johnson, al que ya tenemos directamente como nuestro bajista.

–¿Hay métodos para estimular la composición?

–Justamente, el otro día dijimos: “Bueno, primera sesión del disco. No tenemos nada para grabar, ¿qué hacemos?”. Entonces pusimos el video de los Traveling Wilburys, y con Gurito tocábamos arriba y nos gozábamos todo, viendo los tonos que hacían estos tipos, las vueltas armónicas de los temas, cómo se mete George Harrison y de repente pasa a un Sol Mayor y vuelve a un Mi, de la misma manera en que lo hacía con Los Beatles. Están todos juntos en una casa, con guitarras acústicas, creando las músicas y las letras ahí mismo, medio como hacíamos con Porsuigieco. Hay un estado espiritual en el que hay que meterse para componer un disco. Y una forma de involucrarse es decir “poné los Traveling Wilburys, o Dylan, o James Taylor, así ejercitamos un poco la mano”. Y además tener el tiempo necesario como para investigar un montón de cosas, leer, escuchar músicas, y ponerse también a componer melodías, grabarlas, orquestarlas, y escribir letras. Ese estado es algo muy lindo, porque es como que todo lo que ves, todo lo que escuchás y lo que hacés, va a parar al disco.

–¿En qué punto está ese trabajo?

–Tenemos aproximadamente medio disco. Hay dos canciones nuevas con Gurito, está una letra que le puse a un tema de Iván Lins. Otro de los temas es una letra que le escribí a una música de Alejandro Davio, que es uno de los chicos de Mundo Alas, que vamos a utilizar también como leit-motiv de la película. Hay una melodía hermosa que me mandó Luis Alberto Spinetta, para ponerle una letra que de alguna forma haga referencia al accidente que tuvieron los chicos del colegio Ecos en Santa Fe, porque queremos apoyar la movida que están haciendo los padres.

–¿Como surgió la idea de hacer algo con Spinetta?

–Fui a ver un recital de Dante y le dije que me gustaría hacer algo con él. Entonces me invitó a participar en la filmación de un video (Olvídalo), y cuando estoy ahí me comenta que iba a venir Luis también. Cuando llega, me dice: “Estoy cantando un tema tuyo”. “¿Cómo?”, le dije yo. “Sí, porque la gente de Sony está haciendo un homenaje, y me gustaría cantar una canción que vos hiciste con Atahualpa Yupanqui, que se llama ‘La Guitarra’.” Yo dije: “Qué honor que grabes un tema mío, vos sabés lo que yo te respeto y te admiro”. Y entonces me dice: “Y aparte estoy componiendo una melodía para que probemos de hacer un tema juntos, referente a los chicos del Ecos”. Porque siempre nos juntamos en los eventos que hace una asociación creada por los padres, Conduciendo A Conciencia. Y ahora me mandó la melodía, y está buenísima, para mí trabajar con él es increíble, me parece un grosso.