Dos elementos distintivos saltan a la vista cuando se compara a las murgas porteñas con las de otras tierras: la universal levita, plagada de lentejuelas de colores, y el baile característico que es desarticulado sólo en apariencia. La leyenda corriente asegura que en las fiestas de San Baltasar los esclavos negros bailaban con las levitas de sus amos y que de allí el Carnaval importó la imagen como muestra de su horizontalidad social. Sin embargo, Coco Romero sugiere otro origen. “En la etimología básica de la palabra ‘murga’ hay un conjunto de músicos, y su director llevaba la levita tradicional de los directores de orquesta”, señala. El término “murga”, cuenta, apareció en 1883 legitimado por la RAE. “Todas las murgas de las que pude conseguir fotografías o material eran un conjunto de siete u ocho músicos con instrumentos de cartón y levita”, describe. Los años transformaron esa vestimenta oscura y formal en un espacio de color listo para los apliques de lentejuelas (“que no la fundaron los murgueros, sino que es un elemento que toman del varieté, del espectáculo revisteril”, aclara Romero). “La evolución –continúa– convirtió las levitas en un elemento característico de nuestras murgas que se identifican por nombre y por color.”

La forma de baile tan característica de la murga porteña es, para Romero, “la señal más salvaje y más interesante”. Asegura que cada zona de la ciudad desarrolló distintas formas y estilos de baile, “algunos más la patada, otros más el flameo”. Este desarrollo es producto de “la herencia de todas las danzas populares que atravesaron a nuestro pueblo y ya estaba en las coreografías de los candombes”. Otro elemento que influyó fue la tarantela, “una danza de tradición gestual que tiene esa idea muy fuerte de sacarse el veneno bailando”. Antropológicamente, para Romero observar el baile del Carnaval porteño es muy interesante. “La murga es una gran salteadora de melodías y gestos. Toda danza que está desfilando por lo masivo va a parar a la danza de la calle, que tiene un discurso generoso. Ahí el que tiene destreza visual y corporal lo copia e incorpora”, explica.