Sábado, 12 de julio de 2008 | Hoy
CINE
Aunque normalmente se lo asocie con los años ’50, la primera película en 3-D se conoció en 1922, tiempos de cine mudo. Pero el resultado no fue convincente en términos técnicos, por lo cual durante tres décadas nadie volvió a hablar del asunto. El museo de cera, protagonizada por Vincent Price y filmada por André de Toth (¡que era tuerto!), fue, en 1953, el primer gran batacazo de la ola tridimensional de esa década. Tal vez hoy no se lo recuerde, pero películas como La llamada fatal, de Hitchcock, el western Hondo (protagonizado por John Wayne), El monstruo de la laguna negra y hasta la mismísima Plan 9 del espacio sideral se filmaron en sistema estereoscópico. Por culpa de la falta de estabilidad de las imágenes, que en ocasiones podían hasta generar mareos, al cabo de sólo tres años el furor cesó. A partir de los ’70, los intentos de hacer revivir la tridimensión fueron esporádicos y reducidos al género de terror, con películas como el Frankenstein de Paul Morrisey, las terceras partes de Martes 13 y Tiburón y la sexta de Pesadilla. De allí en más y hasta ahora, el sistema quedó reservado casi exclusivamente para documentales, en sistema IMAx. El expreso polar fue, cuatro años atrás, la película que dio inicio al 3-D digital.
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