Textual
“En mi adolescencia he sido atleta (velocista de competencia) y aprendí a boxear con el negro Trías. En mi juventud he propinado buenas palizas. Nunca aprendí a nadar potablemente (la expresión es pertinente por tratarse de agua). Siempre fui un hombre de a caballo. Supe enlazar, bolear, disparar con armas de fuego y vistear con cuchillo. Podría decirse que tengo una personalidad agresiva.
En mi madurez perdí el brazo derecho y escribí algunos buenos libros. He tenido bellas y conflictivas mujeres y casi siempre fui modesto, como puede apreciarse. En mi vejez, a pesar del pólipo de la vejiga, la fibrilación auricular, la arterioesclerosis periférica, el constante dolor fantasma, la hernia de hiato, la manquera, el principio de cataratas en el ojo derecho, la escoliosis de columna, la conjuntivitis crónica, los epiteliomas, el colesterol, la tensión arterial y tantos achaques más que olvido o ignoro, cuando me invade el pánico, creo que soy un hombre feliz. Esa creencia es un acto involuntario y puede deberse a mi total desconocimiento de la felicidad.”
* Fragmento de Querida vida (Sudamericana).