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Viernes, 6 de marzo de 2009

Textual

Fano: Abrís la canilla, ¿y qué sale? Posmarxismo. (Señala alrededor.) Esto es un campo ideológico. Acá hay ideas. Las ideas son inevitables. Van y vienen. Pero todas son falsas, todas tienen un punto ciego, clavado en el alma, un punto de hundimiento de sus definiciones categóricas.

Nelly: Se van a hacer las doce y no vamos a estar ni comiendo la ensalada rusa.

Fano: Denme un valor, un valor universal. Una idea fuerte. La que quieran. Amor. Qué bien: una bolsa de gatos. Amor filial. Amor erótico. Amor sexual. Amor de amigos, de hermanos. Amor al arte. Amor a las niñas. A los jovenzuelos. Amor a sí mismo. Un desastre: va a terminar resultando que el amor es una porquería o, por lo menos, que a veces designa a lo contrario del amor.

Omar: Pero “amor a sí mismo”... Eso no es amor...

Fano: ¿Y qué es?

Omar: Y... es narcisismo.

Fano: (Fingiéndose derrotado.) Uy, sí. ¿Y qué es? ¿Cómo lo definís?

Omar: Un excesivo amor a sí mismo.

Fano: Ah, amor. Es amor. Usamos las palabras pero nos olvidamos que todas las palabras son conjuntos enormes que incluyen en sus subconjuntos algunos que significan lo contrario. Lo mismo con cualquier otro valor universal. El que quieran. Justicia. Belleza...

* Fragmento de Todo, de Rafael Spregelburd.

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